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Columnista - 8 mayo, 2020

Pietro Beretta 9mm

Ayer salí en el carro a dar unas vueltas para oxigenarme y sin bajarme disfrutar de las hermosas y anchas vías que tenemos con mi tapaboca y bactericida a la mano,  iba armado; a la llegada a la casa en portería desinfectaron el carro, los zapatos los dejo al sol, y me lavo las manos. […]

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Ayer salí en el carro a dar unas vueltas para oxigenarme y sin bajarme disfrutar de las hermosas y anchas vías que tenemos con mi tapaboca y bactericida a la mano,  iba armado; a la llegada a la casa en portería desinfectaron el carro, los zapatos los dejo al sol, y me lavo las manos. Esas son las medidas que hay que tomar para no ser invadido por el bicho maldito ese, es lo que llaman protocolo  que muchos no entienden ni saben lo que es.

Pero saben que me llamó la atención, que todavía hay unos ‘huevones’, ‘chuchonas’, idiotas, ‘pendejos’ e indolentes con su vida y la de los demás que no usan el tapabocas; les grité que esto no era un juego, que sacaran la 9MM, no entiendieron y les aclaré: el tapabocas, -figúrense-, lo sacaron del bolsillo y se lo pusieron de buenas maneras y agradecieron. Al contrario, los engreídos y mal educados mototaxistas cuando uno les llama la atención, de buenas maneras,  lo mandan a comer ñinga: ‘viejo cacorro a usted que le importa, vaya a acostarse’, increpan con caras de matones.

Esto no es juego, esto es en serio, hay que evitar infectarnos y no contagiar a los demás, lo ideal es encerrarse y no asomar la nariz a la calle como lo están haciendo mi hermano Tico y mi cuñado Orlando Olmos, pero que otros incumplen por no dejá y por física  necesidad la mayoría. Por eso, cuando salgamos no olvidemos nuestra 9mm que es nuestra arma contra el ‘tetra hp’ ese que es chiquitico pero asesino y cruel. Las autoridades no pueden estar detrás de cada uno, uno es el dueño de su vida, pero a alguien le hace falta y hay que cuidarla. Tenemos que poner para salir adelante, no un grano de arena, sino una ‘camioná’ para ganar esta cruel batalla, porque si no lo hacemos, nos fregamos o más crudo, nos jodemos.

También vi que la mayoría de los vendedores ambulantes no usan guantes para el manejo de lo que venden, al hacerles la observación me contestaron que “con la pelúa que tenían no podían comprarlos”, pensé que la Gobernación y la Alcaldía podían hacerlo, pues es fácil y barato, y ahí sí, la abnegada y oportuna Policía a quien no los tenga lo inmovilice.

En fin, por lo pronto tapaboca y guantes para evitar que el ‘malparidito’ ese nos mate, y rogar para que de un momento a otro salga la droga y la vacuna que le dé su tatequieto rápido, y nuevamente podamos con libertad salir a pasear por las bellas, arborizadas y anchas calles de este valle del alma.

No olvides: no dejes el tapaboca y los guantes, ellos son tu Pietro Beretta 9mm en esta guerra ante un enemigo invisible, pero que de un momento a otro le meten un plumazo con una bala blindada y envenenada.

Nota de cierre: como me ha dolido la muerte de mi querida comadre Miriam Quintero quien toda la vida fue la abnegada y fiel compañera de mi querido e inolvidable hermano Enrique Luis, el capitán Orozco. A sus hijos: Enrique Antonio, María José y sus consortes, como también a sus nietos y familiares, mis más sentidas notas de condolencias. Descanse en paz comadre. Paz en su tumba.

Columnista
8 mayo, 2020

Pietro Beretta 9mm

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José M. Aponte Martínez

Ayer salí en el carro a dar unas vueltas para oxigenarme y sin bajarme disfrutar de las hermosas y anchas vías que tenemos con mi tapaboca y bactericida a la mano,  iba armado; a la llegada a la casa en portería desinfectaron el carro, los zapatos los dejo al sol, y me lavo las manos. […]


Ayer salí en el carro a dar unas vueltas para oxigenarme y sin bajarme disfrutar de las hermosas y anchas vías que tenemos con mi tapaboca y bactericida a la mano,  iba armado; a la llegada a la casa en portería desinfectaron el carro, los zapatos los dejo al sol, y me lavo las manos. Esas son las medidas que hay que tomar para no ser invadido por el bicho maldito ese, es lo que llaman protocolo  que muchos no entienden ni saben lo que es.

Pero saben que me llamó la atención, que todavía hay unos ‘huevones’, ‘chuchonas’, idiotas, ‘pendejos’ e indolentes con su vida y la de los demás que no usan el tapabocas; les grité que esto no era un juego, que sacaran la 9MM, no entiendieron y les aclaré: el tapabocas, -figúrense-, lo sacaron del bolsillo y se lo pusieron de buenas maneras y agradecieron. Al contrario, los engreídos y mal educados mototaxistas cuando uno les llama la atención, de buenas maneras,  lo mandan a comer ñinga: ‘viejo cacorro a usted que le importa, vaya a acostarse’, increpan con caras de matones.

Esto no es juego, esto es en serio, hay que evitar infectarnos y no contagiar a los demás, lo ideal es encerrarse y no asomar la nariz a la calle como lo están haciendo mi hermano Tico y mi cuñado Orlando Olmos, pero que otros incumplen por no dejá y por física  necesidad la mayoría. Por eso, cuando salgamos no olvidemos nuestra 9mm que es nuestra arma contra el ‘tetra hp’ ese que es chiquitico pero asesino y cruel. Las autoridades no pueden estar detrás de cada uno, uno es el dueño de su vida, pero a alguien le hace falta y hay que cuidarla. Tenemos que poner para salir adelante, no un grano de arena, sino una ‘camioná’ para ganar esta cruel batalla, porque si no lo hacemos, nos fregamos o más crudo, nos jodemos.

También vi que la mayoría de los vendedores ambulantes no usan guantes para el manejo de lo que venden, al hacerles la observación me contestaron que “con la pelúa que tenían no podían comprarlos”, pensé que la Gobernación y la Alcaldía podían hacerlo, pues es fácil y barato, y ahí sí, la abnegada y oportuna Policía a quien no los tenga lo inmovilice.

En fin, por lo pronto tapaboca y guantes para evitar que el ‘malparidito’ ese nos mate, y rogar para que de un momento a otro salga la droga y la vacuna que le dé su tatequieto rápido, y nuevamente podamos con libertad salir a pasear por las bellas, arborizadas y anchas calles de este valle del alma.

No olvides: no dejes el tapaboca y los guantes, ellos son tu Pietro Beretta 9mm en esta guerra ante un enemigo invisible, pero que de un momento a otro le meten un plumazo con una bala blindada y envenenada.

Nota de cierre: como me ha dolido la muerte de mi querida comadre Miriam Quintero quien toda la vida fue la abnegada y fiel compañera de mi querido e inolvidable hermano Enrique Luis, el capitán Orozco. A sus hijos: Enrique Antonio, María José y sus consortes, como también a sus nietos y familiares, mis más sentidas notas de condolencias. Descanse en paz comadre. Paz en su tumba.