Antes, nos permitimos hacer alusión sobre la preocupante situación que presentó la Contraloría General de la República en el periódico El Tiempo el día viernes 4 del presente, sobre una auditoría realizada al Ministerio de Medioambiente, respecto a la situación o tratamiento que ha venido dando desde hace dos años el Gobierno nacional atinente a […]
Antes, nos permitimos hacer alusión sobre la preocupante situación que presentó la Contraloría General de la República en el periódico El Tiempo el día viernes 4 del presente, sobre una auditoría realizada al Ministerio de Medioambiente, respecto a la situación o tratamiento que ha venido dando desde hace dos años el Gobierno nacional atinente a la política ambiental, en el sentido de su baja asignación presupuestal y consecuencialmente sus pocas metas ambiciosas para dar alcance a los temas de disminuir los gases de efecto invernadero, el tratamiento a la agricultura, a la gestión sobre recurso hídrico y el transporte.
El hombre que coevolucionó con la naturaleza está capacitado para alimentarse de productos naturales, aunque difieren de región a región, sin comer murciélago.
Venimos notando desde hace muchos años que el mundo occidental está perdiendo lentamente sus diferencias en cuanto a hábitos alimentarios, está dependiendo cada vez más de unos pocos productos alimenticios que se cosechan en regiones distantes de su entorno inmediato. Pero no solo ha perdido esas diferencias propias de su comunidad y de la naturaleza que lo rodeaba; también ha perdido su capacidad para aprovisionarse de los alimentos que el medio le brinda diferentes en cada región, ha perdido su autosuficiencia alimentaria regional, lo ha sacrificado en aras de unos pocos alimentos producidos industrialmente, los cuales lo uniforman con otros seres humanos que viven a kilómetros y que coevolucionarón de diferente manera que también perdieron su identidad en cuanto a hábitos alimentarios.
Pero digamos también que no solo el problema de la identidad, también es un problema de producción: los alimentos ya no se producen para el consumo, sino para la venta. Ya no se producen para satisfacer las demandas nutricionales de los seres vivos, sino para conseguir ganancias; ya no tienen el sello de garantía de la naturaleza, sino el de una empresa comercial a la cual la calidad biológica le importa muy poco.
El problema se agudiza más y más hasta el punto que la contaminación biológica de los alimentos causada por los microorganismos que contienen o les llegan en sus procesos se hace menos notoria porque los alimentos ya no son productos biológicos naturales, sino productos industriales borrachos de aditivos químicos que les dan apariencia, color, y sabor artificial y entre otras, han sido acusados en su mayoría de ser agentes cancerígenos.
Nota: Alcalde, no deje de darle prioridad a la salud antes que a la economía, en el entendido que sin salud no hay economía. No se le olvide urgir pedir pista en el aeropuerto.
Antes, nos permitimos hacer alusión sobre la preocupante situación que presentó la Contraloría General de la República en el periódico El Tiempo el día viernes 4 del presente, sobre una auditoría realizada al Ministerio de Medioambiente, respecto a la situación o tratamiento que ha venido dando desde hace dos años el Gobierno nacional atinente a […]
Antes, nos permitimos hacer alusión sobre la preocupante situación que presentó la Contraloría General de la República en el periódico El Tiempo el día viernes 4 del presente, sobre una auditoría realizada al Ministerio de Medioambiente, respecto a la situación o tratamiento que ha venido dando desde hace dos años el Gobierno nacional atinente a la política ambiental, en el sentido de su baja asignación presupuestal y consecuencialmente sus pocas metas ambiciosas para dar alcance a los temas de disminuir los gases de efecto invernadero, el tratamiento a la agricultura, a la gestión sobre recurso hídrico y el transporte.
El hombre que coevolucionó con la naturaleza está capacitado para alimentarse de productos naturales, aunque difieren de región a región, sin comer murciélago.
Venimos notando desde hace muchos años que el mundo occidental está perdiendo lentamente sus diferencias en cuanto a hábitos alimentarios, está dependiendo cada vez más de unos pocos productos alimenticios que se cosechan en regiones distantes de su entorno inmediato. Pero no solo ha perdido esas diferencias propias de su comunidad y de la naturaleza que lo rodeaba; también ha perdido su capacidad para aprovisionarse de los alimentos que el medio le brinda diferentes en cada región, ha perdido su autosuficiencia alimentaria regional, lo ha sacrificado en aras de unos pocos alimentos producidos industrialmente, los cuales lo uniforman con otros seres humanos que viven a kilómetros y que coevolucionarón de diferente manera que también perdieron su identidad en cuanto a hábitos alimentarios.
Pero digamos también que no solo el problema de la identidad, también es un problema de producción: los alimentos ya no se producen para el consumo, sino para la venta. Ya no se producen para satisfacer las demandas nutricionales de los seres vivos, sino para conseguir ganancias; ya no tienen el sello de garantía de la naturaleza, sino el de una empresa comercial a la cual la calidad biológica le importa muy poco.
El problema se agudiza más y más hasta el punto que la contaminación biológica de los alimentos causada por los microorganismos que contienen o les llegan en sus procesos se hace menos notoria porque los alimentos ya no son productos biológicos naturales, sino productos industriales borrachos de aditivos químicos que les dan apariencia, color, y sabor artificial y entre otras, han sido acusados en su mayoría de ser agentes cancerígenos.
Nota: Alcalde, no deje de darle prioridad a la salud antes que a la economía, en el entendido que sin salud no hay economía. No se le olvide urgir pedir pista en el aeropuerto.