Primero lo primero, verdad de Perogrullo. Pero a veces lo mejor es modificar la estructura de la oración e iniciar con lo que se supone sería la conclusión que en este caso es: el país necesita un líder porque si podríamos estar bien de presidente, de gerente, hace falta el líder. La diferencia se hace […]
Primero lo primero, verdad de Perogrullo. Pero a veces lo mejor es modificar la estructura de la oración e iniciar con lo que se supone sería la conclusión que en este caso es: el país necesita un líder porque si podríamos estar bien de presidente, de gerente, hace falta el líder. La diferencia se hace con base en estos dos postulados: si trabaja en presente es un presidente, si conjunga pasado, presente y futuro es un líder. Necesitamos lo que en sistemas, de esos de los modernos, es un reinicio; esto anda disparatado y lo más inquietante es que el gobierno piensa que hace las cosas bien porque se gana una elección en el senado, pero no.
El presidente debe alzarse por encima de su natural condición, la que le dieron los votos y convertirse en un adalid nacional y para ello se necesita grandeza, que espero la posea, pues la necesaria mano tendida debe traspasar el cerco de sus propias conveniencias. Para decírselo directamente o toma las banderas de la reconstrucción nacional o serán otros los que la enarbolen. El agua contenida detrás del dique de las inequidades lo va a arrasar y se llevará por delante todo lo que encuentre a su paso.
Ahora, en este excepcional momento haciendo uso de frenos de emergencia y usufructuando unas mayorías parlamentarias el presidente se siente cómodo y hasta contento, pero este mágico instante habrá de pasar para descubrir que solo estaba en el ojo del huracán.
Ni la derecha, ahora al frente del Estado, ni la espinosa e implacable oposición liderada por la izquierda tienen fuerzas para construir lo que estamos necesitando. Es necesaria menos preocupación por las encuestas y el rating y más por el estudio de la historia y el futuro. Hay que escuchar las voces de todos los tonos y colores y no solo las que le resultan agradables. Algo decía Simón Bolívar al respecto.
En el horizonte del gobierno y la oposición solo aparecen las elecciones y la forma de ganarlas, mientras tanto y cómo se afirmara en estos días por un ex magistrado de la Corte Constitucional: “el barco se hunde” y hechos recientes lo demuestran.
Un lector y amigo, desde Puerto Colombia me lo expresa así y lo cito entre comillas: “en los dos años de gobierno que le quedan al presidente Duque, si se libera y convoca a un gobierno de unidad nacional, puedes estar seguro que todo se arregla y saldremos adelante. La patria por encina, de los grupos. Es el momento, luego es tarde”.
Es lo que se llama la voz del pueblo y hay que escucharla
Primero lo primero, verdad de Perogrullo. Pero a veces lo mejor es modificar la estructura de la oración e iniciar con lo que se supone sería la conclusión que en este caso es: el país necesita un líder porque si podríamos estar bien de presidente, de gerente, hace falta el líder. La diferencia se hace […]
Primero lo primero, verdad de Perogrullo. Pero a veces lo mejor es modificar la estructura de la oración e iniciar con lo que se supone sería la conclusión que en este caso es: el país necesita un líder porque si podríamos estar bien de presidente, de gerente, hace falta el líder. La diferencia se hace con base en estos dos postulados: si trabaja en presente es un presidente, si conjunga pasado, presente y futuro es un líder. Necesitamos lo que en sistemas, de esos de los modernos, es un reinicio; esto anda disparatado y lo más inquietante es que el gobierno piensa que hace las cosas bien porque se gana una elección en el senado, pero no.
El presidente debe alzarse por encima de su natural condición, la que le dieron los votos y convertirse en un adalid nacional y para ello se necesita grandeza, que espero la posea, pues la necesaria mano tendida debe traspasar el cerco de sus propias conveniencias. Para decírselo directamente o toma las banderas de la reconstrucción nacional o serán otros los que la enarbolen. El agua contenida detrás del dique de las inequidades lo va a arrasar y se llevará por delante todo lo que encuentre a su paso.
Ahora, en este excepcional momento haciendo uso de frenos de emergencia y usufructuando unas mayorías parlamentarias el presidente se siente cómodo y hasta contento, pero este mágico instante habrá de pasar para descubrir que solo estaba en el ojo del huracán.
Ni la derecha, ahora al frente del Estado, ni la espinosa e implacable oposición liderada por la izquierda tienen fuerzas para construir lo que estamos necesitando. Es necesaria menos preocupación por las encuestas y el rating y más por el estudio de la historia y el futuro. Hay que escuchar las voces de todos los tonos y colores y no solo las que le resultan agradables. Algo decía Simón Bolívar al respecto.
En el horizonte del gobierno y la oposición solo aparecen las elecciones y la forma de ganarlas, mientras tanto y cómo se afirmara en estos días por un ex magistrado de la Corte Constitucional: “el barco se hunde” y hechos recientes lo demuestran.
Un lector y amigo, desde Puerto Colombia me lo expresa así y lo cito entre comillas: “en los dos años de gobierno que le quedan al presidente Duque, si se libera y convoca a un gobierno de unidad nacional, puedes estar seguro que todo se arregla y saldremos adelante. La patria por encina, de los grupos. Es el momento, luego es tarde”.
Es lo que se llama la voz del pueblo y hay que escucharla