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Columnista - 4 noviembre, 2020

El día que Horacio Serpa me incumplió

Conocí a Horacio Serpa de cerquita, con él hablé varias veces, en mi labor periodística. Su bigote lo asemejé mucho al del pariente Armando Calle Calderón, se los hacían hasta parecidos, aunque no son contemporáneos.  De Serpa siempre dije que no había sido presidente de Colombia porque cambió su discurso proactivo, beligerante y osado, por […]

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Conocí a Horacio Serpa de cerquita, con él hablé varias veces, en mi labor periodística. Su bigote lo asemejé mucho al del pariente Armando Calle Calderón, se los hacían hasta parecidos, aunque no son contemporáneos. 

De Serpa siempre dije que no había sido presidente de Colombia porque cambió su discurso proactivo, beligerante y osado, por un discurso que al final no fue lo que el mismo pregonaba: “ni chicha ni limonada”.

Incluso, le tuvo miedo al ‘cuero después de matar al tigre’ y se desvaneció políticamente cuando llegó al gobierno de Ernesto Samper.

Con Serpa tuve una anécdota. No la había escrito no por falta de espacio ni tiempo, no. “Todo en su tiempo”. La verdad, hubiera preferido que Serpa estuviera vivo para que hubiese leído esta columna.

Con Serpa hablé cuatro veces: dos en Valledupar en entrevista para El Heraldo y para la radio. La tercera fue en Bucaramanga, en un encuentro de periodistas y la cuarta por teléfono en diciembre del año 2015.

Necesitaba de él que me respondiera una entrevista estructurada que había organizado en mi Tesis Doctoral (en Ciencia Política) con cinco personalidades de la política de Colombia. Conseguí el teléfono de Serpa con un amigo en común. Lo empecé a llamar en septiembre y obtuve respuesta un día de diciembre, creo que era jueves en horas de la tarde.

Lo saludé y le dije mi propuesta. Lo pensó y aceptó darme la entrevista (eran 16 preguntas), pero me advirtió que en ese momento no podía hacerlo porque estaba en el aeropuerto El Dorado e iba para Bucaramanga en planes de vacaciones de fin de año con su mujer.

Me insistió que lo llamara la próxima semana. Le recordé que la universidad me había dado plazo hasta enero del 2016, para la entrega de mi tesis doctoral; él parecía que me entendía, pero por su afán tuvo que cortar la llamada, seguramente, el avión no da espera.

Lo empecé a llamar a la semana siguiente, todos los días y varias veces al día, no volví a saber más de Serpa. ‘Me suena me suena’, recordé su famosa frase y me dije: me suena que no va a responder, nunca lo hizo.

Había escogido a Serpa porque él era uno de esos políticos que aún sin ser de izquierda se amangualaba con los de derecha. Era, como lo dijo Samper: “era una de esas personas en vía de extinción que piensan lo que dicen, y dicen lo que piensan. Que creen más en los valores éticos que en los valores bursátiles. Que vienen a este mundo con un GPS incluido de principios morales incrustado en el alma que les permite tomar decisiones justas en momentos justos”.

Ante la imposibilidad de volver a hacer contacto con Serpa, decidí entrevistar a Álvaro Uribe Vélez.

Por fin, un día de diciembre del 2015, hice contacto telefónico con Uribe, gracias a la generosidad del entrañable amigo Alfredo Urrutia Maya. La entrevista con Uribe la hice a tiempo y pude presentar mi último informe y la culminación de los estudios. Sin embargo, me dio mucha nostalgia no haber registrado las respuestas de Serpa en mi tesis, porque era un intelectual importante para la vida del país, a pesar de que al final le faltó coraje y decisión para apartarse de la misma clase dirigente que ha gobernado por tantas décadas, los mismos que están destruyendo a Colombia. Hasta la próxima semana.

Columnista
4 noviembre, 2020

El día que Horacio Serpa me incumplió

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Aquilino Cotes Zuleta

Conocí a Horacio Serpa de cerquita, con él hablé varias veces, en mi labor periodística. Su bigote lo asemejé mucho al del pariente Armando Calle Calderón, se los hacían hasta parecidos, aunque no son contemporáneos.  De Serpa siempre dije que no había sido presidente de Colombia porque cambió su discurso proactivo, beligerante y osado, por […]


Conocí a Horacio Serpa de cerquita, con él hablé varias veces, en mi labor periodística. Su bigote lo asemejé mucho al del pariente Armando Calle Calderón, se los hacían hasta parecidos, aunque no son contemporáneos. 

De Serpa siempre dije que no había sido presidente de Colombia porque cambió su discurso proactivo, beligerante y osado, por un discurso que al final no fue lo que el mismo pregonaba: “ni chicha ni limonada”.

Incluso, le tuvo miedo al ‘cuero después de matar al tigre’ y se desvaneció políticamente cuando llegó al gobierno de Ernesto Samper.

Con Serpa tuve una anécdota. No la había escrito no por falta de espacio ni tiempo, no. “Todo en su tiempo”. La verdad, hubiera preferido que Serpa estuviera vivo para que hubiese leído esta columna.

Con Serpa hablé cuatro veces: dos en Valledupar en entrevista para El Heraldo y para la radio. La tercera fue en Bucaramanga, en un encuentro de periodistas y la cuarta por teléfono en diciembre del año 2015.

Necesitaba de él que me respondiera una entrevista estructurada que había organizado en mi Tesis Doctoral (en Ciencia Política) con cinco personalidades de la política de Colombia. Conseguí el teléfono de Serpa con un amigo en común. Lo empecé a llamar en septiembre y obtuve respuesta un día de diciembre, creo que era jueves en horas de la tarde.

Lo saludé y le dije mi propuesta. Lo pensó y aceptó darme la entrevista (eran 16 preguntas), pero me advirtió que en ese momento no podía hacerlo porque estaba en el aeropuerto El Dorado e iba para Bucaramanga en planes de vacaciones de fin de año con su mujer.

Me insistió que lo llamara la próxima semana. Le recordé que la universidad me había dado plazo hasta enero del 2016, para la entrega de mi tesis doctoral; él parecía que me entendía, pero por su afán tuvo que cortar la llamada, seguramente, el avión no da espera.

Lo empecé a llamar a la semana siguiente, todos los días y varias veces al día, no volví a saber más de Serpa. ‘Me suena me suena’, recordé su famosa frase y me dije: me suena que no va a responder, nunca lo hizo.

Había escogido a Serpa porque él era uno de esos políticos que aún sin ser de izquierda se amangualaba con los de derecha. Era, como lo dijo Samper: “era una de esas personas en vía de extinción que piensan lo que dicen, y dicen lo que piensan. Que creen más en los valores éticos que en los valores bursátiles. Que vienen a este mundo con un GPS incluido de principios morales incrustado en el alma que les permite tomar decisiones justas en momentos justos”.

Ante la imposibilidad de volver a hacer contacto con Serpa, decidí entrevistar a Álvaro Uribe Vélez.

Por fin, un día de diciembre del 2015, hice contacto telefónico con Uribe, gracias a la generosidad del entrañable amigo Alfredo Urrutia Maya. La entrevista con Uribe la hice a tiempo y pude presentar mi último informe y la culminación de los estudios. Sin embargo, me dio mucha nostalgia no haber registrado las respuestas de Serpa en mi tesis, porque era un intelectual importante para la vida del país, a pesar de que al final le faltó coraje y decisión para apartarse de la misma clase dirigente que ha gobernado por tantas décadas, los mismos que están destruyendo a Colombia. Hasta la próxima semana.