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Columnista - 11 diciembre, 2010

Al señor Alcalde

Por: JOSÉ M. APONTE MARTÍNEZ Yo soy un ciudadano común y corriente, pero tengo la virtud o el defecto, depende quien lo mire, de preocuparme de los problemas que aquejan y azotan a esta ciudad y por ello diariamente recibo fuertes ataques de quienes se creen lesionados cuando intervengo – en una u otra forma- […]

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Por: JOSÉ M. APONTE MARTÍNEZ

Yo soy un ciudadano común y corriente, pero tengo la virtud o el defecto, depende quien lo mire, de preocuparme de los problemas que aquejan y azotan a esta ciudad y por ello diariamente recibo fuertes ataques de quienes se creen lesionados cuando intervengo – en una u otra forma- para tratar de corregir entuertos.

Sapo, me dice el dueño del carro e mula, sin placas ni número cuando orondo lo encuentro botando basura en la Calle del Crimen; pues la Policía Nacional, las Secretarías de Gobierno y Salud Municipales se han declarado impotentes para evitar tamaño adefesio y ni siquiera existe un aviso prohibiendo botar basura ahí o un decreto  sancionando a los infractores y enchollaos, especialmente carromuleros, pero también todos los usuarios del mercado; lambón, en su lenguaje, sobándose la lengua con la mano, me dice el señor EDINSON GONZÁLEZ, que no es otro que uno de los sordomudos que hay en la Plaza Alfonso López,  cuando trato, en asocio de la Policía Nacional de ordenar el “Imperio de los Mudos” que permite el mal parqueo de algunos vehículos que cuadran detrás del que está bien estacionado, casi en la mitad de la calle.  El señor González, es sordomudo, pero no loco y lo primero no lo faculta para ofender y sentirse dueño del espacio público, pues si bien es cierto que le damos propina voluntaria, no es obligatorio hacerlo porque ese espacio es de todos y no un parqueadero privado, ni imperio o territorio privado, como él lo cree.  Yo le pido un poco mas de mesura y cordura, que deje de ser grosero y altanero, no conmigo, sino con muchas personas a quienes oigo quejarse de su arbitrario procedimiento, yo se que él sabe leer, porque en su idioma me ha dicho que ha leído muchas de éstas columnas de opinión.

La Plaza es un caos en todo el sentido, pero especialmente en materia de tránsito a pesar de que está llena de agentes de la Policía Nacional y ahora de los Azules, y es como si nada cuando uno requiere de sus servicios y si uno dice algo tal como me pasó con un Azul de apellido Zuleta, a quien en un principio le pedí decentemente colaboración para que interviniera y lo que me contestó fue que esa no era la zona de él y que mas bien “porqué no manejaí bien y no te meteí en esos líos” , lo que me molestó y tuve que decirle en todo fuerte: indolente e inepto; lo que también provocó su reacción violenta, quizás con razón, por mis excesos que fueron producto de la manera grosera, chabacana y vulgar como respondió un representante del Gobierno Municipal a los requerimientos de un ciudadano preocupado porque todo marche bien en esta ciudad.
No creo que el señor Zuleta haya sido una buena escogencia y si lo fue, al menos debe recibir unas clases de Urbanidad Elemental e Inducción de colaboración, para que los usuarios no nos molestemos cuando recurrimos a él en procura de protección y colaboración; ser compadre del compadre Mayor no lo faculta para no cumplir con su deber y antes por el contrario le exige un buen comportamiento.

Aconsejaría que a los agentes azules de mayor experiencia, como Guerra, Orozco, Hinojosa, Mejía, Piñeres y los dos Mendoza y de pronto otros que no conozco se les provea de su respectivo talonario de parte y además que se destine un buen número de motocicletas para que ellos cumplan a cabalidad con sus funciones de tránsito.

