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Editorial - 30 agosto, 2021

El Festival Vallenato, una oportunidad que no podemos perder

En abril del 2019 no se le pasaba por la cabeza a nadie que un virus, convertido en pandemia, evitaría realizar el Festival de la Leyenda Vallenata en Valledupar. Pero llegó el covid-19 y todos los atributos y gestos que representan a las festividades quedaron prohibidos: aglomeraciones, abrazos, contacto… para evitar la propagación de la […]

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En abril del 2019 no se le pasaba por la cabeza a nadie que un virus, convertido en pandemia, evitaría realizar el Festival de la Leyenda Vallenata en Valledupar.

Pero llegó el covid-19 y todos los atributos y gestos que representan a las festividades quedaron prohibidos: aglomeraciones, abrazos, contacto… para evitar la propagación de la pandemia.

Se puso de moda reinventarse y la Fundación lideró un Festival virtual en el 2020. Pero no podía ser  lo mismo. No obstante, ahora la vacunación  da la oportunidad de realizarlo de verdad  en el 2021, en una fecha inédita: del 13 al 17 de octubre.

Dejando atrás las diferencias, por el bien de la ciudad estas fiestas requieren que nos unamos para que sean un éxito. Miles de familias, dedicadas al comercio en Valledupar, tienen altas expectativas.

Los datos del 2019, el último presencial, hablan de la llegada de 26.542 personas por la Terminal de Transporte. Por el aeropuerto, esos 4 días, del 26 al 30 de abril de 2019,  llegaron 7.547 turistas. Se estimó en $16.930 millones lo percibido en  los eventos musicales. Y eso fue un festival, como se dice,  a media caña,  por la incertidumbre, dado que el municipio solo dispuso el arriendo  del Parque de la Leyenda con poca anticipación. Esta vez deberá definirle  el aforo, número de personas que puedan ingresar al coliseo, ojalá amplio, pues estamos en el periodo de la responsable autorregulación.

Un  informe del Sistema de Información Turística del Cesar, Situr, da cuenta de que una persona que llega al Festival gasta en promedio  $1.100.145, considerando  gastos como boletas, transporte, alojamiento, compras, artesanías, comidas y bebidas, entre otros. Todo esto multiplicado por el número de visitas, el resultado es grande.

Si nuestro propósito es la reactivación económica, el Festival Vallenato es el huevo de oro más grande de nuestra gallina, el folclor vallenato.

Valledupar debe venderse ante Colombia y el mundo como una ciudad de eventos, capaz de recibir y atender a esos turistas deseosos de dejar atrás las restricciones de la pandemia.

El Festival es de todos y debe ser de todos. Son cientos de empresarios, de todo nivel,  que emprenden negocios con ocasión del Festival, los que realizan eventos musicales, montan ventas, prestan servicios de hotelería y de alimentación, y provisiones para las fiestas; los taxistas se preparan, los meseros y meseras o los trabajadores de los bares y restaurantes, para no hablar de la oportunidad única que se ofrece a bastantes cantautores y músicos y hasta cultores académicos del folclor que son invitados a conversatorios. Durante esos días  se venden más arepas y típicos  y se dan a conocer nuestros  atractivos naturales que permiten ofrecer servicios  en sus corregimientos. 

El Festival es un encuentro de la familia colombiana,  y en especial de las familias de la costa Caribe, y aunque se presentan cierto tipo de robos, los indicadores de inseguridad bajan sustancialmente.  Recordando a Jorge Oñate: “Pa’ atrás ni pa’ coger impulso”.

Editorial
30 agosto, 2021

El Festival Vallenato, una oportunidad que no podemos perder

En abril del 2019 no se le pasaba por la cabeza a nadie que un virus, convertido en pandemia, evitaría realizar el Festival de la Leyenda Vallenata en Valledupar. Pero llegó el covid-19 y todos los atributos y gestos que representan a las festividades quedaron prohibidos: aglomeraciones, abrazos, contacto… para evitar la propagación de la […]


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En abril del 2019 no se le pasaba por la cabeza a nadie que un virus, convertido en pandemia, evitaría realizar el Festival de la Leyenda Vallenata en Valledupar.

Pero llegó el covid-19 y todos los atributos y gestos que representan a las festividades quedaron prohibidos: aglomeraciones, abrazos, contacto… para evitar la propagación de la pandemia.

Se puso de moda reinventarse y la Fundación lideró un Festival virtual en el 2020. Pero no podía ser  lo mismo. No obstante, ahora la vacunación  da la oportunidad de realizarlo de verdad  en el 2021, en una fecha inédita: del 13 al 17 de octubre.

Dejando atrás las diferencias, por el bien de la ciudad estas fiestas requieren que nos unamos para que sean un éxito. Miles de familias, dedicadas al comercio en Valledupar, tienen altas expectativas.

Los datos del 2019, el último presencial, hablan de la llegada de 26.542 personas por la Terminal de Transporte. Por el aeropuerto, esos 4 días, del 26 al 30 de abril de 2019,  llegaron 7.547 turistas. Se estimó en $16.930 millones lo percibido en  los eventos musicales. Y eso fue un festival, como se dice,  a media caña,  por la incertidumbre, dado que el municipio solo dispuso el arriendo  del Parque de la Leyenda con poca anticipación. Esta vez deberá definirle  el aforo, número de personas que puedan ingresar al coliseo, ojalá amplio, pues estamos en el periodo de la responsable autorregulación.

Un  informe del Sistema de Información Turística del Cesar, Situr, da cuenta de que una persona que llega al Festival gasta en promedio  $1.100.145, considerando  gastos como boletas, transporte, alojamiento, compras, artesanías, comidas y bebidas, entre otros. Todo esto multiplicado por el número de visitas, el resultado es grande.

Si nuestro propósito es la reactivación económica, el Festival Vallenato es el huevo de oro más grande de nuestra gallina, el folclor vallenato.

Valledupar debe venderse ante Colombia y el mundo como una ciudad de eventos, capaz de recibir y atender a esos turistas deseosos de dejar atrás las restricciones de la pandemia.

El Festival es de todos y debe ser de todos. Son cientos de empresarios, de todo nivel,  que emprenden negocios con ocasión del Festival, los que realizan eventos musicales, montan ventas, prestan servicios de hotelería y de alimentación, y provisiones para las fiestas; los taxistas se preparan, los meseros y meseras o los trabajadores de los bares y restaurantes, para no hablar de la oportunidad única que se ofrece a bastantes cantautores y músicos y hasta cultores académicos del folclor que son invitados a conversatorios. Durante esos días  se venden más arepas y típicos  y se dan a conocer nuestros  atractivos naturales que permiten ofrecer servicios  en sus corregimientos. 

El Festival es un encuentro de la familia colombiana,  y en especial de las familias de la costa Caribe, y aunque se presentan cierto tipo de robos, los indicadores de inseguridad bajan sustancialmente.  Recordando a Jorge Oñate: “Pa’ atrás ni pa’ coger impulso”.