Tratándose de la palma era hora de que nuestros productores tuvieran un respiro después de una década regular desde el 2010, de sequías y malos precios, especialmente en el norte de la costa Caribe; precios que para sorpresa se habían desplomado en la prepandemia.
Tratándose de la palma era hora de que nuestros productores tuvieran un respiro después de una década regular desde el 2010, de sequías y malos precios, especialmente en el norte de la costa Caribe; precios que para sorpresa se habían desplomado en la prepandemia.
Según un informe de coyuntura de Bancolombia sobre el mercado y precios del aceite, publicado este mes de abril, la bonanza podría durar.
“La suma de múltiples factores mantiene los precios internacionales del aceite de palma al alza, en niveles no observados en muchos años. Mayores compras por parte de China, el avance de la vacunación en economías desarrolladas, menores inventarios de oleaginosas y los elevados niveles de liquidez en EE. UU. siguen dando soporte a los precios. Adicionalmente, contrario a lo sucedido en otras épocas, aun con el aumento del diferencial entre los precios de los aceites vegetales y el diésel, muchos Gobiernos han mantenido el apoyo al uso del biodiesel”.
Veamos qué nos dicen los elementos estructurales de un mercado y sus precios, llamados ‘fundamentales’. “Los fundamentales apuntan a unos precios sostenidos”, sostiene el análisis.
“Los inventarios globales de semillas oleaginosas han bajado considerablemente, y los stocks de aceite de palma en Malasia se recuperan muy lentamente. Las cifras, y las estimaciones de muchos analistas, apuntan a un 2021 con precios que deberían permanecer elevados, los cuales podrían corregir parcialmente en 2022 si se da un aumento considerable del área plantada y la molienda de soya. Con esto, no sería de esperarse que en el corto a mediano plazo volvamos a niveles de precios tan bajos como los vividos en 2018 y 2019, a menos que la producción global de biodiésel sufra un revés importante”.
En lo interno los precios altos se corresponden con la tasa de cambio positiva, por devaluación, el reconocimiento al biodiesel y la poca producción con que inició el año. El Cesar tiene casi 100 mil hectáreas de palma, una plantación de ciclo largo que, con su industria transformadora, genera importantes y permanentes empleos.
El aceite de palma, como lo hemos registrado, recibe constantes ataques de grupos que propugnan por una alimentación más saludable, y no recomiendan el uso de aceites comestibles de origen vegetal; y ahora vemos a sectores y países europeos, como Bélgica, que también lo censuran con el argumento de que esas plantaciones generan deforestación, dado que en Malasia e Indonesia los grandes productores mundiales han eliminado selva tropical para su cultivo.
Colombia, que es en el ámbito mundial un productor muy distante de aquellos colosos, podría terminar contagiado en una fiesta de la que no hace parte. Justos por pecadores.
Situación similar vivimos con nuestra ganadería -con precios históricos pues el ganado en pie ha estado por niveles de $6.000/kilo-, ferozmente estigmatizada por la emisión atmosférica de los ganados, porque se alega que las carnes rojas no deben nutrir la dieta de hoy y, como si fuese poco, porque los deforestadores del sur del país abren praderas ganaderas.
Tratándose de la palma era hora de que nuestros productores tuvieran un respiro después de una década regular desde el 2010, de sequías y malos precios, especialmente en el norte de la costa Caribe; precios que para sorpresa se habían desplomado en la prepandemia.
Tratándose de la palma era hora de que nuestros productores tuvieran un respiro después de una década regular desde el 2010, de sequías y malos precios, especialmente en el norte de la costa Caribe; precios que para sorpresa se habían desplomado en la prepandemia.
Según un informe de coyuntura de Bancolombia sobre el mercado y precios del aceite, publicado este mes de abril, la bonanza podría durar.
“La suma de múltiples factores mantiene los precios internacionales del aceite de palma al alza, en niveles no observados en muchos años. Mayores compras por parte de China, el avance de la vacunación en economías desarrolladas, menores inventarios de oleaginosas y los elevados niveles de liquidez en EE. UU. siguen dando soporte a los precios. Adicionalmente, contrario a lo sucedido en otras épocas, aun con el aumento del diferencial entre los precios de los aceites vegetales y el diésel, muchos Gobiernos han mantenido el apoyo al uso del biodiesel”.
Veamos qué nos dicen los elementos estructurales de un mercado y sus precios, llamados ‘fundamentales’. “Los fundamentales apuntan a unos precios sostenidos”, sostiene el análisis.
“Los inventarios globales de semillas oleaginosas han bajado considerablemente, y los stocks de aceite de palma en Malasia se recuperan muy lentamente. Las cifras, y las estimaciones de muchos analistas, apuntan a un 2021 con precios que deberían permanecer elevados, los cuales podrían corregir parcialmente en 2022 si se da un aumento considerable del área plantada y la molienda de soya. Con esto, no sería de esperarse que en el corto a mediano plazo volvamos a niveles de precios tan bajos como los vividos en 2018 y 2019, a menos que la producción global de biodiésel sufra un revés importante”.
En lo interno los precios altos se corresponden con la tasa de cambio positiva, por devaluación, el reconocimiento al biodiesel y la poca producción con que inició el año. El Cesar tiene casi 100 mil hectáreas de palma, una plantación de ciclo largo que, con su industria transformadora, genera importantes y permanentes empleos.
El aceite de palma, como lo hemos registrado, recibe constantes ataques de grupos que propugnan por una alimentación más saludable, y no recomiendan el uso de aceites comestibles de origen vegetal; y ahora vemos a sectores y países europeos, como Bélgica, que también lo censuran con el argumento de que esas plantaciones generan deforestación, dado que en Malasia e Indonesia los grandes productores mundiales han eliminado selva tropical para su cultivo.
Colombia, que es en el ámbito mundial un productor muy distante de aquellos colosos, podría terminar contagiado en una fiesta de la que no hace parte. Justos por pecadores.
Situación similar vivimos con nuestra ganadería -con precios históricos pues el ganado en pie ha estado por niveles de $6.000/kilo-, ferozmente estigmatizada por la emisión atmosférica de los ganados, porque se alega que las carnes rojas no deben nutrir la dieta de hoy y, como si fuese poco, porque los deforestadores del sur del país abren praderas ganaderas.