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Columnista - 4 marzo, 2021

Un cursito de prudencia por favor

Siempre se dijo que el encerramiento -para el caso actual- proporcionaría un cambio favorable  a los seres humanos, nuevas costumbres, más unión familiar, nuevos instrumentos educativos y laborales, nuevas formas de adquirir productos, incluso la manera de recrearnos sería distinta. Las estadísticas resultan contrarias, según informan los medios, más violencia intrafamiliar, más divorcios, más consumo […]

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Siempre se dijo que el encerramiento -para el caso actual- proporcionaría un cambio favorable  a los seres humanos, nuevas costumbres, más unión familiar, nuevos instrumentos educativos y laborales, nuevas formas de adquirir productos, incluso la manera de recrearnos sería distinta.

Las estadísticas resultan contrarias, según informan los medios, más violencia intrafamiliar, más divorcios, más consumo de alcohol, más delitos cibernéticos, para poner ejemplos claros.

Los homo sapiens hemos desarrollado muchos métodos para la supervivencia de la especie, pero distintas teorías para entendernos como sociedad, para vivir como comunidad, algo necesario para poder habitar el planeta, incluso en guerras como ha sido casi siempre, casi eterna, guerras en todos las periodos y en diversos lugares.

Desde los tiempos de Aristóteles aprendimos que el hombre es un animal social, que no puede vivir permanente fuera de un grupo, y para formar una sociedad de individuos deben estar relacionados de cierto modo,  si la gente no se comunica entre sí, se mantienen agresivos, si no cooperan, sus interacciones no son sociales y no constituyen sociedad, no es tarea fácil decir cómo debe agruparse la gente para crear las relaciones sociales, por eso suceden las implicaciones de convivencia, como demuestran las actuales circunstancias.

 Vivir separados en imposible, vivir juntos, resulta muy difícil. Los divorcios con su aumento, son contrarios a la epístola de San Pablo que leen a los casados y eso de que la muerte los separe, cada día es menos cumplible.

Thomas Hobbes,  filósofo de espíritu fuerte e incisivo, fundador de la teoría social en la Europa pos medieval, discute cómo llevar un mundo y hacer analogía  entre sociedad y asociación, de ahí su frase que el hombre es un lobo para el hombre, es decir una carnicería constante. Muchos sociólogos contemporáneos de Hobbes no compartieron sus ideales por su lenguaje duro y anticuado, sin embargo hoy las razones siguen siendo  actuales, pero con distintas miradas y soluciones.

Otro importante sociólogo es Emile Durkheim, afirma que no son los hombres quienes forman la sociedad, sino la sociedad la que forma a los hombres. Ese conjunto preexistente de los modos conductuales interrelacionados, incorporados a la psicología, con su lenguaje, moralidad, religión y economía es lo que nos hace distintos, y nos muestra a veces como lobos o civilizados. He traído toda esa trata de pensadores para resumir, incluso reafirmar, que la prudencia se acabó, como afirma nuestro líder cantante filósofo Silvestre Dangond, que a propósito fue de los pocos que actúo con prudencia en los actos de despedida del inolvidable Jorge Oñate esta semana.

En los actos fúnebres de Oñate, me dicen que bien organizados, los únicos que fallaron fueron los mismos artistas, algunos de sus hijos dejaron conocer la frase que “el que tenga más garganta traga más harina”, y complementa Peter Manjarrez, cuya formación profesional y artística peló el cobre en pleno canto-homenaje, saludando a un tal “perreyeye”, como si fuera una caseta carnavalera. De nada sirvió  que Tom Campbell nos explicara las teorías sociales cuando seguimos actuando como lobos. Y peor, como lobos silvestres.

Pesares: Grande, grande, muy grande fue Jorge Oñate y sus cantos, mientras entiendo que ya no está entre nosotros, aplaudiré su arte exitoso y nostálgico.

Columnista
4 marzo, 2021

Un cursito de prudencia por favor

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Edgardo Mendoza Guerra

Siempre se dijo que el encerramiento -para el caso actual- proporcionaría un cambio favorable  a los seres humanos, nuevas costumbres, más unión familiar, nuevos instrumentos educativos y laborales, nuevas formas de adquirir productos, incluso la manera de recrearnos sería distinta. Las estadísticas resultan contrarias, según informan los medios, más violencia intrafamiliar, más divorcios, más consumo […]


Siempre se dijo que el encerramiento -para el caso actual- proporcionaría un cambio favorable  a los seres humanos, nuevas costumbres, más unión familiar, nuevos instrumentos educativos y laborales, nuevas formas de adquirir productos, incluso la manera de recrearnos sería distinta.

Las estadísticas resultan contrarias, según informan los medios, más violencia intrafamiliar, más divorcios, más consumo de alcohol, más delitos cibernéticos, para poner ejemplos claros.

Los homo sapiens hemos desarrollado muchos métodos para la supervivencia de la especie, pero distintas teorías para entendernos como sociedad, para vivir como comunidad, algo necesario para poder habitar el planeta, incluso en guerras como ha sido casi siempre, casi eterna, guerras en todos las periodos y en diversos lugares.

Desde los tiempos de Aristóteles aprendimos que el hombre es un animal social, que no puede vivir permanente fuera de un grupo, y para formar una sociedad de individuos deben estar relacionados de cierto modo,  si la gente no se comunica entre sí, se mantienen agresivos, si no cooperan, sus interacciones no son sociales y no constituyen sociedad, no es tarea fácil decir cómo debe agruparse la gente para crear las relaciones sociales, por eso suceden las implicaciones de convivencia, como demuestran las actuales circunstancias.

 Vivir separados en imposible, vivir juntos, resulta muy difícil. Los divorcios con su aumento, son contrarios a la epístola de San Pablo que leen a los casados y eso de que la muerte los separe, cada día es menos cumplible.

Thomas Hobbes,  filósofo de espíritu fuerte e incisivo, fundador de la teoría social en la Europa pos medieval, discute cómo llevar un mundo y hacer analogía  entre sociedad y asociación, de ahí su frase que el hombre es un lobo para el hombre, es decir una carnicería constante. Muchos sociólogos contemporáneos de Hobbes no compartieron sus ideales por su lenguaje duro y anticuado, sin embargo hoy las razones siguen siendo  actuales, pero con distintas miradas y soluciones.

Otro importante sociólogo es Emile Durkheim, afirma que no son los hombres quienes forman la sociedad, sino la sociedad la que forma a los hombres. Ese conjunto preexistente de los modos conductuales interrelacionados, incorporados a la psicología, con su lenguaje, moralidad, religión y economía es lo que nos hace distintos, y nos muestra a veces como lobos o civilizados. He traído toda esa trata de pensadores para resumir, incluso reafirmar, que la prudencia se acabó, como afirma nuestro líder cantante filósofo Silvestre Dangond, que a propósito fue de los pocos que actúo con prudencia en los actos de despedida del inolvidable Jorge Oñate esta semana.

En los actos fúnebres de Oñate, me dicen que bien organizados, los únicos que fallaron fueron los mismos artistas, algunos de sus hijos dejaron conocer la frase que “el que tenga más garganta traga más harina”, y complementa Peter Manjarrez, cuya formación profesional y artística peló el cobre en pleno canto-homenaje, saludando a un tal “perreyeye”, como si fuera una caseta carnavalera. De nada sirvió  que Tom Campbell nos explicara las teorías sociales cuando seguimos actuando como lobos. Y peor, como lobos silvestres.

Pesares: Grande, grande, muy grande fue Jorge Oñate y sus cantos, mientras entiendo que ya no está entre nosotros, aplaudiré su arte exitoso y nostálgico.