En varios municipios iniciaron movimientos para promover revocatorias de mandato de alcaldes; en Valledupar algunas personas creen en la necesidad de utilizar esta herramienta contemplada en el numeral 4 del artículo 40 de nuestra Constitución Política, y en el artículo 103 constitucional, figura reglamentada en la Ley 134 de 1994, contemplada en su artículo 6 […]
En varios municipios iniciaron movimientos para promover revocatorias de mandato de alcaldes; en Valledupar algunas personas creen en la necesidad de utilizar esta herramienta contemplada en el numeral 4 del artículo 40 de nuestra Constitución Política, y en el artículo 103 constitucional, figura reglamentada en la Ley 134 de 1994, contemplada en su artículo 6 y del artículo 64 al 76 de la misma ley de naturaleza estatutaria.
Aunque es un mecanismo serio sustentado en la democracia participativa, como se cataloga la nuestra, que le concede ciertos derechos y facultades al ciudadano para tener incidencias en temas políticos, el propósito de proponer una revocatoria del alcalde de Valledupar no parece ser tan serio; en primer lugar porque no estamos frente a una crisis profunda con rasgos desestabilizadores en lo político, en lo social o en lo económico. Los problemas que tiene nuestro municipio son heredados y no fueron atendidos en gobiernos anteriores, así que de igual forma se debió promover esta figura con los antecesores del burgomaestre. Es cierto, al alcalde se le debe exigir, pero la revocatoria no es la herramienta en estos momentos, con ello simplemente se perderá tiempo valioso para proponer y hacerle seguimiento a los proyectos y decisiones del mandatario local.
Por otra parte, este es un instrumento político a disposición de cualquier ciudadano, pero la cara del santo hace el milagro, al no estar liderada por una figura atractiva en ideas, propuestas y sólido discurso no tiene posibilidades de éxito, de nada sirve una revocatoria del mandato procedente de un grupo anónimo o animado por algún político que se abstiene en dar la cara.
Quien se consideraría el directo contradictor del actual alcalde es el excandidato Ernesto Orozco pero ya manifestó no estar detrás de esta inoportuna revocatoria; sin embargo, el papel de contradictor se puede decir que es en apariencia, Orozco solo espera que terminen estos 4 años para aspirar de nuevo, su oportunidad para construir una alternativa renovadora y con gran liderazgo estaba en el Concejo, pero al parecer la idea es sencillamente “hagámonos pasito”, cosa distinta ocurre en la Asamblea del Cesar con los extraordinarios debates organizados por la diputada Claudia Margarita Zuleta y Quintín Quintero, ellos sí están asumiendo posturas serias, de contenido y mucho análisis. Lo que no puede hacer el señor alcalde es ignorar los reclamos del grupo que está proponiendo su revocatoria, las demandas del ciudadano siempre serán válidas y merecen ser atendidas. En esto abundan las preocupaciones de los vallenatos: inseguridad, que en diciembre volvió a tener un pico, por hablar en términos de pandemia; el desempleo, que se agrava con la crisis provocada por el covid-19; los retrasos en obras, como la del Centro Histórico y la Casa en el aire, recordando que son problemas que provienen de anteriores administraciones.
En varios municipios iniciaron movimientos para promover revocatorias de mandato de alcaldes; en Valledupar algunas personas creen en la necesidad de utilizar esta herramienta contemplada en el numeral 4 del artículo 40 de nuestra Constitución Política, y en el artículo 103 constitucional, figura reglamentada en la Ley 134 de 1994, contemplada en su artículo 6 […]
En varios municipios iniciaron movimientos para promover revocatorias de mandato de alcaldes; en Valledupar algunas personas creen en la necesidad de utilizar esta herramienta contemplada en el numeral 4 del artículo 40 de nuestra Constitución Política, y en el artículo 103 constitucional, figura reglamentada en la Ley 134 de 1994, contemplada en su artículo 6 y del artículo 64 al 76 de la misma ley de naturaleza estatutaria.
Aunque es un mecanismo serio sustentado en la democracia participativa, como se cataloga la nuestra, que le concede ciertos derechos y facultades al ciudadano para tener incidencias en temas políticos, el propósito de proponer una revocatoria del alcalde de Valledupar no parece ser tan serio; en primer lugar porque no estamos frente a una crisis profunda con rasgos desestabilizadores en lo político, en lo social o en lo económico. Los problemas que tiene nuestro municipio son heredados y no fueron atendidos en gobiernos anteriores, así que de igual forma se debió promover esta figura con los antecesores del burgomaestre. Es cierto, al alcalde se le debe exigir, pero la revocatoria no es la herramienta en estos momentos, con ello simplemente se perderá tiempo valioso para proponer y hacerle seguimiento a los proyectos y decisiones del mandatario local.
Por otra parte, este es un instrumento político a disposición de cualquier ciudadano, pero la cara del santo hace el milagro, al no estar liderada por una figura atractiva en ideas, propuestas y sólido discurso no tiene posibilidades de éxito, de nada sirve una revocatoria del mandato procedente de un grupo anónimo o animado por algún político que se abstiene en dar la cara.
Quien se consideraría el directo contradictor del actual alcalde es el excandidato Ernesto Orozco pero ya manifestó no estar detrás de esta inoportuna revocatoria; sin embargo, el papel de contradictor se puede decir que es en apariencia, Orozco solo espera que terminen estos 4 años para aspirar de nuevo, su oportunidad para construir una alternativa renovadora y con gran liderazgo estaba en el Concejo, pero al parecer la idea es sencillamente “hagámonos pasito”, cosa distinta ocurre en la Asamblea del Cesar con los extraordinarios debates organizados por la diputada Claudia Margarita Zuleta y Quintín Quintero, ellos sí están asumiendo posturas serias, de contenido y mucho análisis. Lo que no puede hacer el señor alcalde es ignorar los reclamos del grupo que está proponiendo su revocatoria, las demandas del ciudadano siempre serán válidas y merecen ser atendidas. En esto abundan las preocupaciones de los vallenatos: inseguridad, que en diciembre volvió a tener un pico, por hablar en términos de pandemia; el desempleo, que se agrava con la crisis provocada por el covid-19; los retrasos en obras, como la del Centro Histórico y la Casa en el aire, recordando que son problemas que provienen de anteriores administraciones.