Mucho se ha escrito en cuanto al tema de la mujer, celebrar o conmemorar, he aquí el asunto. Lo realmente importante en medio de las circunstancias es reconocer su dignidad, el rol de la mujer en la sociedad. No es un día, es toda la vida. Es decirles con detalles y alegría que son la […]
Mucho se ha escrito en cuanto al tema de la mujer, celebrar o conmemorar, he aquí el asunto. Lo realmente importante en medio de las circunstancias es reconocer su dignidad, el rol de la mujer en la sociedad.
No es un día, es toda la vida. Es decirles con detalles y alegría que son la sazón de la vida. Ella es la que con su sola presencia le da gusto al mundo.
“Me gusta ser mujer así de carne y hueso.
Me gusta ser mujer que cautiva, fuerza que mueve, ser roca, arena, brisa, mar y fuego.
Me gusta estar del lado de la oprimida, de la violentada, de la que grita, de la que llora, de la que ríe a carcajadas, de la que corrige, de la que guía, de la pecadora, de la campesina, de la universitaria, de las libres, de la abuela, de la madre, de la hija, de la hermana, de la tía, de la sobrina, de la prima, la amiga y de la descocida, de la que madruga, de la que duerme, de la que trabaja, de la que canta, de la que baila, de la histérica, de la mojigata, de la irreverente.
De las que aman sin ataduras, de las que abrazan, de las que roban suspiros, de las que se quiebran en lágrimas, de las rebeldes, de las tatuadas, de las que se rapan, de las que salen desnudas y de las que usan ruana, de las de faldas y pantalones, de las descalzas, de las locas, de las que no sienten miedo y de las que aún tiemblan y callan”. Comparto con especial agrado el fragmento del poema ‘Me gusta ser mujer, ser yo’, de la agraciada poeta de Aguachica, Cesar, Esperanza Ramos Yañez. Nos despierta, en un lenguaje sencillo pero veraz, ante la diversidad de la mujer, su importancia y el reconocimiento, del cual ha hecho gala para merecerlo. Nos lleva de igual forma a elevar una voz de protesta ante los diversos casos de atropello del cual son víctimas día a día. Los casos de feminicidios, que no son otra cosa que la actitud torpe del machismo crónico que consume una sociedad insulsa que se niega a cambiar y a reconocer que sin ellas, seguiremos en el ostracismo y más perdidos de lo que actualmente estamos.
La fiesta, la celebración o conmemoración de la mujer, no debe ser gloria de una fecha, y menos comercial; debe ser un sentir permanente y dinámico orientado a hacer y procurar ser, en ese sentido, gloria para la mujer. Hoy y siempre debe ser reconocido su loable desempeño en la vida: madre, hija, hermana, tía, abuela, esposa… amiga; que sean todos los días especiales. Reciban lo mejor del mundo, ustedes que son el sazón de nuestra vida. ¡Feliz día y vida eterna a la mujer! En especial a esa mujer cesarense y vallenata que tiene madera y gran capacidad de gestión. Aprovecho este espacio para hacer una oración y que llegue hasta el cielo en honor a una mujer, para mí, la mejor del mundo: madre hermosa de mi alma. Sólo Eso.
Mucho se ha escrito en cuanto al tema de la mujer, celebrar o conmemorar, he aquí el asunto. Lo realmente importante en medio de las circunstancias es reconocer su dignidad, el rol de la mujer en la sociedad. No es un día, es toda la vida. Es decirles con detalles y alegría que son la […]
Mucho se ha escrito en cuanto al tema de la mujer, celebrar o conmemorar, he aquí el asunto. Lo realmente importante en medio de las circunstancias es reconocer su dignidad, el rol de la mujer en la sociedad.
No es un día, es toda la vida. Es decirles con detalles y alegría que son la sazón de la vida. Ella es la que con su sola presencia le da gusto al mundo.
“Me gusta ser mujer así de carne y hueso.
Me gusta ser mujer que cautiva, fuerza que mueve, ser roca, arena, brisa, mar y fuego.
Me gusta estar del lado de la oprimida, de la violentada, de la que grita, de la que llora, de la que ríe a carcajadas, de la que corrige, de la que guía, de la pecadora, de la campesina, de la universitaria, de las libres, de la abuela, de la madre, de la hija, de la hermana, de la tía, de la sobrina, de la prima, la amiga y de la descocida, de la que madruga, de la que duerme, de la que trabaja, de la que canta, de la que baila, de la histérica, de la mojigata, de la irreverente.
De las que aman sin ataduras, de las que abrazan, de las que roban suspiros, de las que se quiebran en lágrimas, de las rebeldes, de las tatuadas, de las que se rapan, de las que salen desnudas y de las que usan ruana, de las de faldas y pantalones, de las descalzas, de las locas, de las que no sienten miedo y de las que aún tiemblan y callan”. Comparto con especial agrado el fragmento del poema ‘Me gusta ser mujer, ser yo’, de la agraciada poeta de Aguachica, Cesar, Esperanza Ramos Yañez. Nos despierta, en un lenguaje sencillo pero veraz, ante la diversidad de la mujer, su importancia y el reconocimiento, del cual ha hecho gala para merecerlo. Nos lleva de igual forma a elevar una voz de protesta ante los diversos casos de atropello del cual son víctimas día a día. Los casos de feminicidios, que no son otra cosa que la actitud torpe del machismo crónico que consume una sociedad insulsa que se niega a cambiar y a reconocer que sin ellas, seguiremos en el ostracismo y más perdidos de lo que actualmente estamos.
La fiesta, la celebración o conmemoración de la mujer, no debe ser gloria de una fecha, y menos comercial; debe ser un sentir permanente y dinámico orientado a hacer y procurar ser, en ese sentido, gloria para la mujer. Hoy y siempre debe ser reconocido su loable desempeño en la vida: madre, hija, hermana, tía, abuela, esposa… amiga; que sean todos los días especiales. Reciban lo mejor del mundo, ustedes que son el sazón de nuestra vida. ¡Feliz día y vida eterna a la mujer! En especial a esa mujer cesarense y vallenata que tiene madera y gran capacidad de gestión. Aprovecho este espacio para hacer una oración y que llegue hasta el cielo en honor a una mujer, para mí, la mejor del mundo: madre hermosa de mi alma. Sólo Eso.