Con el fallo proferido por el Consejo de Estado, en virtud del cual se declara nulo el nombramiento en el cargo de rector del docente Carlos Emiliano Oñate Gómez, se genera grave traumatismo en los procesos administrativos y académicos de la Universidad Popular del Cesar, pues se hará necesario nombrar en provisionalidad a una persona […]
Con el fallo proferido por el Consejo de Estado, en virtud del cual se declara nulo el nombramiento en el cargo de rector del docente Carlos Emiliano Oñate Gómez, se genera grave traumatismo en los procesos administrativos y académicos de la Universidad Popular del Cesar, pues se hará necesario nombrar en provisionalidad a una persona idónea, que estará en interinidad hasta cuando tome posesión el nuevo rector.
De un tiempo para acá, la situación de la Universidad Popular del Cesar, de la que hago parte como docente catedrático desde hace más de 10 años, se ha caracterizado: i) Por los pobres resultados mostrados en programas que en otrora fueron considerados excelentes, a nivel nacional. ii) Por la intervención del Ministerio de Educación ante las irregularidades denunciadas por los propios estudiantes. iii) Por graves hallazgos en materia fiscal denunciados públicamente por los organismos de control. iv) Por la cada vez más acentuada politización de quienes solo ven a la universidad como la gallina de los huevos de oro. v) Por las millonarias demandas laborales con ocasión de despidos injustificados, que hoy son la vena rota del presupuesto del alma mater. vi) Por trastornos en el proceso de acreditación en algunos de los programas ofertados.
Son, entre otros, factores etiológicos de una profunda crisis que hoy tienen a la UPC en la unidad de cuidados intensivos, pero como toda crisis genera una oportunidad maravillosa de cambio, es cuestión de entender que no se pueden esperar resultados diferentes si hacemos más de lo mismo. La UPC es de todos los nacidos en el Cesar, los del Magdalena, La Guajira y los del sur de Bolívar, es una puerta abierta al saber, y debe ser considerada como la gestora del conocimiento de las nuevas generaciones, luego es un imperativo categórico volver a darle a la academia el lugar que se merece. Se hace necesario, que el nuevo rector, quien quiera que sea designado para el cargo, tenga como prioridad el mejoramiento de la academia, y que en la parte administrativa se rodee de los más capaces y emprendedores, gente honesta y con sentido de pertenencia, que deje atrás el discurso barato de “La culpa fue de la vaca”. Ya está bien de quejarnos de los mínimos aportes que recibimos de la Nación, pues tal como van las cosas, eso no va a cambiar.
Hay que hacer un esfuerzo entre toda la comunidad upecista por brindar lo mejor de nosotros a nuestra alma mater, dando ejemplo que, con poco, se puede hacer mucho. Y ojalá rompamos el circulo vicioso de mucho ladrillo y poca academia, o lo que es igual, la construcción subiendo y el nivel académico bajando. Hay gente valiosa en la UPC, realmente somos más los que soñamos con ver a nuestra universidad bien posicionada, solo es cuestión de fijarnos ese propósito y perseverar, pues como lo dice el profesor Maturana: “El vaso está medio lleno”. Nota de cierre: El precedente artículo fue publicado en este mismo espacio, el 14 de agosto de 2017, hace más de tres años, cuando todavía formaba parte de la nómina de docentes catedráticos de la Universidad Popular del Cesar. Por considerarlo un tema de interés local y general, me he permitido reproducirlo en su totalidad, pues todo apunta a que la Universidad Popular del Cesar, antes de salir de su caótica situación, en estos momentos parece encontrarse en un coma inducido, con pronóstico reservado. [email protected]
Con el fallo proferido por el Consejo de Estado, en virtud del cual se declara nulo el nombramiento en el cargo de rector del docente Carlos Emiliano Oñate Gómez, se genera grave traumatismo en los procesos administrativos y académicos de la Universidad Popular del Cesar, pues se hará necesario nombrar en provisionalidad a una persona […]
Con el fallo proferido por el Consejo de Estado, en virtud del cual se declara nulo el nombramiento en el cargo de rector del docente Carlos Emiliano Oñate Gómez, se genera grave traumatismo en los procesos administrativos y académicos de la Universidad Popular del Cesar, pues se hará necesario nombrar en provisionalidad a una persona idónea, que estará en interinidad hasta cuando tome posesión el nuevo rector.
De un tiempo para acá, la situación de la Universidad Popular del Cesar, de la que hago parte como docente catedrático desde hace más de 10 años, se ha caracterizado: i) Por los pobres resultados mostrados en programas que en otrora fueron considerados excelentes, a nivel nacional. ii) Por la intervención del Ministerio de Educación ante las irregularidades denunciadas por los propios estudiantes. iii) Por graves hallazgos en materia fiscal denunciados públicamente por los organismos de control. iv) Por la cada vez más acentuada politización de quienes solo ven a la universidad como la gallina de los huevos de oro. v) Por las millonarias demandas laborales con ocasión de despidos injustificados, que hoy son la vena rota del presupuesto del alma mater. vi) Por trastornos en el proceso de acreditación en algunos de los programas ofertados.
Son, entre otros, factores etiológicos de una profunda crisis que hoy tienen a la UPC en la unidad de cuidados intensivos, pero como toda crisis genera una oportunidad maravillosa de cambio, es cuestión de entender que no se pueden esperar resultados diferentes si hacemos más de lo mismo. La UPC es de todos los nacidos en el Cesar, los del Magdalena, La Guajira y los del sur de Bolívar, es una puerta abierta al saber, y debe ser considerada como la gestora del conocimiento de las nuevas generaciones, luego es un imperativo categórico volver a darle a la academia el lugar que se merece. Se hace necesario, que el nuevo rector, quien quiera que sea designado para el cargo, tenga como prioridad el mejoramiento de la academia, y que en la parte administrativa se rodee de los más capaces y emprendedores, gente honesta y con sentido de pertenencia, que deje atrás el discurso barato de “La culpa fue de la vaca”. Ya está bien de quejarnos de los mínimos aportes que recibimos de la Nación, pues tal como van las cosas, eso no va a cambiar.
Hay que hacer un esfuerzo entre toda la comunidad upecista por brindar lo mejor de nosotros a nuestra alma mater, dando ejemplo que, con poco, se puede hacer mucho. Y ojalá rompamos el circulo vicioso de mucho ladrillo y poca academia, o lo que es igual, la construcción subiendo y el nivel académico bajando. Hay gente valiosa en la UPC, realmente somos más los que soñamos con ver a nuestra universidad bien posicionada, solo es cuestión de fijarnos ese propósito y perseverar, pues como lo dice el profesor Maturana: “El vaso está medio lleno”. Nota de cierre: El precedente artículo fue publicado en este mismo espacio, el 14 de agosto de 2017, hace más de tres años, cuando todavía formaba parte de la nómina de docentes catedráticos de la Universidad Popular del Cesar. Por considerarlo un tema de interés local y general, me he permitido reproducirlo en su totalidad, pues todo apunta a que la Universidad Popular del Cesar, antes de salir de su caótica situación, en estos momentos parece encontrarse en un coma inducido, con pronóstico reservado. [email protected]