Con todo y que se está abriendo el paso a los vehículos en la carrera novena, mientras se terminan los andenes, la congestión del tráfico ya empieza nuevamente a mostrar su amarga cara.
Con todo y que se está abriendo el paso a los vehículos en la carrera novena, mientras se terminan los andenes, la congestión del tráfico ya empieza nuevamente a mostrar su amarga cara. En la medida que nos acerquemos al periodo de la pospandemia, veremos el tormentoso tránsito motorizado y contaminante en las calles de la ciudad. El tema se agudizará también en el parqueo, en lo que habrá progresivamente una mayor demanda porque algunas vías, como la misma carrera novena, se han estrechado. Se necesitará mayor control, riguroso, con el mecanismo de control policial y grúa mas apropiado, sobre el parqueo ilegal en las calles, y también sobre la ocupación del espacio público, como los andenes, ocupación que impide el paso de los peatones.
Durante estos días hemos analizado el anunciado proyecto de buses del Sistema Estratégico de Transporte, los cuales rodarían al iniciar el último trimestre del año, que ahora podemos decir que afortunadamente no inició a operar antes, pues la pandemia (¿quién la podía anticipar?) hubiera afectado de tal manera la demanda de pasajeros que le habría dado un prematuro y negativo golpe de gracia a la recién iniciada operación. Si se preveía en su primera etapa mover niveles de 20 mil pasajeros diarios, para ir subiendo a niveles de 50 o 60 mil, imaginémonos la salvada.
Los sistemas de transporte masivo en Cali, Medellín, Pereira, se afectaron tremendamente, bajaron su ocupación durante el año a la mitad o menos y hasta el Metro de Medellín bailó con la más fea, en una villa primaveral de caras amables, al caérsele demasiado sus ingresos.
Esos buses y sistemas también volverán a operar a las más altas circulaciones y a este terruño vendrán los anhelados buses.
Volvamos a la congestión. Los desplazamientos se reactivarán, y la ciudad que ya pasa del medio millón de habitantes no es ajena al fenómeno del pesado tráfico. Sao Paulo, Río de Janeiro, México D.C., París, Nueva York o cualquier gran ciudad, todas con metros, no han podido manejar el tráfico, especialmente en horas pico.
En Bogotá una investigación afirma que sus habitantes se gastan más de 50 minutos diarios transportándose, mientras otra es más condenatoria: “Inrix, centro de estudios sobre tráfico global, cataloga a Bogotá como la ciudad más congestionada del mundo donde se gastan en promedio 191 horas anuales en tráfico con una velocidad de circulación de 9 km/h” ( El Tiempo, 22 febrero, 2021). ¿Qué quedará con ese ejemplo para el resto de ciudades colombianas?
En Valledupar requerimos más orden, más parqueos y parqueaderos legales, buena señalización y semaforización, mejor control físico y de grúas, sanciones expeditas, aunque sin abusos, red grande de buses, capacitación de conductores de carros y motos, organización del tráfico pesado, excelente estado de la malla vial, regulación de motos, extendida cultura ciudadana, y honesta y transparente gestión de tránsito. Solo así evitaremos el pico y placa, ya aplicado en ciudades similares como Santa Marta.
Por último, como adenda: no han sido dados a conocer los planes de la sectorial municipal en el propósito que el alcalde Mello Castro ha llamado su compromiso con la modernización del tránsito.
Con todo y que se está abriendo el paso a los vehículos en la carrera novena, mientras se terminan los andenes, la congestión del tráfico ya empieza nuevamente a mostrar su amarga cara.
Con todo y que se está abriendo el paso a los vehículos en la carrera novena, mientras se terminan los andenes, la congestión del tráfico ya empieza nuevamente a mostrar su amarga cara. En la medida que nos acerquemos al periodo de la pospandemia, veremos el tormentoso tránsito motorizado y contaminante en las calles de la ciudad. El tema se agudizará también en el parqueo, en lo que habrá progresivamente una mayor demanda porque algunas vías, como la misma carrera novena, se han estrechado. Se necesitará mayor control, riguroso, con el mecanismo de control policial y grúa mas apropiado, sobre el parqueo ilegal en las calles, y también sobre la ocupación del espacio público, como los andenes, ocupación que impide el paso de los peatones.
Durante estos días hemos analizado el anunciado proyecto de buses del Sistema Estratégico de Transporte, los cuales rodarían al iniciar el último trimestre del año, que ahora podemos decir que afortunadamente no inició a operar antes, pues la pandemia (¿quién la podía anticipar?) hubiera afectado de tal manera la demanda de pasajeros que le habría dado un prematuro y negativo golpe de gracia a la recién iniciada operación. Si se preveía en su primera etapa mover niveles de 20 mil pasajeros diarios, para ir subiendo a niveles de 50 o 60 mil, imaginémonos la salvada.
Los sistemas de transporte masivo en Cali, Medellín, Pereira, se afectaron tremendamente, bajaron su ocupación durante el año a la mitad o menos y hasta el Metro de Medellín bailó con la más fea, en una villa primaveral de caras amables, al caérsele demasiado sus ingresos.
Esos buses y sistemas también volverán a operar a las más altas circulaciones y a este terruño vendrán los anhelados buses.
Volvamos a la congestión. Los desplazamientos se reactivarán, y la ciudad que ya pasa del medio millón de habitantes no es ajena al fenómeno del pesado tráfico. Sao Paulo, Río de Janeiro, México D.C., París, Nueva York o cualquier gran ciudad, todas con metros, no han podido manejar el tráfico, especialmente en horas pico.
En Bogotá una investigación afirma que sus habitantes se gastan más de 50 minutos diarios transportándose, mientras otra es más condenatoria: “Inrix, centro de estudios sobre tráfico global, cataloga a Bogotá como la ciudad más congestionada del mundo donde se gastan en promedio 191 horas anuales en tráfico con una velocidad de circulación de 9 km/h” ( El Tiempo, 22 febrero, 2021). ¿Qué quedará con ese ejemplo para el resto de ciudades colombianas?
En Valledupar requerimos más orden, más parqueos y parqueaderos legales, buena señalización y semaforización, mejor control físico y de grúas, sanciones expeditas, aunque sin abusos, red grande de buses, capacitación de conductores de carros y motos, organización del tráfico pesado, excelente estado de la malla vial, regulación de motos, extendida cultura ciudadana, y honesta y transparente gestión de tránsito. Solo así evitaremos el pico y placa, ya aplicado en ciudades similares como Santa Marta.
Por último, como adenda: no han sido dados a conocer los planes de la sectorial municipal en el propósito que el alcalde Mello Castro ha llamado su compromiso con la modernización del tránsito.