La Plaza en las tardes, especialmente los sábados, domingos y festivos se llena de niños que los padres y abuelos llevamos para que gocen de los carritos, tractores, triciclos y motos que allí arriendan y sería conveniente que hiciera presencia la Policía con Agentes especializados en el  manejo de estos infantes, para brindarles protección de pronto ante la presencia de ladrones y atracadores que por allí pululan.  Es una sugerencia, pero creo que es buena.

“Viejo pendejo, por eso aparecen con la boca llena de moscas”, me dice el conductor de un carro de gaseosas, un bus grande o una tractomula cuando los encuentro en el centro en horas prohibidas y les llamo la atención, ó no sea guevón, no se meta en lo que no le importa, me dice en forma ofensiva un motociclista cuando lo veo volarse un semáforo ó pasarse otro carro por la derecha que es prohibido;  “usted no sabe de eso, no se meta que no le importa”, cuando veo que están tapando una zanja sin compactar la tierra y les digo que eso no está bien hecho porque a los pocos días vendrá el hundimiento irremediable.

En fin, a pesar de todas estas ofensas, yo sigo metiéndome en todo lo malo que veo, porque quiero a Valledupar y deseo que todo funcione bien como sé que también lo desea usted, Señor Alcalde, pero también sé que solo no puede hacerlo y que sus subalternos deben de pellizcarse y tratar de colaborar mejor, pues también sé que por gusto suyo que quiere estar en todas partes  y darse cuenta de todo y de que todo esté bien otra cosa sería.

Señor Secretario de Obras Públicas, a pesar de los ingentes esfuerzos hecho por su jefe, el Alcalde, todavía hay muchas cosas pequeñas por hacer, le voy a puntualizar 3 que son urgentes: Una tronera en la calle 17 con carrera 9, Otra en la Calle 16A con Séptima, y la tercera en la Avenida Hurtado, exactamente en frente a la Instalaciones de  la Personería Municipal, que son peligrosas y es mejor evitar accidentes graves con posibles muertos que significarían grandes erogaciones para el Municipio.

Columnista
11 diciembre, 2010

Al señor Alcalde

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José M. Aponte Martínez

Por: JOSÉ M. APONTE MARTÍNEZ Yo soy un ciudadano común y corriente, pero tengo la virtud o el defecto, depende quien lo mire, de preocuparme de los problemas que aquejan y azotan a esta ciudad y por ello diariamente recibo fuertes ataques de quienes se creen lesionados cuando intervengo – en una u otra forma- […]


Por: JOSÉ M. APONTE MARTÍNEZ

Yo soy un ciudadano común y corriente, pero tengo la virtud o el defecto, depende quien lo mire, de preocuparme de los problemas que aquejan y azotan a esta ciudad y por ello diariamente recibo fuertes ataques de quienes se creen lesionados cuando intervengo – en una u otra forma- para tratar de corregir entuertos.

Sapo, me dice el dueño del carro e mula, sin placas ni número cuando orondo lo encuentro botando basura en la Calle del Crimen; pues la Policía Nacional, las Secretarías de Gobierno y Salud Municipales se han declarado impotentes para evitar tamaño adefesio y ni siquiera existe un aviso prohibiendo botar basura ahí o un decreto  sancionando a los infractores y enchollaos, especialmente carromuleros, pero también todos los usuarios del mercado; lambón, en su lenguaje, sobándose la lengua con la mano, me dice el señor EDINSON GONZÁLEZ, que no es otro que uno de los sordomudos que hay en la Plaza Alfonso López,  cuando trato, en asocio de la Policía Nacional de ordenar el “Imperio de los Mudos” que permite el mal parqueo de algunos vehículos que cuadran detrás del que está bien estacionado, casi en la mitad de la calle.  El señor González, es sordomudo, pero no loco y lo primero no lo faculta para ofender y sentirse dueño del espacio público, pues si bien es cierto que le damos propina voluntaria, no es obligatorio hacerlo porque ese espacio es de todos y no un parqueadero privado, ni imperio o territorio privado, como él lo cree.  Yo le pido un poco mas de mesura y cordura, que deje de ser grosero y altanero, no conmigo, sino con muchas personas a quienes oigo quejarse de su arbitrario procedimiento, yo se que él sabe leer, porque en su idioma me ha dicho que ha leído muchas de éstas columnas de opinión.

