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Editorial - 25 mayo, 2021

No (re)enviar noticias falsas, ni manipularlas

El primer mandamiento que se predica del usuario de las redes sociales, o de cualquier dispositivo digital de difusión masiva,  es no enviar ni reenviar noticias falsas. Aplicar este principio de corrección y prevención nos hará mejores ciudadanos, más humanos, más comprometidos con los demás y más respetuosos. Más deliberantes,  democráticos y  comprensivos.  Son reflexiones […]

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El primer mandamiento que se predica del usuario de las redes sociales, o de cualquier dispositivo digital de difusión masiva,  es no enviar ni reenviar noticias falsas. Aplicar este principio de corrección y prevención nos hará mejores ciudadanos, más humanos, más comprometidos con los demás y más respetuosos. Más deliberantes,  democráticos y  comprensivos. 

Son reflexiones que nos hacemos ahora a raíz de las jornadas de protesta de las últimas semanas. Y debemos decirlo con claridad, si antes el gobierno Santos se quejaba de la cantidad de noticias falsas y manipulación de la información que ejercía la oposición  uribista, recordemos el reconocimiento del jefe de la campaña del no contra el plebiscito, que había que generar a través de la comunicación que se votara con rabia,  ahora igual estrategia contra Duque hace la izquierda radical. 

Es lo que conocimos ayer. Aunque las ambulancias y misiones médicas son protegidas por el derecho universal, y el sentido de humanidad, se atacaron 16 ambulancias en Bogotá, solo por la desconfianza generada por un trino de una concejal de la Unión Patriótica con 40 mil seguidores en Twitter,  al decir: “Me llega esta denuncia de que en una ambulancia se transportan gases lacrimógenos para la policía”. ¿Verificó ella esa denuncia antes de darla a conocer? ¿No midió, por su cargo en el Distrito capital,  que en medio de la tensión de la calle esta información podía producir un grave impacto? 

Las ambulancias se convirtieron pronto en carros ‘camuflados’ de la Policía, al punto que  empezó a moverse en las redes otra información, que los heridos de la Policía se transportaban en esas ambulancias (¿y los de los manifestantes no?). Cerca a la capital se transportaba una bebé  y en el bloqueo no se le dio paso a la ambulancia y aquél ser murió. La recién nombrada jefe de comunicaciones de la campaña de Gustavo Petro justificó en un video ampliamente difundido que así se hubiera dejado pasar la ambulancia en todo caso la bebé habría muerto. Las reacciones de rechazo a la comunicadora no se hicieron esperar, y concluyeron poniendo de presente que los bloqueos son delitos y terminan afectando al mismo pueblo. 

Otro incidente desafortunado fue la proliferación en las redes sociales de la información de que  el supermercado Éxito, del sector de Calipso en Cali, se había convertido en un centro de torturas. Inmediatamente manifestantes en otras ciudades y en la costa,  en Montería,  irrumpieron en esos almacenes para dañarlos  y de ocasión anticipar el agosto. 

¿Por qué a la gente le es tan fácil reenviar las cosas que le parecen buenas porque corresponden a su postura frente a un tema y fustiga al adversario político, cultural o religioso? Investigaciones prueban el desarrollo de la autoestima al sentirse confirmados por la información recibida.  Lo que quiere decir que no se confirma si el hecho es real o no, sino que al corresponder con lo que pienso se convierte a mi deseo de hacerlo real y vivo al enviarlo a  mis seguidores. Al enviarlo a ellos me lo estoy enviando a mí.

Editorial
25 mayo, 2021

No (re)enviar noticias falsas, ni manipularlas

El primer mandamiento que se predica del usuario de las redes sociales, o de cualquier dispositivo digital de difusión masiva,  es no enviar ni reenviar noticias falsas. Aplicar este principio de corrección y prevención nos hará mejores ciudadanos, más humanos, más comprometidos con los demás y más respetuosos. Más deliberantes,  democráticos y  comprensivos.  Son reflexiones […]


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El primer mandamiento que se predica del usuario de las redes sociales, o de cualquier dispositivo digital de difusión masiva,  es no enviar ni reenviar noticias falsas. Aplicar este principio de corrección y prevención nos hará mejores ciudadanos, más humanos, más comprometidos con los demás y más respetuosos. Más deliberantes,  democráticos y  comprensivos. 

Son reflexiones que nos hacemos ahora a raíz de las jornadas de protesta de las últimas semanas. Y debemos decirlo con claridad, si antes el gobierno Santos se quejaba de la cantidad de noticias falsas y manipulación de la información que ejercía la oposición  uribista, recordemos el reconocimiento del jefe de la campaña del no contra el plebiscito, que había que generar a través de la comunicación que se votara con rabia,  ahora igual estrategia contra Duque hace la izquierda radical. 

Es lo que conocimos ayer. Aunque las ambulancias y misiones médicas son protegidas por el derecho universal, y el sentido de humanidad, se atacaron 16 ambulancias en Bogotá, solo por la desconfianza generada por un trino de una concejal de la Unión Patriótica con 40 mil seguidores en Twitter,  al decir: “Me llega esta denuncia de que en una ambulancia se transportan gases lacrimógenos para la policía”. ¿Verificó ella esa denuncia antes de darla a conocer? ¿No midió, por su cargo en el Distrito capital,  que en medio de la tensión de la calle esta información podía producir un grave impacto? 

Las ambulancias se convirtieron pronto en carros ‘camuflados’ de la Policía, al punto que  empezó a moverse en las redes otra información, que los heridos de la Policía se transportaban en esas ambulancias (¿y los de los manifestantes no?). Cerca a la capital se transportaba una bebé  y en el bloqueo no se le dio paso a la ambulancia y aquél ser murió. La recién nombrada jefe de comunicaciones de la campaña de Gustavo Petro justificó en un video ampliamente difundido que así se hubiera dejado pasar la ambulancia en todo caso la bebé habría muerto. Las reacciones de rechazo a la comunicadora no se hicieron esperar, y concluyeron poniendo de presente que los bloqueos son delitos y terminan afectando al mismo pueblo. 

Otro incidente desafortunado fue la proliferación en las redes sociales de la información de que  el supermercado Éxito, del sector de Calipso en Cali, se había convertido en un centro de torturas. Inmediatamente manifestantes en otras ciudades y en la costa,  en Montería,  irrumpieron en esos almacenes para dañarlos  y de ocasión anticipar el agosto. 

¿Por qué a la gente le es tan fácil reenviar las cosas que le parecen buenas porque corresponden a su postura frente a un tema y fustiga al adversario político, cultural o religioso? Investigaciones prueban el desarrollo de la autoestima al sentirse confirmados por la información recibida.  Lo que quiere decir que no se confirma si el hecho es real o no, sino que al corresponder con lo que pienso se convierte a mi deseo de hacerlo real y vivo al enviarlo a  mis seguidores. Al enviarlo a ellos me lo estoy enviando a mí.