De las grandes tragedias surgen las grandes oportunidades, un axioma de la vida. El neoliberalismo, fórmula estratosférica e incestuosa del capitalismo, no ha resistido la prueba de un evento natural, sus postulados se derrumbaron. La concentración de la riqueza, ya en manos de pocos países y personas, no ha satisfecho las grandes necesidades mundiales. Hoy, […]
De las grandes tragedias surgen las grandes oportunidades, un axioma de la vida. El neoliberalismo, fórmula estratosférica e incestuosa del capitalismo, no ha resistido la prueba de un evento natural, sus postulados se derrumbaron. La concentración de la riqueza, ya en manos de pocos países y personas, no ha satisfecho las grandes necesidades mundiales.
Hoy, cuatro países son dueños de más del 50% de la riqueza mundial y de estos solo uno es de la Unión Europea. El resto del PIB mundial se reparte en migajas en más de 180 países parias. De la globalización, la cereza del pastel renegada por sus creadores, solo quedan las pandemias. Una de las primeras víctimas de este modelo y del vendaval que se avecina, será el dólar cuya fortaleza es subjetiva y según entendidos en el tema, creer en ella, es un acto de fe que le pone precio a nuestra divisa.
Al dólar no lo respalda nada, es un papel que se emite sin restricciones. Hasta 1971 cada dólar estaba respaldado en oro, hoy no; por largo tiempo lo ha estado por el petróleo desde que EE.UU obligó a Arabia Saudita a que todas las transacciones de petróleo se hicieran en moneda de los EE.UU y más adelante esto se generalizó; de allí surgió en concepto de petrodólar. Si algún país quería comprar petróleo, tenía que comprar dólares a los EE.UU como cualquier mercancía, el cual de inmediato ponía a funcionar las máquinas emisoras.
Esto generó una demanda ficticia por esta moneda que al día tomaba falsos valores en las bolsas de todo el mundo. Por fortuna, lo que viene acabará con este mito financiero. El petróleo mueve USD6.5 billones/año, 8% del PIB mundial y 30% del PIB de los EE.UU pero su utilización tiende a decaer, otras formas de energía ya llegaron. La economía y condiciones sociales del mundo no pueden seguir dependiente de las conveniencias de un solo país.
En el Congreso Nacional del Pueblo en China, se acordaron tres medidas trascendentes orientadas a la creación de un nuevo orden internacional: 1) más empleo que crecimiento; 2) más seguridad que economía; 3) más amigos que mercados. Se busca que la economía sea lo más posible antropocéntrica y menos especulativa.
La alternativa que tratan los chinos de resolver es si el beneficio de la economía debe ser público o privado, problema que el neoliberalismo resolvió en forma sesgada imponiendo un sistema tributario no progresivo. Según la OXFAM, un impuesto adicional de 0.5% a los más ricos alcanzaría para financiar la educación de 262 millones de niños (as) y proveer servicios sanitarios que salvarían la vida a 3.3 millones de personas.
Adicionalmente, China lanzó su criptomoneda, el yuan digital de curso legal, con respaldo 100% real del Banco Popular Chino y tres bancos más, los más grandes de China y del mundo; ya está en prueba piloto en algunas ciudades chinas. A esta iniciativa se unen Rusia y gran parte de Asia y África, algunos países de América Latina, incluso, gran parte de la Comunidad Europea lo haría.
Es que China maneja más del 16% del PIB mundial, y con la India, Rusia y otros países emergentes, podría superar el 25% del PIB que tienen los EE.UU. Eso es lo que tiene nervioso a Trump, quién haría cualquier disparate para que la humanidad no rompa las cadenas. Gracias China por mirar al mundo de esta manera: Mao, Deng y Xi, visionarios.
De las grandes tragedias surgen las grandes oportunidades, un axioma de la vida. El neoliberalismo, fórmula estratosférica e incestuosa del capitalismo, no ha resistido la prueba de un evento natural, sus postulados se derrumbaron. La concentración de la riqueza, ya en manos de pocos países y personas, no ha satisfecho las grandes necesidades mundiales. Hoy, […]
De las grandes tragedias surgen las grandes oportunidades, un axioma de la vida. El neoliberalismo, fórmula estratosférica e incestuosa del capitalismo, no ha resistido la prueba de un evento natural, sus postulados se derrumbaron. La concentración de la riqueza, ya en manos de pocos países y personas, no ha satisfecho las grandes necesidades mundiales.
Hoy, cuatro países son dueños de más del 50% de la riqueza mundial y de estos solo uno es de la Unión Europea. El resto del PIB mundial se reparte en migajas en más de 180 países parias. De la globalización, la cereza del pastel renegada por sus creadores, solo quedan las pandemias. Una de las primeras víctimas de este modelo y del vendaval que se avecina, será el dólar cuya fortaleza es subjetiva y según entendidos en el tema, creer en ella, es un acto de fe que le pone precio a nuestra divisa.
Al dólar no lo respalda nada, es un papel que se emite sin restricciones. Hasta 1971 cada dólar estaba respaldado en oro, hoy no; por largo tiempo lo ha estado por el petróleo desde que EE.UU obligó a Arabia Saudita a que todas las transacciones de petróleo se hicieran en moneda de los EE.UU y más adelante esto se generalizó; de allí surgió en concepto de petrodólar. Si algún país quería comprar petróleo, tenía que comprar dólares a los EE.UU como cualquier mercancía, el cual de inmediato ponía a funcionar las máquinas emisoras.
Esto generó una demanda ficticia por esta moneda que al día tomaba falsos valores en las bolsas de todo el mundo. Por fortuna, lo que viene acabará con este mito financiero. El petróleo mueve USD6.5 billones/año, 8% del PIB mundial y 30% del PIB de los EE.UU pero su utilización tiende a decaer, otras formas de energía ya llegaron. La economía y condiciones sociales del mundo no pueden seguir dependiente de las conveniencias de un solo país.
En el Congreso Nacional del Pueblo en China, se acordaron tres medidas trascendentes orientadas a la creación de un nuevo orden internacional: 1) más empleo que crecimiento; 2) más seguridad que economía; 3) más amigos que mercados. Se busca que la economía sea lo más posible antropocéntrica y menos especulativa.
La alternativa que tratan los chinos de resolver es si el beneficio de la economía debe ser público o privado, problema que el neoliberalismo resolvió en forma sesgada imponiendo un sistema tributario no progresivo. Según la OXFAM, un impuesto adicional de 0.5% a los más ricos alcanzaría para financiar la educación de 262 millones de niños (as) y proveer servicios sanitarios que salvarían la vida a 3.3 millones de personas.
Adicionalmente, China lanzó su criptomoneda, el yuan digital de curso legal, con respaldo 100% real del Banco Popular Chino y tres bancos más, los más grandes de China y del mundo; ya está en prueba piloto en algunas ciudades chinas. A esta iniciativa se unen Rusia y gran parte de Asia y África, algunos países de América Latina, incluso, gran parte de la Comunidad Europea lo haría.
Es que China maneja más del 16% del PIB mundial, y con la India, Rusia y otros países emergentes, podría superar el 25% del PIB que tienen los EE.UU. Eso es lo que tiene nervioso a Trump, quién haría cualquier disparate para que la humanidad no rompa las cadenas. Gracias China por mirar al mundo de esta manera: Mao, Deng y Xi, visionarios.