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Columnista - 28 enero, 2021

Plumas que cantan

Los vallenatos están destinados a tres cosas: tocar acordeón, criar vacas y beber ron. Así escuché hace algunos años a un equivocado profesor de español en mis tiempos  de  escuela primaria. Ahora entiendo que no solo estaba equivocado, sino, lo peor, desinformado. Mucha gente  sigue así, en su propio patio, pero cacarea tan duro que […]

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Los vallenatos están destinados a tres cosas: tocar acordeón, criar vacas y beber ron. Así escuché hace algunos años a un equivocado profesor de español en mis tiempos  de  escuela primaria. Ahora entiendo que no solo estaba equivocado, sino, lo peor, desinformado. Mucha gente  sigue así, en su propio patio, pero cacarea tan duro que hasta en patios ajenos se escuchan.

 Estudiosos de la vallenatía  afirman que el ser vallenato es todo un compendio de cosas, lenguaje, costumbres, pensamientos, sentimientos, gastronomía, poesía, cantos, bohemia, y claro, cantos, muchos cantos, el acordeón llegó después y contribuyó, y de  manera, a la divulgación de todo esto llamado País vallenato.

 Son tantos quienes escribieron y escriben,  merecedores del  aplauso en el mundo de las letras, aquí las plumas cantan. Mujeres de antes y después, Consuelo Araujo, Mary Daza Orozco, tienen su obra a la vista, sus letras vivientes. Varones como Rodolfo Ortega Montero, Álvaro Castro Socarrás, Alfredo Mestre Orozco, Tomás Darío  Gutiérrez y Julio Oñate Martínez, forman el paisaje investigativo de esta región. En la Universidad Popular del Cesar se editan buenos textos, lástima que con tanto bochinche ahí, pocos nos enteramos. Y quedan muchos nombres de escritores por nombrar, larga lista.

Muchos nombres contribuyen con sus plumas, Atuesta Mindiola, Carlos Arturo Gómez Pavajeau, José Ceferino Nieves, y el más reconocido a nivel nacional, Alonso Sánchez Baute, ponen la cara por este valle de versos. Claro hoy hay muchos investigadores  con buenos textos, poetas hay en cada esquina, buenos y malos como ha sido siempre, las docenas de columnistas de prensa  escriben su historia cada semana, y hasta la literatura oral con  Alberto Muñoz Peñaloza tiene su encanto de cositas del Valle, para no olvidarnos del pasado reciente, ese sin tapabocas, ni alcohol en las manos, pero  sí cántaros en las gargantas.

Ni que hablar de las bibliotecas públicas, las tres existentes  cerraron al día siguiente de la pandemias y botaron las llaves,  se desconoce que a alguien ocurrente mandar los libros para las casas de los lectores, en el mejor tiempo, es decir encerrados.

Las librerías nacionales reportan muchas ganancias en la actualidad, el mercado editorial, a excepción de las ferias presenciales, siguen modernizando sus ventas, pero hacer lectores es tarea más que de gobiernos es de familias, llegar a una casa sin biblioteca, antes era una ofensa, casi un destierro, pero es cosa del pasado, conozco para el caso vallenato de una persona que meses antes botó con carromuleros todos los libros, nuevos y sin lectura, porque ocupan espacios sin ningún resultado. Luego lo nombraron director de Cultura de su ciudad. Cosas por el estilo pasan por aquí.

Pesares 1: Entre el río y el cerro de Hurtado están las discusiones en la primera  quincena de enero en Valledupar: el primero porque no lo cierran,  el segundo porque quieren encerrarlo. Y en ambos el gobierno tiene poderes…

Pesares 2. Parece que con la lamentable muerte del ministro Carlos Holmes, el tema de las vacunas puede agilizarse, febrero es el mes de vacunas dijo el presidente. Y pensar que en febrero, los romanos con las februas, sacaban los males femeninos a punto de perreros. ¡Qué cosa!