La Plaza es un caos en todo el sentido, pero especialmente en materia de tránsito a pesar de que está llena de agentes de la Policía Nacional y ahora de los Azules, y es como si nada cuando uno requiere de sus servicios y si uno dice algo tal como me pasó con un Azul de apellido Zuleta, a quien en un principio le pedí decentemente colaboración para que interviniera y lo que me contestó fue que esa no era la zona de él y que mas bien “porqué no manejaí bien y no te meteí en esos líos” , lo que me molestó y tuve que decirle en todo fuerte: indolente e inepto; lo que también provocó su reacción violenta, quizás con razón, por mis excesos que fueron producto de la manera grosera, chabacana y vulgar como respondió un representante del Gobierno Municipal a los requerimientos de un ciudadano preocupado porque todo marche bien en esta ciudad.
No creo que el señor Zuleta haya sido una buena escogencia y si lo fue, al menos debe recibir unas clases de Urbanidad Elemental e Inducción de colaboración, para que los usuarios no nos molestemos cuando recurrimos a él en procura de protección y colaboración; ser compadre del compadre Mayor no lo faculta para no cumplir con su deber y antes por el contrario le exige un buen comportamiento.

Aconsejaría que a los agentes azules de mayor experiencia, como Guerra, Orozco, Hinojosa, Mejía, Piñeres y los dos Mendoza y de pronto otros que no conozco se les provea de su respectivo talonario de parte y además que se destine un buen número de motocicletas para que ellos cumplan a cabalidad con sus funciones de tránsito.

La Plaza en las tardes, especialmente los sábados, domingos y festivos se llena de niños que los padres y abuelos llevamos para que gocen de los carritos, tractores, triciclos y motos que allí arriendan y sería conveniente que hiciera presencia la Policía con Agentes especializados en el  manejo de estos infantes, para brindarles protección de pronto ante la presencia de ladrones y atracadores que por allí pululan.  Es una sugerencia, pero creo que es buena.

“Viejo pendejo, por eso aparecen con la boca llena de moscas”, me dice el conductor de un carro de gaseosas, un bus grande o una tractomula cuando los encuentro en el centro en horas prohibidas y les llamo la atención, ó no sea guevón, no se meta en lo que no le importa, me dice en forma ofensiva un motociclista cuando lo veo volarse un semáforo ó pasarse otro carro por la derecha que es prohibido;  “usted no sabe de eso, no se meta que no le importa”, cuando veo que están tapando una zanja sin compactar la tierra y les digo que eso no está bien hecho porque a los pocos días vendrá el hundimiento irremediable.

En fin, a pesar de todas estas ofensas, yo sigo metiéndome en todo lo malo que veo, porque quiero a Valledupar y deseo que todo funcione bien como sé que también lo desea usted, Señor Alcalde, pero también sé que solo no puede hacerlo y que sus subalternos deben de pellizcarse y tratar de colaborar mejor, pues también sé que por gusto suyo que quiere estar en todas partes  y darse cuenta de todo y de que todo esté bien otra cosa sería.

Señor Secretario de Obras Públicas, a pesar de los ingentes esfuerzos hecho por su jefe, el Alcalde, todavía hay muchas cosas pequeñas por hacer, le voy a puntualizar 3 que son urgentes: Una tronera en la calle 17 con carrera 9, Otra en la Calle 16A con Séptima, y la tercera en la Avenida Hurtado, exactamente en frente a la Instalaciones de  la Personería Municipal, que son peligrosas y es mejor evitar accidentes graves con posibles muertos que significarían grandes erogaciones para el Municipio.