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Columnista - 22 julio, 2020

Monsalvo, no está vencido

Colombia tiene un sistema de gobierno presidencialista, que valida la concentración del poder casi de manera omnímoda en el ejecutivo, por el direccionamiento que una minoría le da a la Constitución del 91; en muchos casos, nuestras instituciones están al servicio de políticos y gobernantes. La concentración de poder del presidente, se refleja en su […]

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Colombia tiene un sistema de gobierno presidencialista, que valida la concentración del poder casi de manera omnímoda en el ejecutivo, por el direccionamiento que una minoría le da a la Constitución del 91; en muchos casos, nuestras instituciones están al servicio de políticos y gobernantes.

La concentración de poder del presidente, se refleja en su influencia para designar Procurador, Fiscal, Contralor, etc. Se afirma que él señala al elegido.

Lo otro es que, en Colombia no conocemos ideologías políticas sino políticos y, por ello, la mayoría de los partidos han reconocido soslayadamente que están en crisis. No hay creyentes, no hay seguidores, no hay quienes crean en las ideas gobiernistas que propongan los partidos porque, al final, una cosa se promete y otra se realiza y en el Cesar no es la excepción.  

Estamos hablando de una situación anómala para las sociedades y muy lesiva para lo que nos resta de democracia.

El fenómeno de la democracia en Colombia se identifica principalmente porque, si bien la democracia representativa entró en crisis, no se puede afirmar que se haya dado un verdadero tránsito a una democracia participativa.  Al menos, no mientras las reglas para la participación sean establecidas desde el Congreso, es decir, por quienes dirigen las distintas opciones políticas.

Incluí este exordio con el ánimo de airear un poco la sagacidad que se alcanza cuando se tiene el poder político y se usa cualquier habilidad para definir asuntos del Estado.  

Este andamiaje de nuestra democracia sugiere, claridad de lo que podría pasar en los próximos días con la condena al gobernador del Cesar, Luis Alberto Monsalvo Gnecco. Porque él asegura que no está vencido y ya ha dicho que echará manos a las instancias necesarias.

Monsalvo se ha declarado inocente, pero la Corte Suprema de Justicia emitió un fallo en su contra por el delito de corrupción al elector en hechos ocurridos en el año 2011.  Según la Corte, le prometió a una comunidad desplazada en Valledupar legalizar las viviendas si votaban por él a la Gobernación.  En primera instancia, la Corte lo encontró culpable del delito de corrupción al sufragante.

Eso deja a unos con opciones de ser gobernador, entre ellos las dos alas de los Araujo (Sergio y Nandito), los mismos Monsalvo, los Cuello y hasta los Castro y los Lobo.

Sin embargo, habrá claridad el próximo 27 de julio cuando la Corte lea el fallo condenatorio, Monsalvo tiene dos instancias.  Leída la sentencia el abogado seguro apelará y el proceso se va a la sala penal de la Corte Suprema, en apelación. Entonces, si esa sala confirma, cabe el recurso de casación que le corresponde a una sala distinta a la que tomó la decisión de la apelación.

Se aclara que la corte le aplicó a Monsalvo, por favorabilidad, la nueva norma. Es decir, se le aplicará la doble instancia porque la Corte reformó su estructura y creó la sala de instrucción y la sala de decisión, y con estos trámites decidió el caso del gobernador Luis Alberto Monsalvo, reconociendo la segunda instancia. Estamos hablando de un proceso que podrá definirse en un año o más.  

Sin embargo, si el fallo en esas dos instancias es adverso no podrá acudir a la Comisión Interamericana (como el mismo lo planteó), porque mientras tenga mecanismos internos de defensa no procede ninguna demanda ante la Comisión.  Se aclara que, los casos antes de ir a la Corte Interamericana se llevan primero a la Comisión y este organismo lo estudia y decide si pasa a dicho tribunal internacional.  Hasta la próxima semana.

