Esta Colombia llena de percances, necesidades y vicisitudes, requiere que sus hijos se empoderen en el emprendimiento de un nuevo estilo de vida nacional que sea más funcional y acorde a los retos que nos deparan los nuevos tiempos. Para ello, es necesario, fundamental e imprescindible, constatar alternativas y diferenciar actitudes que establezcan relaciones de […]
Esta Colombia llena de percances, necesidades y vicisitudes, requiere que sus hijos se empoderen en el emprendimiento de un nuevo estilo de vida nacional que sea más funcional y acorde a los retos que nos deparan los nuevos tiempos. Para ello, es necesario, fundamental e imprescindible, constatar alternativas y diferenciar actitudes que establezcan relaciones de diferencia y semejanzas con las convicciones y prácticas orientadas a la consolidación de una sociedad justa, educada y solidaria.
Es cierto que vivimos tiempos modernos difíciles, pero necesitamos hoy, más que nunca, asumir con positivismo una dosis de ganas proactivas que nos fortalezcan e impulsen hacia acciones reales y tangibles. No estamos vencidos y tampoco lo vamos a permitir; pero la gran verdad es que el panorama de vida que afrontamos, en el marco de esta terrible pandemia, es crítico, difícil e impredecible y requiere que pensemos con cabeza fría cómo afrontar y vencer los obstáculos.
Hoy por hoy nos enfrentamos a problemas serios e impostergables, como la asqueante corrupción que hace metástasis en el seno de la institucionalidad desde hace varias décadas; además, la pobreza, la falta de empleo, la violencia sin control y generalizada, el abandono del campo y la escasa atención que se les brinda a los actores que aún permanecen en él, para sacarlo adelante, el resurgimiento de grupos armados al margen de la ley, la desigualdad, la falta de oportunidades y otros fenómenos de impacto social que se dilatan y postergan y que urgen atención de manera pronta y especial por la institucionalidad local, regional y nacional.
Debemos entender y apuntarle a una sociedad justa, aquella donde los diversos protagonistas que la integran tienen los medios y la voluntad de ayudarse mutuamente para evitar actos injustos o repararlos cuando no se puedan evitar; de allí que debemos procurar e insistir en una educación de calidad para todos, más funcional y ajustada a las necesidades del momento; la educación abre caminos que conducen al desarrollo; luchar por el mantenimiento y conservación ambiental, facilitar el acceso de las mujeres a diferentes ámbitos de la sociedad, aún limitados para ellas; igual, disminuir los altos índices de discriminación racial y social.
El ser humano necesita vivir en sociedad, ya que el trabajo transformador que allí aporta facilita todos los proyectos individuales a avanzar el conglomerado, nos permitirá mantener costumbres, asimilar normas y conductas que nos ayuden a llevar una mejor y correcta vida. Iniciemos acogiéndonos a una cultura de vida solidaria justa y apropiada, compartiendo buenas acciones para que otros asimilen con el buen ejemplo; de allí es importante saber: ¿cuándo?, ¿cómo?, ¿dónde?, ¿para qué?, ¿y por qué? No desaprovechar las oportunidades para compartir y demostrar nuestros nuevos y buenos actos.
Construir un mundo mejor al que vivimos debe ser nuestro nuevo reto para estos tiempos borrascosos. Vale la pena que hoy todos pensemos así; seremos ejemplo para futuras generaciones.
Esta Colombia llena de percances, necesidades y vicisitudes, requiere que sus hijos se empoderen en el emprendimiento de un nuevo estilo de vida nacional que sea más funcional y acorde a los retos que nos deparan los nuevos tiempos. Para ello, es necesario, fundamental e imprescindible, constatar alternativas y diferenciar actitudes que establezcan relaciones de […]
Esta Colombia llena de percances, necesidades y vicisitudes, requiere que sus hijos se empoderen en el emprendimiento de un nuevo estilo de vida nacional que sea más funcional y acorde a los retos que nos deparan los nuevos tiempos. Para ello, es necesario, fundamental e imprescindible, constatar alternativas y diferenciar actitudes que establezcan relaciones de diferencia y semejanzas con las convicciones y prácticas orientadas a la consolidación de una sociedad justa, educada y solidaria.
Es cierto que vivimos tiempos modernos difíciles, pero necesitamos hoy, más que nunca, asumir con positivismo una dosis de ganas proactivas que nos fortalezcan e impulsen hacia acciones reales y tangibles. No estamos vencidos y tampoco lo vamos a permitir; pero la gran verdad es que el panorama de vida que afrontamos, en el marco de esta terrible pandemia, es crítico, difícil e impredecible y requiere que pensemos con cabeza fría cómo afrontar y vencer los obstáculos.
Hoy por hoy nos enfrentamos a problemas serios e impostergables, como la asqueante corrupción que hace metástasis en el seno de la institucionalidad desde hace varias décadas; además, la pobreza, la falta de empleo, la violencia sin control y generalizada, el abandono del campo y la escasa atención que se les brinda a los actores que aún permanecen en él, para sacarlo adelante, el resurgimiento de grupos armados al margen de la ley, la desigualdad, la falta de oportunidades y otros fenómenos de impacto social que se dilatan y postergan y que urgen atención de manera pronta y especial por la institucionalidad local, regional y nacional.
Debemos entender y apuntarle a una sociedad justa, aquella donde los diversos protagonistas que la integran tienen los medios y la voluntad de ayudarse mutuamente para evitar actos injustos o repararlos cuando no se puedan evitar; de allí que debemos procurar e insistir en una educación de calidad para todos, más funcional y ajustada a las necesidades del momento; la educación abre caminos que conducen al desarrollo; luchar por el mantenimiento y conservación ambiental, facilitar el acceso de las mujeres a diferentes ámbitos de la sociedad, aún limitados para ellas; igual, disminuir los altos índices de discriminación racial y social.
El ser humano necesita vivir en sociedad, ya que el trabajo transformador que allí aporta facilita todos los proyectos individuales a avanzar el conglomerado, nos permitirá mantener costumbres, asimilar normas y conductas que nos ayuden a llevar una mejor y correcta vida. Iniciemos acogiéndonos a una cultura de vida solidaria justa y apropiada, compartiendo buenas acciones para que otros asimilen con el buen ejemplo; de allí es importante saber: ¿cuándo?, ¿cómo?, ¿dónde?, ¿para qué?, ¿y por qué? No desaprovechar las oportunidades para compartir y demostrar nuestros nuevos y buenos actos.
Construir un mundo mejor al que vivimos debe ser nuestro nuevo reto para estos tiempos borrascosos. Vale la pena que hoy todos pensemos así; seremos ejemplo para futuras generaciones.