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Columnista - 31 diciembre, 2020

Chao, 2020. Bienvenido, 2021

Se acaba un año que pocos querremos recordar. Ciertamente, cuando la palabra del año fue pandemia, todo lo que ella implica nos reitera las múltiples razones por las cuales la gran mayoría queríamos que se fuera rápido. Esperemos que la que parece será la palabra del 2021, vacuna, nos ayude a reconstruir la esperanza y […]

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Se acaba un año que pocos querremos recordar. Ciertamente, cuando la palabra del año fue pandemia, todo lo que ella implica nos reitera las múltiples razones por las cuales la gran mayoría queríamos que se fuera rápido. Esperemos que la que parece será la palabra del 2021, vacuna, nos ayude a reconstruir la esperanza y nos permita avanzar en los tantos aspectos que exigen nuestra atención.

A nivel local se han consolidado los famosos extremos que pululan no solo en el resto del país, sino también en otras partes del mundo. Esos dos bandos: el del comité de arenga que todo lo festeja, que todo lo resalta y que anula los errores, inclusive aquellos que con un buen consejo pueden arreglarse; y el de los opositores que todo lo critica, todo lo cuestiona, inclusive lo que merece resaltarse. Manejando aporías vivimos últimamente.

Así, tenemos un alcalde que pese a haber manejado mejor que muchos los contratos de la pandemia, terminó siendo criticado por aparecer entre los mejores según la percepción de los encuestados. Un gobernador que se salvó a última hora de una sanción que parecía inevitable y a veces pareciera querer cumplir con su slogan de campaña, pero que igualmente tiene unos férreos opositores que nos recuerdan con frecuencia que pese a la bárbara inversión el estadio aún no parece tener posibilidad de terminarse.

Para hablar de la gestión de los concejales (tenemos 19, ¿cierto?) y los diputados se requeriría mucho más del espacio disponible, y ni qué decir de los representantes y senadores. Tendríamos que seguir con los empresarios y dirigentes de nuestras instituciones públicas. Creo que eso de los balances nos deja mal parados y la culpa no es solo de la pandemia. Afortunadamente estamos en época de análisis y propósitos, lo cual quiere decir que es el momento apropiado para que emerjan esos compromisos con nosotros mismo, la familia, la sociedad, la institución con la cual estamos vinculados y de pronto surjan unos acuerdos que hagan creer en un mejor mañana.

Es el momento en que muchos podríamos revisar esos informes, analizarlos, guardarlos y dejarlos a mano para cuando pudiéramos necesitarlos, en elecciones por ejemplo, tomar una decisión más fundamentada… o más acorde con nuestros principios.

El 2021 será un año de muchos retos, hay que tener presente que el futuro es el resultado de las decisiones del presente, por ejemplo si seguimos olvidando las consecuencias de no mantener los protocolos, ya sabemos que en enero se dispararán los infectados. De igual manera, las promesas del momento y su cumplimiento o no, serán las que determinen cómo se desarrolle nuestro inmediato futuro.

Ojalá nos encontremos con que la gran mayoría no tendremos que esperar a junio para ser vacunados, que el dinero de nuestros impuestos no terminó enriqueciendo a otro corrupto de turno en vez de asegurarnos bienestar común, o que se acabó el circo de la UPC, entre otros.

Cuídense mucho, hoy falta menos que antes. ¡Feliz año nuevo!

Columnista
31 diciembre, 2020

Chao, 2020. Bienvenido, 2021

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Cenaida Alvis Barranco

Se acaba un año que pocos querremos recordar. Ciertamente, cuando la palabra del año fue pandemia, todo lo que ella implica nos reitera las múltiples razones por las cuales la gran mayoría queríamos que se fuera rápido. Esperemos que la que parece será la palabra del 2021, vacuna, nos ayude a reconstruir la esperanza y […]


Se acaba un año que pocos querremos recordar. Ciertamente, cuando la palabra del año fue pandemia, todo lo que ella implica nos reitera las múltiples razones por las cuales la gran mayoría queríamos que se fuera rápido. Esperemos que la que parece será la palabra del 2021, vacuna, nos ayude a reconstruir la esperanza y nos permita avanzar en los tantos aspectos que exigen nuestra atención.

A nivel local se han consolidado los famosos extremos que pululan no solo en el resto del país, sino también en otras partes del mundo. Esos dos bandos: el del comité de arenga que todo lo festeja, que todo lo resalta y que anula los errores, inclusive aquellos que con un buen consejo pueden arreglarse; y el de los opositores que todo lo critica, todo lo cuestiona, inclusive lo que merece resaltarse. Manejando aporías vivimos últimamente.

Así, tenemos un alcalde que pese a haber manejado mejor que muchos los contratos de la pandemia, terminó siendo criticado por aparecer entre los mejores según la percepción de los encuestados. Un gobernador que se salvó a última hora de una sanción que parecía inevitable y a veces pareciera querer cumplir con su slogan de campaña, pero que igualmente tiene unos férreos opositores que nos recuerdan con frecuencia que pese a la bárbara inversión el estadio aún no parece tener posibilidad de terminarse.

Para hablar de la gestión de los concejales (tenemos 19, ¿cierto?) y los diputados se requeriría mucho más del espacio disponible, y ni qué decir de los representantes y senadores. Tendríamos que seguir con los empresarios y dirigentes de nuestras instituciones públicas. Creo que eso de los balances nos deja mal parados y la culpa no es solo de la pandemia. Afortunadamente estamos en época de análisis y propósitos, lo cual quiere decir que es el momento apropiado para que emerjan esos compromisos con nosotros mismo, la familia, la sociedad, la institución con la cual estamos vinculados y de pronto surjan unos acuerdos que hagan creer en un mejor mañana.

Es el momento en que muchos podríamos revisar esos informes, analizarlos, guardarlos y dejarlos a mano para cuando pudiéramos necesitarlos, en elecciones por ejemplo, tomar una decisión más fundamentada… o más acorde con nuestros principios.

El 2021 será un año de muchos retos, hay que tener presente que el futuro es el resultado de las decisiones del presente, por ejemplo si seguimos olvidando las consecuencias de no mantener los protocolos, ya sabemos que en enero se dispararán los infectados. De igual manera, las promesas del momento y su cumplimiento o no, serán las que determinen cómo se desarrolle nuestro inmediato futuro.

Ojalá nos encontremos con que la gran mayoría no tendremos que esperar a junio para ser vacunados, que el dinero de nuestros impuestos no terminó enriqueciendo a otro corrupto de turno en vez de asegurarnos bienestar común, o que se acabó el circo de la UPC, entre otros.

Cuídense mucho, hoy falta menos que antes. ¡Feliz año nuevo!