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Columnista - 14 junio, 2020

Médicos y enfermeras: entre el miedo y el deber

En un país tan disímil, con una diversidad de pensamiento y eternas confrontaciones en guerras por una u otra motivación y en donde la vida humana para muchos ha perdido su valor, resulta preocupante ver cada día noticias relacionadas con amenazas a los diversos profesionales de la salud como el acontecido en los últimos días […]

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En un país tan disímil, con una diversidad de pensamiento y eternas confrontaciones en guerras por una u otra motivación y en donde la vida humana para muchos ha perdido su valor, resulta preocupante ver cada día noticias relacionadas con amenazas a los diversos profesionales de la salud como el acontecido en los últimos días contra un médico en la ciudad de Barranquilla.

Cabe destacar que la amenaza proferida en contra del especialista José Buelvas en los últimos días no es la única, ni la primera y muy seguramente no será la última, ya que según cifras oficiales desde que llegó esta pandemia en Colombia han sido amenazados 47 médicos y 26 enfermeros(as) por cuyos actos han sido capturados 16 personas en su mayoría familiares de pacientes fallecidos por culpa del ya tristemente célebre coronavirus (no de los médicos); y según reportes del Ministerio de salud las agresiones a la misión médica se han incrementado en un 19.44 % en relación a la misma temporada del año anterior, lo que indica que siempre han existido.

En la lucha contra esta pandemia, los primeros gladiadores han sido los profesionales de la salud que muchas veces han dejado abandonadas a sus familias, aislados en hoteles, sin visitas de sus seres queridos y hasta el momento alrededor de doscientos, entre médicos y enfermeras, han sido contagiados por el virus simplemente por intentar arrebatarle a la muerte muchas vidas, lo cual han logrado en algunos casos y han perdido la batalla en otros, pero siempre el medico ha sido fiel a los principios éticos, morales e hipocráticos adquiridos en medio de su formación profesional, y el espíritu del deber y servicio a la comunidad que lo mantiene siempre en pie de lucha.

Cabe mencionar que en ese afán desinteresado por salvar vidas son muchos los profesionales que han perdido la suya en manos de un enemigo voraz y despiadado que cada día adquiere mayor fuerza y por lo tanto produce indignación ver estos actos bajos y miserables que van en contravía de todos los valores y principios de la familia, el solo pensar o suponer que un médico pueda ser culpable de la muerte de una víctima de este virus letal por excelencia.

La medicina además de ser la carrera más costosa en Colombia, es también la más riesgosa, peligrosa y por más de tres décadas mal entendida, mal pagada y abandonada por parte del Estado, tiempo en el cual han sido degradados salarialmente ya sea con órdenes de prestación de servicios, contratos de 2 o 3 meses o con una tercerización laborar a través de cooperativas o bolsas de empleos que se lucran de su trabajo y le generan una inestabilidad laboral que les impide acceder a créditos de vivienda, vehículos, educación para sus hijos, ya que ese tipo de contratación no son garantía para ninguna entidad financiera y por lo tanto muchos caen en las garras de los usureros que se quedan con el resto de la plática.

Ahora tenemos la unión de todos los miedos, como todos los mortales le tienen miedo al coronavirus, miedo a trabajar en muchos casos sin equipos de bioseguridad, sin seguridad social, sin ARL, sin derecho a primas, cesantías, pensiones, vacaciones, muchas contratistas no pueden disfrutar su licencia de maternidad ni incapacidades por temor a ser reemplazadas, miedo a que un borracho como es tradición llegue a urgencias en la madrugada pateando y mentando madres exigiendo que el medico por arte de magia le quite la borrachera. Lindo el nene. Que belleza señor.

Ahora tenemos que sumarle el miedo a ser amenazados de muerte cada vez que el coronavirus se lleve a alguien que puede ser el profesional de la salud o un familiar suyo. La cereza del pastel la colocó un médico de Soledad, Atlántico, que de una manera jocosa para protestar, lo entiendo así, acudió enmascarado a trabajar por temor a ser reconocido y amenazado y no quiero imaginarme siquiera que esta conducta se viralice en esta amarga temporada y termine por completo con la ya diezmada relación médico-paciente por la famosa tele consulta o telemedicina.

Creo que llegó la hora para que este gremio se una con firmeza para plantearle al Gobierno una reforma estructural y seria en materia laboral y prestacional para unos trabajadores que lo dan todo, arriesgándolo todo diariamente para llevarle una luz de esperanza a sus enfermos y que tal como están las cosas hoy día no tienen ni derecho a pensionarse. Este es el momento porque como dijera mi gran amigo ‘Chito’ Ovalle (Q.E.P.D.) “nadie vive de halagos, ni de aplausos ni de palabras bonitas. Solo se vive de realidades concretas”.