Columnista
28 enero, 2021

Plumas que cantan

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Edgardo Mendoza Guerra

Los vallenatos están destinados a tres cosas: tocar acordeón, criar vacas y beber ron. Así escuché hace algunos años a un equivocado profesor de español en mis tiempos  de  escuela primaria. Ahora entiendo que no solo estaba equivocado, sino, lo peor, desinformado. Mucha gente  sigue así, en su propio patio, pero cacarea tan duro que […]


Los vallenatos están destinados a tres cosas: tocar acordeón, criar vacas y beber ron. Así escuché hace algunos años a un equivocado profesor de español en mis tiempos  de  escuela primaria. Ahora entiendo que no solo estaba equivocado, sino, lo peor, desinformado. Mucha gente  sigue así, en su propio patio, pero cacarea tan duro que hasta en patios ajenos se escuchan.

 Estudiosos de la vallenatía  afirman que el ser vallenato es todo un compendio de cosas, lenguaje, costumbres, pensamientos, sentimientos, gastronomía, poesía, cantos, bohemia, y claro, cantos, muchos cantos, el acordeón llegó después y contribuyó, y de  manera, a la divulgación de todo esto llamado País vallenato.

 Son tantos quienes escribieron y escriben,  merecedores del  aplauso en el mundo de las letras, aquí las plumas cantan. Mujeres de antes y después, Consuelo Araujo, Mary Daza Orozco, tienen su obra a la vista, sus letras vivientes. Varones como Rodolfo Ortega Montero, Álvaro Castro Socarrás, Alfredo Mestre Orozco, Tomás Darío  Gutiérrez y Julio Oñate Martínez, forman el paisaje investigativo de esta región. En la Universidad Popular del Cesar se editan buenos textos, lástima que con tanto bochinche ahí, pocos nos enteramos. Y quedan muchos nombres de escritores por nombrar, larga lista.

Muchos nombres contribuyen con sus plumas, Atuesta Mindiola, Carlos Arturo Gómez Pavajeau, José Ceferino Nieves, y el más reconocido a nivel nacional, Alonso Sánchez Baute, ponen la cara por este valle de versos. Claro hoy hay muchos investigadores  con buenos textos, poetas hay en cada esquina, buenos y malos como ha sido siempre, las docenas de columnistas de prensa  escriben su historia cada semana, y hasta la literatura oral con  Alberto Muñoz Peñaloza tiene su encanto de cositas del Valle, para no olvidarnos del pasado reciente, ese sin tapabocas, ni alcohol en las manos, pero  sí cántaros en las gargantas.

Ni que hablar de las bibliotecas públicas, las tres existentes  cerraron al día siguiente de la pandemias y botaron las llaves,  se desconoce que a alguien ocurrente mandar los libros para las casas de los lectores, en el mejor tiempo, es decir encerrados.

Las librerías nacionales reportan muchas ganancias en la actualidad, el mercado editorial, a excepción de las ferias presenciales, siguen modernizando sus ventas, pero hacer lectores es tarea más que de gobiernos es de familias, llegar a una casa sin biblioteca, antes era una ofensa, casi un destierro, pero es cosa del pasado, conozco para el caso vallenato de una persona que meses antes botó con carromuleros todos los libros, nuevos y sin lectura, porque ocupan espacios sin ningún resultado. Luego lo nombraron director de Cultura de su ciudad. Cosas por el estilo pasan por aquí.

Pesares 1: Entre el río y el cerro de Hurtado están las discusiones en la primera  quincena de enero en Valledupar: el primero porque no lo cierran,  el segundo porque quieren encerrarlo. Y en ambos el gobierno tiene poderes…

Pesares 2. Parece que con la lamentable muerte del ministro Carlos Holmes, el tema de las vacunas puede agilizarse, febrero es el mes de vacunas dijo el presidente. Y pensar que en febrero, los romanos con las februas, sacaban los males femeninos a punto de perreros. ¡Qué cosa!