Solo mis recuerdos. El pasado día 22 mi amigo tuvo la fortuna de cumplir 100 años de edad. Absolutamente fructíferos. No ha habido etapa de su feliz existencia sin que haya sido coronada por el éxito de sus esfuerzos, porque él ha sido un hombre de armas tomar en diferentes torneos de la vida. De […]
Solo mis recuerdos. El pasado día 22 mi amigo tuvo la fortuna de cumplir 100 años de edad. Absolutamente fructíferos. No ha habido etapa de su feliz existencia sin que haya sido coronada por el éxito de sus esfuerzos, porque él ha sido un hombre de armas tomar en diferentes torneos de la vida.
De una familia no ciertamente longeva ha sobrevivido a todos sus hermanos.
Alguna vez me contó que siendo estudiante de la ciencia médica en la ciudad de Medellín, un profesor suyo, por una circunstancia coyuntural, advirtió irregularidades en la medición de su presión arterial y se lo puso de manifiesto, y le dio determinados consejos relativos a comportamientos prácticos que debía atender durante el transcurso de toda su vida.
Desde su juventud de entonces hasta la de ahora me dijo que nunca ha dejado de observarlos y que a ellos achaca su longevidad inmarchitable. De tal manera que quien desee conservar y alargar su vida lo podrá consultar, con saludables beneficios. Es mi caso, por ejemplo, por lo que voy marchando bien hacia la misma meta, Dios mediante.
Por herencia recibí su amistad hace ya muchísimos años, él era joven y yo niño, justamente en la población de Urumita, que ha tenido la dicha de no perderse de buenos amigos.
Él estudiaba bachillerato en el famoso colegio Celedón de la ciudad de Santa Marta y allí estudiaba igualmente Luis Raúl Barros Baquero, muerto frisando apenas aproximadamente 19 años. Lo atacó una peritonitis y no hubo médico en la región que pudiera salvarlo, ni Ferreira de Villanueva ni Pupo de Valledupar. No le fue reconocida la novedad, pero ello no quiere decir que aquellos galenos no fueran eminentes. Se hicieron amigos entrañables, y allí se encuentra la raíz de mi amistad con él y su excelente familia.
Pero cómo no anotar así sea brevemente su paso político por la Cámara de Representantes, donde se desveló por la mejora del nivel de vida de sus representados, particularmente en el sector de la salud, que bien conocía como médico eminente. E igualmente consecuente con su condición siempre se ha preocupado por la atención personalizada a sus pacientes. Por ello goza de compadres y ahijados por todas partes.
También ha sido un líder prominente en el sector agropecuario de nuestra comarca, ejemplarizando eficientemente tanto con magníficos hatos ganaderos como en la agricultura del algodón y del arroz.
Pero ante todo se destaca por una vida especialmente dedicada a su cálido hogar en el que rivaliza alegremente con la irreemplazable Clara y con el amor de sus encomiables hijos, nueras y yernos. Y atestiguo que conserva una pléyade de amigos que lo admiramos como nuestro ejemplo.
La del doctor José Gregorio Marulanda Aarón ha sido una vida de 100 años, toda consagrada al cumplimiento de sus deberes privados y públicos, por lo cual tiene la dignidad de ser uno de los hijos más importantes de todos los tiempos de nuestra amada provincia de La Guajira y Cesar. Desde los montes de Pueblo Bello.
Solo mis recuerdos. El pasado día 22 mi amigo tuvo la fortuna de cumplir 100 años de edad. Absolutamente fructíferos. No ha habido etapa de su feliz existencia sin que haya sido coronada por el éxito de sus esfuerzos, porque él ha sido un hombre de armas tomar en diferentes torneos de la vida. De […]
Solo mis recuerdos. El pasado día 22 mi amigo tuvo la fortuna de cumplir 100 años de edad. Absolutamente fructíferos. No ha habido etapa de su feliz existencia sin que haya sido coronada por el éxito de sus esfuerzos, porque él ha sido un hombre de armas tomar en diferentes torneos de la vida.
De una familia no ciertamente longeva ha sobrevivido a todos sus hermanos.
Alguna vez me contó que siendo estudiante de la ciencia médica en la ciudad de Medellín, un profesor suyo, por una circunstancia coyuntural, advirtió irregularidades en la medición de su presión arterial y se lo puso de manifiesto, y le dio determinados consejos relativos a comportamientos prácticos que debía atender durante el transcurso de toda su vida.
Desde su juventud de entonces hasta la de ahora me dijo que nunca ha dejado de observarlos y que a ellos achaca su longevidad inmarchitable. De tal manera que quien desee conservar y alargar su vida lo podrá consultar, con saludables beneficios. Es mi caso, por ejemplo, por lo que voy marchando bien hacia la misma meta, Dios mediante.
Por herencia recibí su amistad hace ya muchísimos años, él era joven y yo niño, justamente en la población de Urumita, que ha tenido la dicha de no perderse de buenos amigos.
Él estudiaba bachillerato en el famoso colegio Celedón de la ciudad de Santa Marta y allí estudiaba igualmente Luis Raúl Barros Baquero, muerto frisando apenas aproximadamente 19 años. Lo atacó una peritonitis y no hubo médico en la región que pudiera salvarlo, ni Ferreira de Villanueva ni Pupo de Valledupar. No le fue reconocida la novedad, pero ello no quiere decir que aquellos galenos no fueran eminentes. Se hicieron amigos entrañables, y allí se encuentra la raíz de mi amistad con él y su excelente familia.
Pero cómo no anotar así sea brevemente su paso político por la Cámara de Representantes, donde se desveló por la mejora del nivel de vida de sus representados, particularmente en el sector de la salud, que bien conocía como médico eminente. E igualmente consecuente con su condición siempre se ha preocupado por la atención personalizada a sus pacientes. Por ello goza de compadres y ahijados por todas partes.
También ha sido un líder prominente en el sector agropecuario de nuestra comarca, ejemplarizando eficientemente tanto con magníficos hatos ganaderos como en la agricultura del algodón y del arroz.
Pero ante todo se destaca por una vida especialmente dedicada a su cálido hogar en el que rivaliza alegremente con la irreemplazable Clara y con el amor de sus encomiables hijos, nueras y yernos. Y atestiguo que conserva una pléyade de amigos que lo admiramos como nuestro ejemplo.
La del doctor José Gregorio Marulanda Aarón ha sido una vida de 100 años, toda consagrada al cumplimiento de sus deberes privados y públicos, por lo cual tiene la dignidad de ser uno de los hijos más importantes de todos los tiempos de nuestra amada provincia de La Guajira y Cesar. Desde los montes de Pueblo Bello.