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Columnista - 2 diciembre, 2010

Exportando corrupción

Por: Luis Napoleón de Armas P. Como en el principio del mundo, todo era oscuridad en el octogenio periodo uribista; ahora comienzan a verse tenues rayos de luz. Durante el primer día construyó un nido de corrupción, después puso los tres huevitos y, como toda ave, tuvo sus pollitos, que los sigue cuidando pese a […]

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Por: Luis Napoleón de Armas P.

Como en el principio del mundo, todo era oscuridad en el octogenio periodo uribista; ahora comienzan a verse tenues rayos de luz.
Durante el primer día construyó un nido de corrupción, después puso los tres huevitos y, como toda ave, tuvo sus pollitos, que los sigue cuidando pese a que ya son adultos predadores. Este universo no es apacible e ingenuo como el de Adán y Eva; es el versado mundo donde altos funcionarios hacían el papel de la serpiente. Por ejemplo, el ministro del transporte, imitando a Palemón el Estilita, se refugió en un convento y desde allí, donde nadie sospechaba, pagó, en sobrecostos, la bobada de once billones de pesos en obras que no se ven; la diferencia es que mientras Palemón sucumbió ante la hermosa Herodía, frente a toda una caravana, Andrés Uriel cayó ante la danza de contratistas. Y no contentos con esa sangría al erario, en la última semana de gobierno firmaron contratos por 3.6 billones de pesos distribuidos por todo el gabinete ministerial. Lo que se está sabiendo sobre nueve instituciones que estuvieron de ferias durante ocho años de facto (Dian, Inco, Estupefacientes, DAS, Fondelibertad, Banagrario, Ingeominas, Inpec e Incoder), nos dan una idea de la forma como fue tejido el nido de la corrupción, ese de los huevitos. ¡Tiene huevo! Esto todo, en el campo de lo tangible; lo más grave es esa cartilla que le confirmó a los colombianos que el fin justifica los medios. Ahora cada funcionario de manejo financiero quiere es tener su nidada de depredadores. El aleve ataque a la justicia colombiana, la que le permitió su reelección, en la que tanto se apoyó para extraditar colombianos, la que parece manipuló para soslayar el desplazamiento de millones de compatriotas por parte de la alianza de empresarios del agro con paramilitares, la que utilizó para donar grandes subsidios al gran capital en nombre de la confianza inversionista, la que utilizó tapar los falsos positivos, ahora esa justicia es extorsionista. Contagiados por esta lógica, otras organizaciones del Estado creyeron que la seguridad democrática permitía el pillaje; por eso, la Contraloría General de la República, hizo su agosto; es decir, se corrompió la sal; por su parte, la alcaldía de Bogotá está que arde. Todo eso ha  pasado dentro de las fronteras patrias. Pero la defensa internacional que hace Uribe de sus polluelos, rebaza los linderos, no sé bien si de la soberbia de un “ex”o de la dignidad nacional. Razón tenía Gustavo Petro cuando, sin que tantas cosas se supieran, hablaba del Estado mafioso. La internacionalización de las mañas de un gobierno autosuficiente comenzó cuando varios funcionarios de Uribe fueron designados en cargos diplomáticos, estando cuestionados por la justicia y la opinión pública, como si el mundo fuera un basurero. Pero los consejos que el “ex” le ha dado a sus polluelos para que evadan la justicia, buscando asilo, es un atajo a la justicia y borra de un tajo todo lo que hizo para controlar a la guerrilla. El caso de María del Pilar Hurtado de asilarse y los intentos de otros pío-píos de hacer lo mismo, le dan un mensaje al mundo de que Colombia es una republica bananera. Qué gran daño le está causando al país, un hombre que no se ha concientizado que su imperio ya terminó. ¡Gloria a Dios! Esto, con la corrupción sin pares, suma más que el paramilitarismo junto a la guerrilla. De esa dimensión es la cuestión. Qué bueno poder hacer el debate ahora, en el presente, con los protagonistas vivos, para que las opiniones se decanten y que una comisión cívica se encargue de contarle la historia a la posteridad, que no sea mí versión ni la de José O Gaviria porque las percepciones serían muy diferentes. Por eso yo sostengo que la historia no es más que una referencia de los hechos sin conocer el cómo se dieron, sin mitos.

