El Mundo no sale del asombro. Veamos lo que pasa en el país más rico y poderoso, los Estados Unidos: “La Administración de Donald Trump, a través del vicepresidente Mike Pence, ha asegurado que no apoyará nuevos confinamientos o cierres de escuelas para detener la propagación de la covid-19, a pesar de que el país ha alcanzado cifras récord de contagios. Este jueves, Estados Unidos suma 11.674.074 positivos y 251.970 fallecidos por la covid-19. La ciudad de Nueva York ha decidido volver a cerrar los colegios públicos después de que la tasa de contagios superara el 3 % durante un periodo de tres días” (Agencia Reuters).

La tasa diaria de contagios alcanza los 160.000 en ese país. Mientras tanto Europa vive la segunda ola, más voluminosa en contagios, aunque, en proporción, menos mortal, pues está afectando más a los jóvenes, se conoce más el tratamiento y el sistema y personal de salud se han preparado con tiempo.

Mientras tanto el fabricante chino Sinovac arribó ayer al aeropuerto de Sao Paulo, Brasil, 140.000 dosis de la nueva vacuna, que el gobernador del Estado distribuirá mientras se opone el presidente federal, Bolsonaro, porque duda del medicamento. Dará la última palabra el que se la pone.

El 33 % de los colombianos, según sondeos adelantados, dice que no se aplicará la vacuna que llegue, de cualquier marca y certificación. En el fondo, la desmedida competencia por salir al mercado y generar unas ganancias millonarias y la rapidez histórica en que se produce, se prueba y se distribuye no deja de inquietar a un importante grueso de la población. Es probable que en la medida en que se conozca más ese proceso de elaboración excepcional y veloz, y se certifique por los gobiernos y organismos de salud,  ese número disminuirá.

Como dice la experta Miriam Alía (El País, España, 16 nov) denunciando el coctel de ciencia y negocio que ha sacrificado la transparencia.

“Tienes que tener datos por sitios, ya que puede haber condiciones genéticas o geográficas que alteren los resultados, por grupo de edad, por género… Todo eso hay que analizarlo (…) A ningún laboratorio le conviene vender una vacuna que sea mala, sobre todo si tiene otras vacunas. Porque la mala reputación de un fármaco sin controles de seguridad y de eficacia les puede hundir. Pero la forma que tienen de comunicar a través de la prensa, se puede ver marketing detrás”

Refiriéndose a cómo los países europeos apostaron al azar. En cuanto a la de Pfizer y  BioNTech “recibió 2.000 millones de dólares a cuenta. Todos estos países con preacuerdos les han dado el dinero por adelantado. A riesgo. No lo asume el laboratorio si la vacuna no funciona”.

Gabriel Jaramillo, experto asesor del gobierno,  pronosticaba en Semana (oct 4) que a toda la población en el país “el plan de vacunación llegará en 2023”, que en 2022 si acaso se vacunarían algunos grupos vulnerables y que las vacunas iniciales tendrían eficacias del 50-70%.

¿Se pifió?, lo cierto es que las dosis vienen a velocidad supersónica ¡Ofreciendo eficacias mayores al 90%!

Como canta Diomedes: “de dónde se viene, pa dónde se va, eso es lo que tiene uno que pensá”.