Columnista
14 junio, 2020

Médicos y enfermeras: entre el miedo y el deber

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Gabriel Dario Serna Gomez

En un país tan disímil, con una diversidad de pensamiento y eternas confrontaciones en guerras por una u otra motivación y en donde la vida humana para muchos ha perdido su valor, resulta preocupante ver cada día noticias relacionadas con amenazas a los diversos profesionales de la salud como el acontecido en los últimos días […]


En un país tan disímil, con una diversidad de pensamiento y eternas confrontaciones en guerras por una u otra motivación y en donde la vida humana para muchos ha perdido su valor, resulta preocupante ver cada día noticias relacionadas con amenazas a los diversos profesionales de la salud como el acontecido en los últimos días contra un médico en la ciudad de Barranquilla.

Cabe destacar que la amenaza proferida en contra del especialista José Buelvas en los últimos días no es la única, ni la primera y muy seguramente no será la última, ya que según cifras oficiales desde que llegó esta pandemia en Colombia han sido amenazados 47 médicos y 26 enfermeros(as) por cuyos actos han sido capturados 16 personas en su mayoría familiares de pacientes fallecidos por culpa del ya tristemente célebre coronavirus (no de los médicos); y según reportes del Ministerio de salud las agresiones a la misión médica se han incrementado en un 19.44 % en relación a la misma temporada del año anterior, lo que indica que siempre han existido.

En la lucha contra esta pandemia, los primeros gladiadores han sido los profesionales de la salud que muchas veces han dejado abandonadas a sus familias, aislados en hoteles, sin visitas de sus seres queridos y hasta el momento alrededor de doscientos, entre médicos y enfermeras, han sido contagiados por el virus simplemente por intentar arrebatarle a la muerte muchas vidas, lo cual han logrado en algunos casos y han perdido la batalla en otros, pero siempre el medico ha sido fiel a los principios éticos, morales e hipocráticos adquiridos en medio de su formación profesional, y el espíritu del deber y servicio a la comunidad que lo mantiene siempre en pie de lucha.

Cabe mencionar que en ese afán desinteresado por salvar vidas son muchos los profesionales que han perdido la suya en manos de un enemigo voraz y despiadado que cada día adquiere mayor fuerza y por lo tanto produce indignación ver estos actos bajos y miserables que van en contravía de todos los valores y principios de la familia, el solo pensar o suponer que un médico pueda ser culpable de la muerte de una víctima de este virus letal por excelencia.

La medicina además de ser la carrera más costosa en Colombia, es también la más riesgosa, peligrosa y por más de tres décadas mal entendida, mal pagada y abandonada por parte del Estado, tiempo en el cual han sido degradados salarialmente ya sea con órdenes de prestación de servicios, contratos de 2 o 3 meses o con una tercerización laborar a través de cooperativas o bolsas de empleos que se lucran de su trabajo y le generan una inestabilidad laboral que les impide acceder a créditos de vivienda, vehículos, educación para sus hijos, ya que ese tipo de contratación no son garantía para ninguna entidad financiera y por lo tanto muchos caen en las garras de los usureros que se quedan con el resto de la plática.

Ahora tenemos la unión de todos los miedos, como todos los mortales le tienen miedo al coronavirus, miedo a trabajar en muchos casos sin equipos de bioseguridad, sin seguridad social, sin ARL, sin derecho a primas, cesantías, pensiones, vacaciones, muchas contratistas no pueden disfrutar su licencia de maternidad ni incapacidades por temor a ser reemplazadas, miedo a que un borracho como es tradición llegue a urgencias en la madrugada pateando y mentando madres exigiendo que el medico por arte de magia le quite la borrachera. Lindo el nene. Que belleza señor.

Ahora tenemos que sumarle el miedo a ser amenazados de muerte cada vez que el coronavirus se lleve a alguien que puede ser el profesional de la salud o un familiar suyo. La cereza del pastel la colocó un médico de Soledad, Atlántico, que de una manera jocosa para protestar, lo entiendo así, acudió enmascarado a trabajar por temor a ser reconocido y amenazado y no quiero imaginarme siquiera que esta conducta se viralice en esta amarga temporada y termine por completo con la ya diezmada relación médico-paciente por la famosa tele consulta o telemedicina.

Creo que llegó la hora para que este gremio se una con firmeza para plantearle al Gobierno una reforma estructural y seria en materia laboral y prestacional para unos trabajadores que lo dan todo, arriesgándolo todo diariamente para llevarle una luz de esperanza a sus enfermos y que tal como están las cosas hoy día no tienen ni derecho a pensionarse. Este es el momento porque como dijera mi gran amigo ‘Chito’ Ovalle (Q.E.P.D.) “nadie vive de halagos, ni de aplausos ni de palabras bonitas. Solo se vive de realidades concretas”.