El gran problema de Valledupar era el desempleo antes de la pandemia, ahora con mayor propiedad lo reafirmamos. Ahora es también el principal problema de la nación. La pregunta es: ¿y qué vamos a hacer? A cualquier funcionario municipal, iniciando por el alcalde se le pueden ocurrir ideas, lugares de sentido común. Y que en […]
El gran problema de Valledupar era el desempleo antes de la pandemia, ahora con mayor propiedad lo reafirmamos. Ahora es también el principal problema de la nación. La pregunta es: ¿y qué vamos a hacer?
A cualquier funcionario municipal, iniciando por el alcalde se le pueden ocurrir ideas, lugares de sentido común. Y que en el pasado se han hecho: engordar la nómina, bajo cualquier modalidad incluida la de servicio. Contratar mujeres para que limpien los parques. Darle a través de un fondo recursos de microcréditos a la pequeña empresa y a los nuevos emprendedores para que generen empleos. Y hasta crear empresas o su remedo como la de la despulpadora de frutas del gobierno Ramírez Uhía.
Hay otras, como hacer obras y así generar puestos de trabajo.
Es recordado José Name Teherán, cacique de la época en que se incubaba en Barranquilla el amarre de cédulas por los llamados tenientes electorales de barrio, que fue designado como Ministro del Trabajo en el gobierno Barco. Por el disparado desempleo al iniciar se le preguntó qué debía hacerse y propuso que en todo edificio con ascensor de Colombia se contratara a un ascensorista y como había miles, de un plumazo se generarían por dos turnos muchos empleos.
Visto que cualquiera puede generar unos puestos nadie asegura que pasen del verbo o el papel y, si se crean, que sean necesarios, respondan a un mercado, o duren.
Entonces, ¿cómo se debe guiar un mandatario, sino es por expertos que con base en análisis hagan unas recomendaciones a su despacho?
Es lo que se ha propuesto con una Misión de Empleo, una idea que soltó el Centro de pensamiento CESORE hace un año, que no es más que una convocatoria organizada a gremios, empresarios, universidades, instituciones, todos los que directa o indirectamente puedan agenciar un proceso de identificación del problema, su diagnóstico y soluciones.
Pero no puede limitarse a una reunión con representativa participación, que llamaremos aquí la Mesa. No es suficiente.
Esos agentes del desarrollo o del empleo deben ser acompañados y recomendados por un equipo técnico adecuado que mire el estado de las cosas, analice la estadística, las líneas de base, la dinámica de la economía regional, sus encadenamientos, su relación capital trabajo, las tasas de inversión, los impactos del gasto público en un periodo precedente y lo proyectado; las experiencias de otras ciudades, los casos de éxito, etc, y con base en ello establecer un marco, un diagnóstico, una línea de base. En fin, una materia prima para empezar a hacer las primeras propuestas generales.
Luego esas propuestas o líneas, ponerlas a consideracion del contratante, digamos el Municipio y la Mesa, así se van decantando en unas más promisorias y unos proyectos más concretos, dando comienzo a una etapa en que se estructuran y detallan; su descripción, la necesidad que satisface, su componente de generación de empleo, aspectos prediales, ambientales, y su financiación e incluso su estrategia de consecución de esta, etc., para lo cual hay metodologías. La Misión y el proceso tendrán plazos perentorios. Manos a la obra. Fe en La Misión.
El gran problema de Valledupar era el desempleo antes de la pandemia, ahora con mayor propiedad lo reafirmamos. Ahora es también el principal problema de la nación. La pregunta es: ¿y qué vamos a hacer? A cualquier funcionario municipal, iniciando por el alcalde se le pueden ocurrir ideas, lugares de sentido común. Y que en […]
El gran problema de Valledupar era el desempleo antes de la pandemia, ahora con mayor propiedad lo reafirmamos. Ahora es también el principal problema de la nación. La pregunta es: ¿y qué vamos a hacer?
A cualquier funcionario municipal, iniciando por el alcalde se le pueden ocurrir ideas, lugares de sentido común. Y que en el pasado se han hecho: engordar la nómina, bajo cualquier modalidad incluida la de servicio. Contratar mujeres para que limpien los parques. Darle a través de un fondo recursos de microcréditos a la pequeña empresa y a los nuevos emprendedores para que generen empleos. Y hasta crear empresas o su remedo como la de la despulpadora de frutas del gobierno Ramírez Uhía.
Hay otras, como hacer obras y así generar puestos de trabajo.
Es recordado José Name Teherán, cacique de la época en que se incubaba en Barranquilla el amarre de cédulas por los llamados tenientes electorales de barrio, que fue designado como Ministro del Trabajo en el gobierno Barco. Por el disparado desempleo al iniciar se le preguntó qué debía hacerse y propuso que en todo edificio con ascensor de Colombia se contratara a un ascensorista y como había miles, de un plumazo se generarían por dos turnos muchos empleos.
Visto que cualquiera puede generar unos puestos nadie asegura que pasen del verbo o el papel y, si se crean, que sean necesarios, respondan a un mercado, o duren.
Entonces, ¿cómo se debe guiar un mandatario, sino es por expertos que con base en análisis hagan unas recomendaciones a su despacho?
Es lo que se ha propuesto con una Misión de Empleo, una idea que soltó el Centro de pensamiento CESORE hace un año, que no es más que una convocatoria organizada a gremios, empresarios, universidades, instituciones, todos los que directa o indirectamente puedan agenciar un proceso de identificación del problema, su diagnóstico y soluciones.
Pero no puede limitarse a una reunión con representativa participación, que llamaremos aquí la Mesa. No es suficiente.
Esos agentes del desarrollo o del empleo deben ser acompañados y recomendados por un equipo técnico adecuado que mire el estado de las cosas, analice la estadística, las líneas de base, la dinámica de la economía regional, sus encadenamientos, su relación capital trabajo, las tasas de inversión, los impactos del gasto público en un periodo precedente y lo proyectado; las experiencias de otras ciudades, los casos de éxito, etc, y con base en ello establecer un marco, un diagnóstico, una línea de base. En fin, una materia prima para empezar a hacer las primeras propuestas generales.
Luego esas propuestas o líneas, ponerlas a consideracion del contratante, digamos el Municipio y la Mesa, así se van decantando en unas más promisorias y unos proyectos más concretos, dando comienzo a una etapa en que se estructuran y detallan; su descripción, la necesidad que satisface, su componente de generación de empleo, aspectos prediales, ambientales, y su financiación e incluso su estrategia de consecución de esta, etc., para lo cual hay metodologías. La Misión y el proceso tendrán plazos perentorios. Manos a la obra. Fe en La Misión.