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Columnista - 2 septiembre, 2021

Amnistía, ¿un burladero histórico?

La Ley 1820 de 2016 contiene la amnistía que el Gobierno colombiano otorgó a las FARC-EP como una condición de reconciliación entre el Estado y esta organización insurgente y la no repetición por parte de esta. Una amnistía es una conveniencia institucional temporal basada en un compromiso recíproco entre las partes intervinientes y se aplica, […]

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La Ley 1820 de 2016 contiene la amnistía que el Gobierno colombiano otorgó a las FARC-EP como una condición de reconciliación entre el Estado y esta organización insurgente y la no repetición por parte de esta. Una amnistía es una conveniencia institucional temporal basada en un compromiso recíproco entre las partes intervinientes y se aplica, de iure, solo para delitos políticos, los que atenten contra el Estado: sedición, rebelión y asonada. Según la ley, de los delitos conexos se ocuparía la JEP.

Sin embargo, ese proceso aún no ha terminado, las cabezas visibles de las FARC, pese a tener curules en el Congreso, tendrán que decir toda la verdad ante la JEP so pena de enjuiciamiento. No son amnistiables los delitos de lesa humanidad, genocidio y tortura, entre otros. Pero el uribismo presionó para que los civiles involucrados en el proceso de la guerra, mentores y financiadores de la misma, llamados “terceros de buena fe”, no fueran sujetos de las competencias de la JEP, muchos de los cuales quizás hoy también tienen asiento en el Congreso.

Una amnistía no es para borrar la memoria histórica de un país, todo lo contrario, se trata de esclarecer toda la verdad, condición sine qua non de la no repetición. Una nación con  Alzheimer no es viable. El expresidente Uribe propuso ante la JEP, a la que desconoce, una amnistía general pese a que esta tiene su definición jurídica; esto implicaría una reforma constitucional.

De ser eso posible, ¿qué entregaría Uribe a cambio? Las FARC se desmovilizaron y entregaron las armas. Sería bueno conocer la lista completa de todos los responsables de los falsos positivos y las coordenadas de todas las fosas comunes, las relaciones del paramilitarismo con el Estado y las rutas del narcotráfico que algunos podrían ofrecer. Si la verdad es completa, se analizaría la conveniencia de la propuesta; una amnistía no puede ser gratis, por encumbradas que sean las personas. No es una propuesta cualquiera aunque diga que es un borrador; todo depende de lo que interpretemos por borrador, si es un anteproyecto o un eliminador de recuerdos, un borrón y cuenta nueva, pero la vida no es así.

¿Podrán resucitar todos los que han muerto en estas lides, en especial aquellos que presentaron como cuota de triunfo? La historia es una línea continua, no debe tener baches ni puntos muertos porque la posteridad carecería de objetividad para valorar los hechos. No sería ético decirles a las nuevas generaciones que las masacres de El Aro, La Granja, El Salado, Chengue, Mapiripán, entre muchas, son pura ficción, y que muchos personajes relevantes de la política nacional referenciados en estos casos, algunos presos con largas condenas, otros inmunes pese a tener infinitos procesos penales, son solo figuras de la mitología o de las tiras cómicas o benefactores de la humanidad en proceso de canonización con nombres modernos que entrarían a la lista del almanaque Brístol como San Guinario, San Antonio de la Motosierra, no el de la Tijera Mocha, como graciosamente lo dijo el ‘Chijito’ Carrillo. Así no se escribe la historia; siempre ha sido falseada pero bobos no somos, el día de los santos inocentes es el 28 de diciembre.

Columnista
2 septiembre, 2021

Amnistía, ¿un burladero histórico?

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Napoleón de Armas P.

La Ley 1820 de 2016 contiene la amnistía que el Gobierno colombiano otorgó a las FARC-EP como una condición de reconciliación entre el Estado y esta organización insurgente y la no repetición por parte de esta. Una amnistía es una conveniencia institucional temporal basada en un compromiso recíproco entre las partes intervinientes y se aplica, […]


La Ley 1820 de 2016 contiene la amnistía que el Gobierno colombiano otorgó a las FARC-EP como una condición de reconciliación entre el Estado y esta organización insurgente y la no repetición por parte de esta. Una amnistía es una conveniencia institucional temporal basada en un compromiso recíproco entre las partes intervinientes y se aplica, de iure, solo para delitos políticos, los que atenten contra el Estado: sedición, rebelión y asonada. Según la ley, de los delitos conexos se ocuparía la JEP.

Sin embargo, ese proceso aún no ha terminado, las cabezas visibles de las FARC, pese a tener curules en el Congreso, tendrán que decir toda la verdad ante la JEP so pena de enjuiciamiento. No son amnistiables los delitos de lesa humanidad, genocidio y tortura, entre otros. Pero el uribismo presionó para que los civiles involucrados en el proceso de la guerra, mentores y financiadores de la misma, llamados “terceros de buena fe”, no fueran sujetos de las competencias de la JEP, muchos de los cuales quizás hoy también tienen asiento en el Congreso.

Una amnistía no es para borrar la memoria histórica de un país, todo lo contrario, se trata de esclarecer toda la verdad, condición sine qua non de la no repetición. Una nación con  Alzheimer no es viable. El expresidente Uribe propuso ante la JEP, a la que desconoce, una amnistía general pese a que esta tiene su definición jurídica; esto implicaría una reforma constitucional.

De ser eso posible, ¿qué entregaría Uribe a cambio? Las FARC se desmovilizaron y entregaron las armas. Sería bueno conocer la lista completa de todos los responsables de los falsos positivos y las coordenadas de todas las fosas comunes, las relaciones del paramilitarismo con el Estado y las rutas del narcotráfico que algunos podrían ofrecer. Si la verdad es completa, se analizaría la conveniencia de la propuesta; una amnistía no puede ser gratis, por encumbradas que sean las personas. No es una propuesta cualquiera aunque diga que es un borrador; todo depende de lo que interpretemos por borrador, si es un anteproyecto o un eliminador de recuerdos, un borrón y cuenta nueva, pero la vida no es así.

¿Podrán resucitar todos los que han muerto en estas lides, en especial aquellos que presentaron como cuota de triunfo? La historia es una línea continua, no debe tener baches ni puntos muertos porque la posteridad carecería de objetividad para valorar los hechos. No sería ético decirles a las nuevas generaciones que las masacres de El Aro, La Granja, El Salado, Chengue, Mapiripán, entre muchas, son pura ficción, y que muchos personajes relevantes de la política nacional referenciados en estos casos, algunos presos con largas condenas, otros inmunes pese a tener infinitos procesos penales, son solo figuras de la mitología o de las tiras cómicas o benefactores de la humanidad en proceso de canonización con nombres modernos que entrarían a la lista del almanaque Brístol como San Guinario, San Antonio de la Motosierra, no el de la Tijera Mocha, como graciosamente lo dijo el ‘Chijito’ Carrillo. Así no se escribe la historia; siempre ha sido falseada pero bobos no somos, el día de los santos inocentes es el 28 de diciembre.