La variable ambiental toma mayor lugar en nuestras vidas. La naturaleza no nos abandona, tampoco perdona; hay que conservarla. Es lo que ha hecho un grupo de 25 vallenatos, amantes de los árboles, estudiosos o apasionados, en general académicos, y en el fondo ambientalistas que se reúnen bajo una organización espontánea llamada la Mesa del Árbol que nació en el 2019, con ocasión de un foro de EL PILÓN en la Fundación Universitaria del Área Andina.
La variable ambiental toma mayor lugar en nuestras vidas. La naturaleza no nos abandona, tampoco perdona; hay que conservarla. Es lo que ha hecho un grupo de 25 vallenatos, amantes de los árboles, estudiosos o apasionados, en general académicos, y en el fondo ambientalistas que se reúnen bajo una organización espontánea llamada la Mesa del Árbol que nació en el 2019, con ocasión de un foro de EL PILÓN en la Fundación Universitaria del Área Andina.
Hoy piden que el Plan de Desarrollo, próximo a aprobarse, los escuche pero no para estampar un grito sino un árbol emblemático que se adore, cuál divino santo, un ave que se avista en el paisaje, un espacio que se respira , un río protegido.
Saben que los planes de desarrollo incorporan un componente ambiental y que Corpocesar recomienda dentro del plazo de consulta que ha previsto la norma.
La Mesa recuerda que hay una serie de normas de ineludible obligación pero pide que se cumplan. Una tan repetida, verbigracia, como la Ley 99/93 que establece que se debe asignar un porcentaje de ingresos del municipio para proteger las cuencas. Hay problemas graves de gestión y ejecución ambiental.
La Mesa recuerda rápidamente temas que pueden generar un largo debate:
El río Guatapurí, su preservación. Los riesgos asociados. El parque Lineal o Ecoparque. Los recursos del POT de cargas urbanísticas, cobradas a urbanizadores (de dónde salieron recursos para el parque de La Provincia). El Plan de Ordenamiento y Manejo POMCA que este 2 de marzo adoptó Corpocesar.
La Sierra Nevada, sus bosques, su manejo. Sus etnias. La reserva natural de Besotes. La necesidad de recuperar también las de ríos como el Cesar, que nace en La Guajira y pasa por el municipio de Valledupar para que éste le contamine sus aguas (con las residuales de la ciudad), Badillo, Mariangola, etc.
El Jardín Botánico. Los viveros. El incentivo que debería hacerse de bosques que propietarios han preservado en sus predios llamados Reservas de la Sociedad Civil.
El efecto dramático del cambio climático- la demostración de que la región de Valledupar es muy afectada- que debe orientar la política ambiental. La agricultura que debe hacer menor uso del agua y los proyectos silvopastoriles. La reforestación. Los acuíferos de los que se ha hablado y hasta ahora se empiezan a estudiar.
El manejo de las basuras y su separación, la escombrera, el reciclaje. Los Planes de Gestión Integral de Residuos Sólidos, PGIRS.
Los negocios verdes. Un fondo de emprendimiento ambiental, que recoja los importantes trabajos de tesis de nuestros jóvenes.
El Plan de Arbolado de la ciudad, tan incumplido. El Inventario forestal. Las controvertidas autorizaciones de la Corporación a Electricaribe para “rapar” los árboles. .
La ya amenazante contaminación auditiva mientras nos llega la atmosférica, para la que se anhelan buses a gas climatizados y más bicicletas
Los hogares ambientalistas, para ahorrar energía, basura, con su granja del hogar; un componente de la educación ambiental, sin la cual todo fallará.
Pero especialmente un departamento o secretaría ambiental del Municipio, con su personal y presupuesto, pues sin doliente, interlocutor y responsable, lo ambiental quedará en el aire.
La variable ambiental toma mayor lugar en nuestras vidas. La naturaleza no nos abandona, tampoco perdona; hay que conservarla. Es lo que ha hecho un grupo de 25 vallenatos, amantes de los árboles, estudiosos o apasionados, en general académicos, y en el fondo ambientalistas que se reúnen bajo una organización espontánea llamada la Mesa del Árbol que nació en el 2019, con ocasión de un foro de EL PILÓN en la Fundación Universitaria del Área Andina.
La variable ambiental toma mayor lugar en nuestras vidas. La naturaleza no nos abandona, tampoco perdona; hay que conservarla. Es lo que ha hecho un grupo de 25 vallenatos, amantes de los árboles, estudiosos o apasionados, en general académicos, y en el fondo ambientalistas que se reúnen bajo una organización espontánea llamada la Mesa del Árbol que nació en el 2019, con ocasión de un foro de EL PILÓN en la Fundación Universitaria del Área Andina.
Hoy piden que el Plan de Desarrollo, próximo a aprobarse, los escuche pero no para estampar un grito sino un árbol emblemático que se adore, cuál divino santo, un ave que se avista en el paisaje, un espacio que se respira , un río protegido.
Saben que los planes de desarrollo incorporan un componente ambiental y que Corpocesar recomienda dentro del plazo de consulta que ha previsto la norma.
La Mesa recuerda que hay una serie de normas de ineludible obligación pero pide que se cumplan. Una tan repetida, verbigracia, como la Ley 99/93 que establece que se debe asignar un porcentaje de ingresos del municipio para proteger las cuencas. Hay problemas graves de gestión y ejecución ambiental.
La Mesa recuerda rápidamente temas que pueden generar un largo debate:
El río Guatapurí, su preservación. Los riesgos asociados. El parque Lineal o Ecoparque. Los recursos del POT de cargas urbanísticas, cobradas a urbanizadores (de dónde salieron recursos para el parque de La Provincia). El Plan de Ordenamiento y Manejo POMCA que este 2 de marzo adoptó Corpocesar.
La Sierra Nevada, sus bosques, su manejo. Sus etnias. La reserva natural de Besotes. La necesidad de recuperar también las de ríos como el Cesar, que nace en La Guajira y pasa por el municipio de Valledupar para que éste le contamine sus aguas (con las residuales de la ciudad), Badillo, Mariangola, etc.
El Jardín Botánico. Los viveros. El incentivo que debería hacerse de bosques que propietarios han preservado en sus predios llamados Reservas de la Sociedad Civil.
El efecto dramático del cambio climático- la demostración de que la región de Valledupar es muy afectada- que debe orientar la política ambiental. La agricultura que debe hacer menor uso del agua y los proyectos silvopastoriles. La reforestación. Los acuíferos de los que se ha hablado y hasta ahora se empiezan a estudiar.
El manejo de las basuras y su separación, la escombrera, el reciclaje. Los Planes de Gestión Integral de Residuos Sólidos, PGIRS.
Los negocios verdes. Un fondo de emprendimiento ambiental, que recoja los importantes trabajos de tesis de nuestros jóvenes.
El Plan de Arbolado de la ciudad, tan incumplido. El Inventario forestal. Las controvertidas autorizaciones de la Corporación a Electricaribe para “rapar” los árboles. .
La ya amenazante contaminación auditiva mientras nos llega la atmosférica, para la que se anhelan buses a gas climatizados y más bicicletas
Los hogares ambientalistas, para ahorrar energía, basura, con su granja del hogar; un componente de la educación ambiental, sin la cual todo fallará.
Pero especialmente un departamento o secretaría ambiental del Municipio, con su personal y presupuesto, pues sin doliente, interlocutor y responsable, lo ambiental quedará en el aire.