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Columnista - 6 julio, 2021

CCMV: casa propia

Con arreglo a la ley, la música vallenata es una manifestación inmaterial. Incluida por la ONU en la lista de Patrimonio Cultural de la Nación. El señor gobernador del Cesar, Luis Alberto Monsalvo Gnecco, procura honrarla, gestionando la construcción creativa de un espacio propio para registrar su historia y consolidar su porvenir: el Centro Cultural […]

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Con arreglo a la ley, la música vallenata es una manifestación inmaterial. Incluida por la ONU en la lista de Patrimonio Cultural de la Nación. El señor gobernador del Cesar, Luis Alberto Monsalvo Gnecco, procura honrarla, gestionando la construcción creativa de un espacio propio para registrar su historia y consolidar su porvenir: el Centro Cultural de la Música Vallenata.

Ese acto de gobierno requiere el respaldo decidido y los aplausos tónicos de todas las gentes de aquí y de Colombia, que aman la música vallenata como regocijo del alma y no debe ser inasible punto para los desacuerdos y posturas ideológicas o partidistas. Ni de odios o rencillas personales o familiares.

Valledupar, en general, ha de coexistir alrededor del vallenato y ciudad de encuentro para disfrutarlo, conocerlo, dimensionarlo, por manera erigirle el centro de su música debe ser el faro que motive todo lo que le dé presencia altiva y que permanezca inalterable en horizontes empáticos, sin egoísmos ni inquinas. Y para siempre en tono épico.

La obra que consolida la Casa Propia no es ninguna iniciativa improvisada. Por el contrario, es un proceso bien pensado y concebido con rigor por lo regladamente planeado. Su arquitectura y diseño será referente para ubicar la música vallenata donde todo sea espacio de alegrías, disfrute, admiración, registro de historia, placidez. En fin, lugar para rostros sonreídos y actitudes fraternas.

La pomposa Casa Propia ha de ser deleite y lugar que nos una, en condiciones de igualdad. De olvido de posiciones extremas en los pensamientos y conductas. De consensos. La pletórica música vallenata alboroza la condición humana. Escucharla, oírla, bailarla, admirarla y recorrer sus progresos excita la existencia y dignifica. Y si en un mismo lugar se concentran las gentes, las cosas, los utensilios, instrumentos que la ponen de presente como manifestación de gratitud y conformidad, la inmaterialidad adquiere vida en el lugar que plenamente la honra.

El Festival de la Leyenda Vallenata es una fiesta colectiva, un evento cultural, que ha sido declarado patrimonio cultural de la nación. La música vallenata es la manifestación inmaterial, sublime, eviterna. El festival el acto que la proclama. La conmemora.

El Centro Cultural de la Música Vallenata, en reconciliación, ha de registrar fidedignamente su historia, sus actores, cultores, gestores, efigies, visualmente relatar lo vivencial de sus contenidos; al interior de la majestuosa obra que la alojará permanecerá en nosotros mismos cada se ingrese y se salga del templo que la eterniza. La imponencia del CCMV ha de ser orgullo colectivo para divulgar la música excelsa que encierra el vallenato. Mole de cultura.

Consuelo AraujoNoguera, Escalona y López concibieron un festival para alrededor de una gran parranda, recrear el vallenato (caja, guacharaca y acordeón). El festival se dimensionó y hoy se encuentra posicionado. Cielo Gnecco y su hijo el gobernador del Cesar, Monsalvo Gnecco, han bellamente concebido la Casa Propia para albergar la música vallenata, su tradición, sus actores y procurar la pedagogía de lo óntico del vallenato. Lo ilustrativo.

Ninguna interferencia debe zaherir la historia de la música vallenata. De ayer, de hoy y siempre. Puede haber perspectivas distintas, pero nunca posiciones mezquinas, insultantes, resentidas alrededor de lo sublime de la música en la que a su interior se construyen melodías, conforman acordes y se establecen centros tonales. Para vivificarlas: el Centro Cultural de la Música Vallenata (CCMV). La casa no es de nadie en particular, es inclusiva. ¡Enhorabuena, la casa de la música vallenata!

