Estamos viviendo una coyuntura especial. Los precios del carbón térmico colombiano ya han superado los USD 200/tonelada. En la mañana de ayer el precio del petróleo índice Brent alcanzó los USD 80/barril. Hemos traducido de la edición actual de The Economist la situación de los grandes consumidores cuyo “mercado global ha pasado del exceso a […]
Estamos viviendo una coyuntura especial. Los precios del carbón térmico colombiano ya han superado los USD 200/tonelada. En la mañana de ayer el precio del petróleo índice Brent alcanzó los USD 80/barril.
Hemos traducido de la edición actual de The Economist la situación de los grandes consumidores cuyo “mercado global ha pasado del exceso a la escasez a una velocidad vertiginosa. En septiembre pasado, en Europa costaba 119 euros (€) (USD 139) comprar suficiente gas para calentar una casa promedio durante un año y las instalaciones de almacenamiento de gas del continente estaban a rebosar. Hoy cuesta 738 € (3,3 millones de pesos) y las existencias escasean. Incluso Estados Unidos, que tiene una abundancia de gas de esquisto (fracking), ha visto precios más del doble, aunque desde un nivel mucho más bajo, y podría ver más aumentos si su invierno es frío.
La escasez tiene muchas causas. Una fría primavera europea y un caluroso verano asiático impulsaron la demanda de energía. Más el repunte de la producción industrial.
Resolver esto requiere diagnosticar con precisión lo que salió mal. Los gobiernos no han tenido en cuenta lo suficiente la intermitencia de la energía renovable. El mundo tiene muy poca energía nuclear, una fuente de energía baja en carbono que siempre está encendida. Las intervenciones y los subsidios al gas solo empeorarán las cosas. La energía cara enoja a los votantes y lastima a los pobres. Pero subsidiar la energía en una situación apretada, como lo está haciendo Italia, o limitar los precios, como lo hace Gran Bretaña, exacerbará la escasez y hará que el compromiso de los políticos con el verde parezca vacío”.
“El desafío a largo plazo es suavizar la volatilidad a medida que continúa el cambio a las energías renovables. Con el tiempo, el almacenamiento económico con las baterías podría resolver el problema de la intermitencia; ahora mismo, también ayudaría más almacenamiento de gas”.
The Economist asusta: “ El viento no ha soplado mucho en Europa este verano, mientras las sequías interfirieron la producción de energía hidroeléctrica”.
Es decir, el cambio climático afecta clima y temperatura, igual los vientos que no mueven las aspas en el nivel proyectado y la poca energía no se puede almacenar. ¿Pasará igual, nos preguntamos, en nuestra tierra, tan rica en esos recursos?
Guajira y Cesar tendrán una generación complementaria de energía eólica en las noches y fotovoltaica en los días. Pero las noticias del norte no dejan de inquietar.
Otro elemento: para prender las carboeléctricas se deben pagar unos derechos por su emisión de contaminante CO2: “El precio creciente de los permisos necesarios para emitir carbono en la UE ha encarecido el carbón. Por lo tanto, hay pocas alternativas”. Conclusión: “Las fuentes de energía sucias deberían ser caras. Pero sin alternativas confiables, los aumentos de precios impulsan la inflación, bajan los niveles de vida y hacen que el ambientalismo sea impopular. Si los gobiernos no gestionan la transición energética con más cuidado, entonces la crisis de hoy será la primera de muchas que amenacen el paso vital hacia un clima estable”.
Estamos viviendo una coyuntura especial. Los precios del carbón térmico colombiano ya han superado los USD 200/tonelada. En la mañana de ayer el precio del petróleo índice Brent alcanzó los USD 80/barril. Hemos traducido de la edición actual de The Economist la situación de los grandes consumidores cuyo “mercado global ha pasado del exceso a […]
Estamos viviendo una coyuntura especial. Los precios del carbón térmico colombiano ya han superado los USD 200/tonelada. En la mañana de ayer el precio del petróleo índice Brent alcanzó los USD 80/barril.
Hemos traducido de la edición actual de The Economist la situación de los grandes consumidores cuyo “mercado global ha pasado del exceso a la escasez a una velocidad vertiginosa. En septiembre pasado, en Europa costaba 119 euros (€) (USD 139) comprar suficiente gas para calentar una casa promedio durante un año y las instalaciones de almacenamiento de gas del continente estaban a rebosar. Hoy cuesta 738 € (3,3 millones de pesos) y las existencias escasean. Incluso Estados Unidos, que tiene una abundancia de gas de esquisto (fracking), ha visto precios más del doble, aunque desde un nivel mucho más bajo, y podría ver más aumentos si su invierno es frío.
La escasez tiene muchas causas. Una fría primavera europea y un caluroso verano asiático impulsaron la demanda de energía. Más el repunte de la producción industrial.
Resolver esto requiere diagnosticar con precisión lo que salió mal. Los gobiernos no han tenido en cuenta lo suficiente la intermitencia de la energía renovable. El mundo tiene muy poca energía nuclear, una fuente de energía baja en carbono que siempre está encendida. Las intervenciones y los subsidios al gas solo empeorarán las cosas. La energía cara enoja a los votantes y lastima a los pobres. Pero subsidiar la energía en una situación apretada, como lo está haciendo Italia, o limitar los precios, como lo hace Gran Bretaña, exacerbará la escasez y hará que el compromiso de los políticos con el verde parezca vacío”.
“El desafío a largo plazo es suavizar la volatilidad a medida que continúa el cambio a las energías renovables. Con el tiempo, el almacenamiento económico con las baterías podría resolver el problema de la intermitencia; ahora mismo, también ayudaría más almacenamiento de gas”.
The Economist asusta: “ El viento no ha soplado mucho en Europa este verano, mientras las sequías interfirieron la producción de energía hidroeléctrica”.
Es decir, el cambio climático afecta clima y temperatura, igual los vientos que no mueven las aspas en el nivel proyectado y la poca energía no se puede almacenar. ¿Pasará igual, nos preguntamos, en nuestra tierra, tan rica en esos recursos?
Guajira y Cesar tendrán una generación complementaria de energía eólica en las noches y fotovoltaica en los días. Pero las noticias del norte no dejan de inquietar.
Otro elemento: para prender las carboeléctricas se deben pagar unos derechos por su emisión de contaminante CO2: “El precio creciente de los permisos necesarios para emitir carbono en la UE ha encarecido el carbón. Por lo tanto, hay pocas alternativas”. Conclusión: “Las fuentes de energía sucias deberían ser caras. Pero sin alternativas confiables, los aumentos de precios impulsan la inflación, bajan los niveles de vida y hacen que el ambientalismo sea impopular. Si los gobiernos no gestionan la transición energética con más cuidado, entonces la crisis de hoy será la primera de muchas que amenacen el paso vital hacia un clima estable”.