[email protected]

Columnista
2 diciembre, 2010

Exportando corrupción

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Napoleón de Armas P.

Por: Luis Napoleón de Armas P. Como en el principio del mundo, todo era oscuridad en el octogenio periodo uribista; ahora comienzan a verse tenues rayos de luz. Durante el primer día construyó un nido de corrupción, después puso los tres huevitos y, como toda ave, tuvo sus pollitos, que los sigue cuidando pese a […]


Por: Luis Napoleón de Armas P.

Como en el principio del mundo, todo era oscuridad en el octogenio periodo uribista; ahora comienzan a verse tenues rayos de luz.
Durante el primer día construyó un nido de corrupción, después puso los tres huevitos y, como toda ave, tuvo sus pollitos, que los sigue cuidando pese a que ya son adultos predadores. Este universo no es apacible e ingenuo como el de Adán y Eva; es el versado mundo donde altos funcionarios hacían el papel de la serpiente. Por ejemplo, el ministro del transporte, imitando a Palemón el Estilita, se refugió en un convento y desde allí, donde nadie sospechaba, pagó, en sobrecostos, la bobada de once billones de pesos en obras que no se ven; la diferencia es que mientras Palemón sucumbió ante la hermosa Herodía, frente a toda una caravana, Andrés Uriel cayó ante la danza de contratistas. Y no contentos con esa sangría al erario, en la última semana de gobierno firmaron contratos por 3.6 billones de pesos distribuidos por todo el gabinete ministerial. Lo que se está sabiendo sobre nueve instituciones que estuvieron de ferias durante ocho años de facto (Dian, Inco, Estupefacientes, DAS, Fondelibertad, Banagrario, Ingeominas, Inpec e Incoder), nos dan una idea de la forma como fue tejido el nido de la corrupción, ese de los huevitos. ¡Tiene huevo! Esto todo, en el campo de lo tangible; lo más grave es esa cartilla que le confirmó a los colombianos que el fin justifica los medios. Ahora cada funcionario de manejo financiero quiere es tener su nidada de depredadores. El aleve ataque a la justicia colombiana, la que le permitió su reelección, en la que tanto se apoyó para extraditar colombianos, la que parece manipuló para soslayar el desplazamiento de millones de compatriotas por parte de la alianza de empresarios del agro con paramilitares, la que utilizó para donar grandes subsidios al gran capital en nombre de la confianza inversionista, la que utilizó tapar los falsos positivos, ahora esa justicia es extorsionista. Contagiados por esta lógica, otras organizaciones del Estado creyeron que la seguridad democrática permitía el pillaje; por eso, la Contraloría General de la República, hizo su agosto; es decir, se corrompió la sal; por su parte, la alcaldía de Bogotá está que arde. Todo eso ha  pasado dentro de las fronteras patrias. Pero la defensa internacional que hace Uribe de sus polluelos, rebaza los linderos, no sé bien si de la soberbia de un “ex”o de la dignidad nacional. Razón tenía Gustavo Petro cuando, sin que tantas cosas se supieran, hablaba del Estado mafioso. La internacionalización de las mañas de un gobierno autosuficiente comenzó cuando varios funcionarios de Uribe fueron designados en cargos diplomáticos, estando cuestionados por la justicia y la opinión pública, como si el mundo fuera un basurero. Pero los consejos que el “ex” le ha dado a sus polluelos para que evadan la justicia, buscando asilo, es un atajo a la justicia y borra de un tajo todo lo que hizo para controlar a la guerrilla. El caso de María del Pilar Hurtado de asilarse y los intentos de otros pío-píos de hacer lo mismo, le dan un mensaje al mundo de que Colombia es una republica bananera. Qué gran daño le está causando al país, un hombre que no se ha concientizado que su imperio ya terminó. ¡Gloria a Dios! Esto, con la corrupción sin pares, suma más que el paramilitarismo junto a la guerrilla. De esa dimensión es la cuestión. Qué bueno poder hacer el debate ahora, en el presente, con los protagonistas vivos, para que las opiniones se decanten y que una comisión cívica se encargue de contarle la historia a la posteridad, que no sea mí versión ni la de José O Gaviria porque las percepciones serían muy diferentes. Por eso yo sostengo que la historia no es más que una referencia de los hechos sin conocer el cómo se dieron, sin mitos.

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