En nuestra páginas entrevistamos a un personaje que nos ha hecho falta en estos 7 meses de cuarentenas y aislamiento y representa las cosas que nos desnudó la tragedia: el de miles en lo local y en el ámbito nacional cientos de miles de compatriotas que se quedaron sin oficio y de personas que cayeron en la tristeza, la soledad y la pobreza. Y sin ánimo siquiera para expresar su queja, su grito.
En nuestra páginas entrevistamos a un personaje que nos ha hecho falta en estos 7 meses de cuarentenas y aislamiento y representa las cosas que nos desnudó la tragedia: el de miles en lo local y en el ámbito nacional cientos de miles de compatriotas que se quedaron sin oficio y de personas que cayeron en la tristeza, la soledad y la pobreza. Y sin ánimo siquiera para expresar su queja, su grito.
Es el drama que vive Don Pilo, ese personaje querido, grande y cabezón que se paseaba por los barrios de nuestro valle, especialmente los más necesitados, recogiendo sus quejas y clamores. Además muy querido por los niños que se aglomeraban a su alrededor cuando aparecía en cualquier certamen.
Bien lo dice Don Pilo en la entrevista que le hicimos:
“me tienen condenado a no poder salir porque podría ejercer de ‘papanoel’ en vacaciones, en lo que vive ahora la gente, ya que la alcaldía dice que genero curiosidad y aglomeración y es paja; genero es quejas y esta peste ha servido para encerrar a las personas con sus problemas. Que el tubo se rompió y huele mal el agua de cañería, que la luz bajó pero de voltaje, que el recibo no se paga pero cuando vuelve viene al triple y yo de aritmética no sé, que me roban a mí y nunca al vecino, y que una pelea de perros escandalizó más que el picó de madrugada de pedro el escamoso cuando llega la policía”.
Si ya antes de la pandemia el nivel de desempleo era escalofriante lo que se visualizaba era más deprimente: por la automatización, los sistemas y la robotización era más difícil conseguir trabajo. La situación lo hizo más palpable cuando se demostró que sólo podían trabajar o continuar los que ejercían el teletrabajo. ¿Y quienes ejercen el teletrabajo? Los que tienen un nivel fundamental calificado de técnicos y profesionales y no las personas no calificadas, más acostumbradas al trabajo manual o a ganarse la vida en el rebusque.
La historia de Don Pilo es la de aquellos que se movían en la calle y se vieron afectados por la terrible cuarentena y el aislamiento.
Pero sin duda esta nota es de confianza y futuro. Don Pilo volverá y vamos a hacer un esfuerzo para superar también sus quejas. Que también nos relacionan en cuanto la crisis también nos tocó o es sino imaginarnos que de un plumazo el periódico dejó de circular en las tiendas y en las calles de la ciudad y municipios del Cesar y La Guajira.
“Es que la pandemia ha dado pa’ todo, antes me pagaban a mí y no a los empleados y ahora les pagan a ellos, claro, porque ya no quedan, y no a mí. Voy a ir a la Personería o al defensor del Pueblo, porque de esto último ejercía yo en los barrios antes de la pandemia. Antes me sacaba a mí el periódico pa’ vender y ganar en circulación y como nadie compró el periódico en la cuarentena, entonces se olvidaron de mi”
Toca ponerse a tono para volver a recoger en las comunas ese reclamo, que es honesto en la búsqueda de mejorar el nivel de vida. Hay muchos pilos y piloneros que al iniciar el remate de este duro año sortearán las dificultades y ya hay señales de que así será. Con distanciamiento social y no con el triste y solitario aislamiento y enfermedad que sufrió Don Pilo, al que necesitamos recuperar.
En nuestra páginas entrevistamos a un personaje que nos ha hecho falta en estos 7 meses de cuarentenas y aislamiento y representa las cosas que nos desnudó la tragedia: el de miles en lo local y en el ámbito nacional cientos de miles de compatriotas que se quedaron sin oficio y de personas que cayeron en la tristeza, la soledad y la pobreza. Y sin ánimo siquiera para expresar su queja, su grito.
En nuestra páginas entrevistamos a un personaje que nos ha hecho falta en estos 7 meses de cuarentenas y aislamiento y representa las cosas que nos desnudó la tragedia: el de miles en lo local y en el ámbito nacional cientos de miles de compatriotas que se quedaron sin oficio y de personas que cayeron en la tristeza, la soledad y la pobreza. Y sin ánimo siquiera para expresar su queja, su grito.
Es el drama que vive Don Pilo, ese personaje querido, grande y cabezón que se paseaba por los barrios de nuestro valle, especialmente los más necesitados, recogiendo sus quejas y clamores. Además muy querido por los niños que se aglomeraban a su alrededor cuando aparecía en cualquier certamen.
Bien lo dice Don Pilo en la entrevista que le hicimos:
“me tienen condenado a no poder salir porque podría ejercer de ‘papanoel’ en vacaciones, en lo que vive ahora la gente, ya que la alcaldía dice que genero curiosidad y aglomeración y es paja; genero es quejas y esta peste ha servido para encerrar a las personas con sus problemas. Que el tubo se rompió y huele mal el agua de cañería, que la luz bajó pero de voltaje, que el recibo no se paga pero cuando vuelve viene al triple y yo de aritmética no sé, que me roban a mí y nunca al vecino, y que una pelea de perros escandalizó más que el picó de madrugada de pedro el escamoso cuando llega la policía”.
Si ya antes de la pandemia el nivel de desempleo era escalofriante lo que se visualizaba era más deprimente: por la automatización, los sistemas y la robotización era más difícil conseguir trabajo. La situación lo hizo más palpable cuando se demostró que sólo podían trabajar o continuar los que ejercían el teletrabajo. ¿Y quienes ejercen el teletrabajo? Los que tienen un nivel fundamental calificado de técnicos y profesionales y no las personas no calificadas, más acostumbradas al trabajo manual o a ganarse la vida en el rebusque.
La historia de Don Pilo es la de aquellos que se movían en la calle y se vieron afectados por la terrible cuarentena y el aislamiento.
Pero sin duda esta nota es de confianza y futuro. Don Pilo volverá y vamos a hacer un esfuerzo para superar también sus quejas. Que también nos relacionan en cuanto la crisis también nos tocó o es sino imaginarnos que de un plumazo el periódico dejó de circular en las tiendas y en las calles de la ciudad y municipios del Cesar y La Guajira.
“Es que la pandemia ha dado pa’ todo, antes me pagaban a mí y no a los empleados y ahora les pagan a ellos, claro, porque ya no quedan, y no a mí. Voy a ir a la Personería o al defensor del Pueblo, porque de esto último ejercía yo en los barrios antes de la pandemia. Antes me sacaba a mí el periódico pa’ vender y ganar en circulación y como nadie compró el periódico en la cuarentena, entonces se olvidaron de mi”
Toca ponerse a tono para volver a recoger en las comunas ese reclamo, que es honesto en la búsqueda de mejorar el nivel de vida. Hay muchos pilos y piloneros que al iniciar el remate de este duro año sortearán las dificultades y ya hay señales de que así será. Con distanciamiento social y no con el triste y solitario aislamiento y enfermedad que sufrió Don Pilo, al que necesitamos recuperar.