Columnista
22 julio, 2020

Monsalvo, no está vencido

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Aquilino Cotes Zuleta

Colombia tiene un sistema de gobierno presidencialista, que valida la concentración del poder casi de manera omnímoda en el ejecutivo, por el direccionamiento que una minoría le da a la Constitución del 91; en muchos casos, nuestras instituciones están al servicio de políticos y gobernantes. La concentración de poder del presidente, se refleja en su […]


Colombia tiene un sistema de gobierno presidencialista, que valida la concentración del poder casi de manera omnímoda en el ejecutivo, por el direccionamiento que una minoría le da a la Constitución del 91; en muchos casos, nuestras instituciones están al servicio de políticos y gobernantes.

La concentración de poder del presidente, se refleja en su influencia para designar Procurador, Fiscal, Contralor, etc. Se afirma que él señala al elegido.

Lo otro es que, en Colombia no conocemos ideologías políticas sino políticos y, por ello, la mayoría de los partidos han reconocido soslayadamente que están en crisis. No hay creyentes, no hay seguidores, no hay quienes crean en las ideas gobiernistas que propongan los partidos porque, al final, una cosa se promete y otra se realiza y en el Cesar no es la excepción.  

Estamos hablando de una situación anómala para las sociedades y muy lesiva para lo que nos resta de democracia.

El fenómeno de la democracia en Colombia se identifica principalmente porque, si bien la democracia representativa entró en crisis, no se puede afirmar que se haya dado un verdadero tránsito a una democracia participativa.  Al menos, no mientras las reglas para la participación sean establecidas desde el Congreso, es decir, por quienes dirigen las distintas opciones políticas.

Incluí este exordio con el ánimo de airear un poco la sagacidad que se alcanza cuando se tiene el poder político y se usa cualquier habilidad para definir asuntos del Estado.  

Este andamiaje de nuestra democracia sugiere, claridad de lo que podría pasar en los próximos días con la condena al gobernador del Cesar, Luis Alberto Monsalvo Gnecco. Porque él asegura que no está vencido y ya ha dicho que echará manos a las instancias necesarias.

Monsalvo se ha declarado inocente, pero la Corte Suprema de Justicia emitió un fallo en su contra por el delito de corrupción al elector en hechos ocurridos en el año 2011.  Según la Corte, le prometió a una comunidad desplazada en Valledupar legalizar las viviendas si votaban por él a la Gobernación.  En primera instancia, la Corte lo encontró culpable del delito de corrupción al sufragante.

Eso deja a unos con opciones de ser gobernador, entre ellos las dos alas de los Araujo (Sergio y Nandito), los mismos Monsalvo, los Cuello y hasta los Castro y los Lobo.

Sin embargo, habrá claridad el próximo 27 de julio cuando la Corte lea el fallo condenatorio, Monsalvo tiene dos instancias.  Leída la sentencia el abogado seguro apelará y el proceso se va a la sala penal de la Corte Suprema, en apelación. Entonces, si esa sala confirma, cabe el recurso de casación que le corresponde a una sala distinta a la que tomó la decisión de la apelación.

Se aclara que la corte le aplicó a Monsalvo, por favorabilidad, la nueva norma. Es decir, se le aplicará la doble instancia porque la Corte reformó su estructura y creó la sala de instrucción y la sala de decisión, y con estos trámites decidió el caso del gobernador Luis Alberto Monsalvo, reconociendo la segunda instancia. Estamos hablando de un proceso que podrá definirse en un año o más.  

Sin embargo, si el fallo en esas dos instancias es adverso no podrá acudir a la Comisión Interamericana (como el mismo lo planteó), porque mientras tenga mecanismos internos de defensa no procede ninguna demanda ante la Comisión.  Se aclara que, los casos antes de ir a la Corte Interamericana se llevan primero a la Comisión y este organismo lo estudia y decide si pasa a dicho tribunal internacional.  Hasta la próxima semana.