El título de esta columna es el que le dio Fernando Herrera Araujo, del grupo Cesore, al libro presentado por “Foros El Pilón” hace dos semanas. Esta es una investigación que permite conocer ciertos detalles del impacto socioeconómico de las regalías del carbón en El Cesar. En ella se hace un análisis acerca de cuál […]
El título de esta columna es el que le dio Fernando Herrera Araujo, del grupo Cesore, al libro presentado por “Foros El Pilón” hace dos semanas. Esta es una investigación que permite conocer ciertos detalles del impacto socioeconómico de las regalías del carbón en El Cesar.
En ella se hace un análisis acerca de cuál es la diferencia entre los municipios productores y los que no lo son. Se trata de determinar si las inversiones con fondos de regalías han o no contribuido a cerrar las brechas sociales teniendo como medidas los indicadores de pobreza. Los recursos naturales son agotables y presentan una oportunidad coyuntural única en un periodo de tiempo; son como una lotería que no es mala de suyo y todo depende de quiénes se encuentren al frente de su aplicación.
El concepto económico de regalía se define como una contraprestación por explotar un bien ajeno que en este caso el dueño es la Nación. Independiente de si las regalías fueron o no bien pactadas entre explotador y Estado, es justo reconocer que su reparto ha tenido un volumen apreciable para los territorios pero los autores de este trabajo y otros tomados como referentes, afirman que el impacto de estos recursos transitorios no ha sido positivo en los territorios sujetos de regalías, opinión que comparto.
Es obvio que las ejecuciones vía inversión del presupuesto de los municipios productores elevan el ingreso per cápita, pero no necesariamente producen mejor calidad de vida. Al Cesar le hicieron una cirugía extrema, le cambiaron su vocación natural, la agropecuaria, por una ilusión minera que solo el tiempo dirá si valió o no la pena hacer tamaña mutación; no podemos conformarnos con los volúmenes de la inversión ni con el cacareado PIB, hay que mirar en detalle los indicadores.
La presencia porcentual de las regalías en el presupuesto del departamento nos hizo pensar en castillos iluminados pero ya se siente el cansancio del atardecer; en 2014 los ingresos del Sistema General de Regalías, SGR, ascendieron al 52% del presupuesto departamental pero en 2017 cayeron al 10%, con un horizonte de explotación de solo 15 años, con un ambiente internacional adverso al carbón como fuente energética. Parece que la supuesta transformación socioeconómica ya no ocurrirá y solo nos quedaremos con los daños ambientales y con la moralidad pública destrozada.
La regulación de las regalías data desde 1986 pero el trabajo de Cesore se limita a ver qué pasó entre 2012 y 2018, periodo en el cual le fueron asignados al Cesar, por este concepto, $2.2 billones, sin mencionar las compensaciones para mitigar los daños ambientales que la minería genera.
En ese periodo, sobre esta asignación, se aprobaron 262 proyectos por valor de $1.46 billones con una ejecución de $1.1 billones, el 76%, esto es, el avance físico y el financiero están rezagados; no se muestra en el trabajo el porqué de este rezago, objeto de las entidades de control.
El Cesar es el 3er departamento productor con mayor asignación por parte del SGR. Además, los OCAD de los municipios aprobaron 487 proyectos por valor de $783.592 de los cuales el 81.6% se destinó a los municipios productores, en especial a la Jagua de Ibirico que captó el 33.1%; nunca antes los alcaldes de estos municipios habían administrado tanto dinero sin control. (Continuará).
El título de esta columna es el que le dio Fernando Herrera Araujo, del grupo Cesore, al libro presentado por “Foros El Pilón” hace dos semanas. Esta es una investigación que permite conocer ciertos detalles del impacto socioeconómico de las regalías del carbón en El Cesar. En ella se hace un análisis acerca de cuál […]
El título de esta columna es el que le dio Fernando Herrera Araujo, del grupo Cesore, al libro presentado por “Foros El Pilón” hace dos semanas. Esta es una investigación que permite conocer ciertos detalles del impacto socioeconómico de las regalías del carbón en El Cesar.
En ella se hace un análisis acerca de cuál es la diferencia entre los municipios productores y los que no lo son. Se trata de determinar si las inversiones con fondos de regalías han o no contribuido a cerrar las brechas sociales teniendo como medidas los indicadores de pobreza. Los recursos naturales son agotables y presentan una oportunidad coyuntural única en un periodo de tiempo; son como una lotería que no es mala de suyo y todo depende de quiénes se encuentren al frente de su aplicación.
El concepto económico de regalía se define como una contraprestación por explotar un bien ajeno que en este caso el dueño es la Nación. Independiente de si las regalías fueron o no bien pactadas entre explotador y Estado, es justo reconocer que su reparto ha tenido un volumen apreciable para los territorios pero los autores de este trabajo y otros tomados como referentes, afirman que el impacto de estos recursos transitorios no ha sido positivo en los territorios sujetos de regalías, opinión que comparto.
Es obvio que las ejecuciones vía inversión del presupuesto de los municipios productores elevan el ingreso per cápita, pero no necesariamente producen mejor calidad de vida. Al Cesar le hicieron una cirugía extrema, le cambiaron su vocación natural, la agropecuaria, por una ilusión minera que solo el tiempo dirá si valió o no la pena hacer tamaña mutación; no podemos conformarnos con los volúmenes de la inversión ni con el cacareado PIB, hay que mirar en detalle los indicadores.
La presencia porcentual de las regalías en el presupuesto del departamento nos hizo pensar en castillos iluminados pero ya se siente el cansancio del atardecer; en 2014 los ingresos del Sistema General de Regalías, SGR, ascendieron al 52% del presupuesto departamental pero en 2017 cayeron al 10%, con un horizonte de explotación de solo 15 años, con un ambiente internacional adverso al carbón como fuente energética. Parece que la supuesta transformación socioeconómica ya no ocurrirá y solo nos quedaremos con los daños ambientales y con la moralidad pública destrozada.
La regulación de las regalías data desde 1986 pero el trabajo de Cesore se limita a ver qué pasó entre 2012 y 2018, periodo en el cual le fueron asignados al Cesar, por este concepto, $2.2 billones, sin mencionar las compensaciones para mitigar los daños ambientales que la minería genera.
En ese periodo, sobre esta asignación, se aprobaron 262 proyectos por valor de $1.46 billones con una ejecución de $1.1 billones, el 76%, esto es, el avance físico y el financiero están rezagados; no se muestra en el trabajo el porqué de este rezago, objeto de las entidades de control.
El Cesar es el 3er departamento productor con mayor asignación por parte del SGR. Además, los OCAD de los municipios aprobaron 487 proyectos por valor de $783.592 de los cuales el 81.6% se destinó a los municipios productores, en especial a la Jagua de Ibirico que captó el 33.1%; nunca antes los alcaldes de estos municipios habían administrado tanto dinero sin control. (Continuará).