Sabemos que en todos los diálogos con los agricultores del departamento aparece la queja por la falta de asociatividad, el individualismo a la hora de producir y vender, lo cual es un gran problema en el mercado del arroz por las condiciones que impone.
Sabemos que en todos los diálogos con los agricultores del departamento aparece la queja por la falta de asociatividad, el individualismo a la hora de producir y vender, lo cual es un gran problema en el mercado del arroz por las condiciones que impone.
“No es lo mismo que se llegue con 100 toneladas al mercado, que salir con 2.000 toneladas de arroz, apoyado en una cooperativa, lo cual le da poder para negociar”, dice el ingeniero Carlos Ríobueno, quien maneja la planta industrial del corregimiento de Valencia, a 12 kilómetros saliendo de Valledupar hacia Bosconia. También la de semillas en la sede de la Federación de Arroceros, próxima al mercado de Valledupar. “El llamado a los agricultores es que se organicen, comercializar el arroz unidos, porque aumentando el volumen, aumenta el poder de negociación”, señaló por su lado Jairo Chimá, director ejecutivo de Fedearroz para la seccional Valledupar y Fundación, Magdalena.
“Si no se le da el valor agregado a lo que producimos, seremos agricultores primitivos, los más débiles de la cadena”, sostiene por su lado Alma Castro.
A la baja precipitación se suma una deuda histórica de las entidades públicas con los agricultores: un sistema de riego, lo cual ha impedido que aumente la competitividad del sector. Por eso, al norte del departamento se aplica riego de inundación, cuestionado en el verano, en el que cada productor obtiene su concesión de los ríos ante Corpocesar. Por eso los agricultores del departamento son tan frágiles ante las inclemencias del clima. Los nuestros son ríos de invierno: sin precipitación no corren al nivel necesario. “Si tuviéramos la represa Los Besotes pudiéramos sembrar muchas más áreas”, dice Chimá.
Es clave entender que el valor agregado es lo fundamental para nuestra producción del campo, cuando se presentan problemas de comercialización y los precios agudizan altibajos. Es el esfuerzo del campesino recompensado por la asociación y la búsqueda de llegar con su producto al consumidor final.
No todos quedan satisfechos: algunos productores, con todo y el esfuerzo de afectar positivamente el mercado por esta planta , en medio de depresiones fuertes de precios, deben asumir un sacrificio, y lo esperan también del transformador de la materia prima.
Algunos manifiestan que la presencia de la Federación en el negocio podría afectar su condición de típico gremio, pero ello se ha venido manejando con la experiencia de una vetusta entidad sorteando en algunos casos eventuales conflictos de interés. Es la ventaja de que el productor esté ahí presente, como el hecho mismo de que hacen parte del respectivo comité, hoy presidido por una mujer, valerosa y representante de los pequeños productores como Alma Castro.
Con su participación en el negocio, la Federación, sin ansias de desmesurado crecimiento, ayuda a regular el mercado, lo abre, lo distribuye y en ciertos casos enfrenta a competidores muy fuertes en el mercado nacional y ciertos molineros en el mercado local que también, por fortuna, por su capacidad y tenacidad, encuentran espacio en el mercado.
En volumen, a nivel nacional son pequeños Cesar y La Guajira, pero debemos hacer valer la calidad de nuestro arroz.
Sabemos que en todos los diálogos con los agricultores del departamento aparece la queja por la falta de asociatividad, el individualismo a la hora de producir y vender, lo cual es un gran problema en el mercado del arroz por las condiciones que impone.
Sabemos que en todos los diálogos con los agricultores del departamento aparece la queja por la falta de asociatividad, el individualismo a la hora de producir y vender, lo cual es un gran problema en el mercado del arroz por las condiciones que impone.
“No es lo mismo que se llegue con 100 toneladas al mercado, que salir con 2.000 toneladas de arroz, apoyado en una cooperativa, lo cual le da poder para negociar”, dice el ingeniero Carlos Ríobueno, quien maneja la planta industrial del corregimiento de Valencia, a 12 kilómetros saliendo de Valledupar hacia Bosconia. También la de semillas en la sede de la Federación de Arroceros, próxima al mercado de Valledupar. “El llamado a los agricultores es que se organicen, comercializar el arroz unidos, porque aumentando el volumen, aumenta el poder de negociación”, señaló por su lado Jairo Chimá, director ejecutivo de Fedearroz para la seccional Valledupar y Fundación, Magdalena.
“Si no se le da el valor agregado a lo que producimos, seremos agricultores primitivos, los más débiles de la cadena”, sostiene por su lado Alma Castro.
A la baja precipitación se suma una deuda histórica de las entidades públicas con los agricultores: un sistema de riego, lo cual ha impedido que aumente la competitividad del sector. Por eso, al norte del departamento se aplica riego de inundación, cuestionado en el verano, en el que cada productor obtiene su concesión de los ríos ante Corpocesar. Por eso los agricultores del departamento son tan frágiles ante las inclemencias del clima. Los nuestros son ríos de invierno: sin precipitación no corren al nivel necesario. “Si tuviéramos la represa Los Besotes pudiéramos sembrar muchas más áreas”, dice Chimá.
Es clave entender que el valor agregado es lo fundamental para nuestra producción del campo, cuando se presentan problemas de comercialización y los precios agudizan altibajos. Es el esfuerzo del campesino recompensado por la asociación y la búsqueda de llegar con su producto al consumidor final.
No todos quedan satisfechos: algunos productores, con todo y el esfuerzo de afectar positivamente el mercado por esta planta , en medio de depresiones fuertes de precios, deben asumir un sacrificio, y lo esperan también del transformador de la materia prima.
Algunos manifiestan que la presencia de la Federación en el negocio podría afectar su condición de típico gremio, pero ello se ha venido manejando con la experiencia de una vetusta entidad sorteando en algunos casos eventuales conflictos de interés. Es la ventaja de que el productor esté ahí presente, como el hecho mismo de que hacen parte del respectivo comité, hoy presidido por una mujer, valerosa y representante de los pequeños productores como Alma Castro.
Con su participación en el negocio, la Federación, sin ansias de desmesurado crecimiento, ayuda a regular el mercado, lo abre, lo distribuye y en ciertos casos enfrenta a competidores muy fuertes en el mercado nacional y ciertos molineros en el mercado local que también, por fortuna, por su capacidad y tenacidad, encuentran espacio en el mercado.
En volumen, a nivel nacional son pequeños Cesar y La Guajira, pero debemos hacer valer la calidad de nuestro arroz.