Columnista
6 julio, 2021

CCMV: casa propia

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Hugo Mendoza

Con arreglo a la ley, la música vallenata es una manifestación inmaterial. Incluida por la ONU en la lista de Patrimonio Cultural de la Nación. El señor gobernador del Cesar, Luis Alberto Monsalvo Gnecco, procura honrarla, gestionando la construcción creativa de un espacio propio para registrar su historia y consolidar su porvenir: el Centro Cultural […]


Con arreglo a la ley, la música vallenata es una manifestación inmaterial. Incluida por la ONU en la lista de Patrimonio Cultural de la Nación. El señor gobernador del Cesar, Luis Alberto Monsalvo Gnecco, procura honrarla, gestionando la construcción creativa de un espacio propio para registrar su historia y consolidar su porvenir: el Centro Cultural de la Música Vallenata.

Ese acto de gobierno requiere el respaldo decidido y los aplausos tónicos de todas las gentes de aquí y de Colombia, que aman la música vallenata como regocijo del alma y no debe ser inasible punto para los desacuerdos y posturas ideológicas o partidistas. Ni de odios o rencillas personales o familiares.

Valledupar, en general, ha de coexistir alrededor del vallenato y ciudad de encuentro para disfrutarlo, conocerlo, dimensionarlo, por manera erigirle el centro de su música debe ser el faro que motive todo lo que le dé presencia altiva y que permanezca inalterable en horizontes empáticos, sin egoísmos ni inquinas. Y para siempre en tono épico.

La obra que consolida la Casa Propia no es ninguna iniciativa improvisada. Por el contrario, es un proceso bien pensado y concebido con rigor por lo regladamente planeado. Su arquitectura y diseño será referente para ubicar la música vallenata donde todo sea espacio de alegrías, disfrute, admiración, registro de historia, placidez. En fin, lugar para rostros sonreídos y actitudes fraternas.

La pomposa Casa Propia ha de ser deleite y lugar que nos una, en condiciones de igualdad. De olvido de posiciones extremas en los pensamientos y conductas. De consensos. La pletórica música vallenata alboroza la condición humana. Escucharla, oírla, bailarla, admirarla y recorrer sus progresos excita la existencia y dignifica. Y si en un mismo lugar se concentran las gentes, las cosas, los utensilios, instrumentos que la ponen de presente como manifestación de gratitud y conformidad, la inmaterialidad adquiere vida en el lugar que plenamente la honra.

El Festival de la Leyenda Vallenata es una fiesta colectiva, un evento cultural, que ha sido declarado patrimonio cultural de la nación. La música vallenata es la manifestación inmaterial, sublime, eviterna. El festival el acto que la proclama. La conmemora.

El Centro Cultural de la Música Vallenata, en reconciliación, ha de registrar fidedignamente su historia, sus actores, cultores, gestores, efigies, visualmente relatar lo vivencial de sus contenidos; al interior de la majestuosa obra que la alojará permanecerá en nosotros mismos cada se ingrese y se salga del templo que la eterniza. La imponencia del CCMV ha de ser orgullo colectivo para divulgar la música excelsa que encierra el vallenato. Mole de cultura.

Consuelo AraujoNoguera, Escalona y López concibieron un festival para alrededor de una gran parranda, recrear el vallenato (caja, guacharaca y acordeón). El festival se dimensionó y hoy se encuentra posicionado. Cielo Gnecco y su hijo el gobernador del Cesar, Monsalvo Gnecco, han bellamente concebido la Casa Propia para albergar la música vallenata, su tradición, sus actores y procurar la pedagogía de lo óntico del vallenato. Lo ilustrativo.

Ninguna interferencia debe zaherir la historia de la música vallenata. De ayer, de hoy y siempre. Puede haber perspectivas distintas, pero nunca posiciones mezquinas, insultantes, resentidas alrededor de lo sublime de la música en la que a su interior se construyen melodías, conforman acordes y se establecen centros tonales. Para vivificarlas: el Centro Cultural de la Música Vallenata (CCMV). La casa no es de nadie en particular, es inclusiva. ¡Enhorabuena, la casa de la música vallenata!