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Columnista - 24 mayo, 2020

La tormenta perfecta

Las finanzas públicas, tanto las de la nación como la de las entidades territoriales, se encuentran entre la espada y la pared. De un lado está la salud en cuidados intensivos a consecuencia de la pandemia de la covid-19, cuyo tratamiento y contención demanda ingentes recursos, con los cuales no se contaba. Del otro lado […]

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Las finanzas públicas, tanto las de la nación como la de las entidades territoriales, se encuentran entre la espada y la pared. De un lado está la salud en cuidados intensivos a consecuencia de la pandemia de la covid-19, cuyo tratamiento y contención demanda ingentes recursos, con los cuales no se contaba.

Del otro lado está la economía, que se contagió con el coronavirus, en un coma inducido, debido a las medidas de aislamiento y distanciamiento preventivo. Por tal motivo, la actividad económica y comercial se ha visto abocada a una virtual parálisis, afectándose gravemente la oferta y la demanda, el crecimiento, empleo y el ingreso.

La prolongación de esta crítica situación, que se ha visto agravada con el desplome de los precios internacionales del petróleo, llevó al Ministerio de Hacienda a revisar su previsión de crecimiento del PIB este año desde el 3.7 % al -5.5 %. Por su parte el Comité consultivo de la Regla fiscal se vio precisado a flexibilizar, aún más, la Regla fiscal, elevando el techo del déficit fiscal desde el – 2.5 % del PIB proyectado hasta el – 6.1 % del PIB.

Y no era para menos, dado que, según las proyecciones de la DIAN, se estima que el recaudo de impuestos se disminuirá en $15 billones, aproximadamente, al tiempo que se prevé un mayor gasto para este año, por lo pronto, de $25 billones.

Al igual que la nación, los departamentos, municipios y distritos han visto reducir sus ingresos al tiempo que la atención de la crisis planteada, en lo que les corresponde, demanda un mayor gasto, no previsto. Las dos principales fuentes de ingresos de los departamentos son los que provienen de las transferencias por parte de la nación a través del SGP, que representan el 47 % y los recursos propios que participan con el 35 %. Adicionalmente, los recursos provenientes del SGR complementan sus ingresos con un promedio del 6 %.

Pues bien, según la Federación Nacional de Departamentos, los ingresos propios de estos cayeron en el mes de abril el 45 %; se prevé que las regalías, a consecuencia de la caída de los precios del petróleo y el carbón, caerán por lo menos en un 40 %. Y, como si lo anterior fuera poco, el monto de las transferencias del SGP se verá reducido drásticamente, toda vez que la base de cálculo y liquidación de las mismas son los ingresos corrientes de la Nación, ICN, que como ya quedó dicho se han visto seriamente impactados.

Por las razones anteriormente expuestas, tanto los departamentos como los municipios y distritos se están viendo en calzas prietas. A guisa de ejemplo, citemos al secretario de Hacienda del Distrito capital, Juan Mauricio Ramírez, quien da cuenta que el mismo dejará de recaudar $1 billón anuales por cuenta de la pandemia. Además de tener que frenar sus planes y proyectos de inversión, empiezan a tener inconvenientes para cubrir el pago de sus gastos de funcionamiento, empezando por la nómina de sus servidores.

Columnista
24 mayo, 2020

La tormenta perfecta

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Amylkar D. Acosta

Las finanzas públicas, tanto las de la nación como la de las entidades territoriales, se encuentran entre la espada y la pared. De un lado está la salud en cuidados intensivos a consecuencia de la pandemia de la covid-19, cuyo tratamiento y contención demanda ingentes recursos, con los cuales no se contaba. Del otro lado […]


Las finanzas públicas, tanto las de la nación como la de las entidades territoriales, se encuentran entre la espada y la pared. De un lado está la salud en cuidados intensivos a consecuencia de la pandemia de la covid-19, cuyo tratamiento y contención demanda ingentes recursos, con los cuales no se contaba.

Del otro lado está la economía, que se contagió con el coronavirus, en un coma inducido, debido a las medidas de aislamiento y distanciamiento preventivo. Por tal motivo, la actividad económica y comercial se ha visto abocada a una virtual parálisis, afectándose gravemente la oferta y la demanda, el crecimiento, empleo y el ingreso.

La prolongación de esta crítica situación, que se ha visto agravada con el desplome de los precios internacionales del petróleo, llevó al Ministerio de Hacienda a revisar su previsión de crecimiento del PIB este año desde el 3.7 % al -5.5 %. Por su parte el Comité consultivo de la Regla fiscal se vio precisado a flexibilizar, aún más, la Regla fiscal, elevando el techo del déficit fiscal desde el – 2.5 % del PIB proyectado hasta el – 6.1 % del PIB.

Y no era para menos, dado que, según las proyecciones de la DIAN, se estima que el recaudo de impuestos se disminuirá en $15 billones, aproximadamente, al tiempo que se prevé un mayor gasto para este año, por lo pronto, de $25 billones.

Al igual que la nación, los departamentos, municipios y distritos han visto reducir sus ingresos al tiempo que la atención de la crisis planteada, en lo que les corresponde, demanda un mayor gasto, no previsto. Las dos principales fuentes de ingresos de los departamentos son los que provienen de las transferencias por parte de la nación a través del SGP, que representan el 47 % y los recursos propios que participan con el 35 %. Adicionalmente, los recursos provenientes del SGR complementan sus ingresos con un promedio del 6 %.

Pues bien, según la Federación Nacional de Departamentos, los ingresos propios de estos cayeron en el mes de abril el 45 %; se prevé que las regalías, a consecuencia de la caída de los precios del petróleo y el carbón, caerán por lo menos en un 40 %. Y, como si lo anterior fuera poco, el monto de las transferencias del SGP se verá reducido drásticamente, toda vez que la base de cálculo y liquidación de las mismas son los ingresos corrientes de la Nación, ICN, que como ya quedó dicho se han visto seriamente impactados.

Por las razones anteriormente expuestas, tanto los departamentos como los municipios y distritos se están viendo en calzas prietas. A guisa de ejemplo, citemos al secretario de Hacienda del Distrito capital, Juan Mauricio Ramírez, quien da cuenta que el mismo dejará de recaudar $1 billón anuales por cuenta de la pandemia. Además de tener que frenar sus planes y proyectos de inversión, empiezan a tener inconvenientes para cubrir el pago de sus gastos de funcionamiento, empezando por la nómina de sus servidores.