Palabras más palabras menos, eso han dicho entidades españolas protectoras de los derechos de la mujer allí en la península, cuando han investigado que mujeres que migran allí por un mejor porvenir han dejado el legado a sus hijas perpetuando la prostitución. No solo se mantienen ellas económicamente; también, sus hijos, padres, madres, hermanos, maridos… […]
Palabras más palabras menos, eso han dicho entidades españolas protectoras de los derechos de la mujer allí en la península, cuando han investigado que mujeres que migran allí por un mejor porvenir han dejado el legado a sus hijas perpetuando la prostitución.
No solo se mantienen ellas económicamente; también, sus hijos, padres, madres, hermanos, maridos… y cuando esta quiere retirarse de la prostitución, sus propios familiares les expresan: no lo hagas, todavía no es hora, tú eres muy joven, sigue; solo con el fin que los siga manteniendo; esta actitud es peor que la del proxeneta.
¿Se debe controlar la prostitución? Esta situación condujo al suicidio de una mujer en España que no aguantó la inmensa presión familiar, pues quería retirarse de esta actividad. En Europa son millones de Euros los que deja la prostitución; también, en el resto del mundo, negocio bastante lucrativo. Surge la gran pregunta ¿Por quién o por qué se prostituye la mujer? ¿Debe ella ejercer su sexualidad o practicar la prostitución como negocio? Existe una muy estrecha relación.
Aquí tenemos que referirnos a los interesados que la prostitución permanezca y también a quienes induzcan a las mujeres; como el caso que nos ocupa, ya que están bien familiarizados, con ésta actividad y no querrán dejarla, así reciban sanciones morales o castigos penales.
Al Estado le corresponde prestar suma atención a esta situación, no solo considerar que afecta principios morales, también, puede llegar afectar las salud de determinada población con enfermedades infectocontagiosas, imaginémonos a una mujer con el virus del sida y atendiendo cierto número de hombres a diario, considerándose trabajadora sexual y exigiéndole al Estado ejercer tal actividad como derecho al trabajo, porque no tiene otra opción que este oficio; el derecho a la salubridad debe imperar.
También, se puede indicar aquí que el intercambio de servicios sexuales atenta contra valores éticos. La gestión sexual del cuerpo femenino, resulta ser oficialmente un delito moral y legal en muchos países, especialmente asiáticos, provocando la perdición y corrupción de los valores tradicionales.
Lo que no debemos tolerar es que éste flagelo se extienda a las niñas; alejarlas de este mal debe ser la consigna de la institucionalidad, la sociedad y de este columnista; no se debe permitir que se prostituyan desde muy niñas, así consientan; además, que se les incluya en “paquetes turísticos” para ofrecerlas en bandeja a extranjeros que así lo piden y que sean vírgenes.
El proxenetismo es un delito que consiste en obtener beneficios económicos de la prostitución a costa de otra persona; en la mayoría de los países se considera un delito por constituir una grave vulneración a los derechos humanos. Esta normatividad apareció en el panorama jurídico colombiano con la ley 1329 de 2009 con el fin de contrarrestar la explotación sexual, comercial de niñas, niños y adolescentes.
Se debe judicializar y castigar con más severidad al tal que ofrece los mal llamados “paquetes turísticos”, ya que está acabando con el presente de esa niña y el futuro de una mujer; ya mayor lo más probable es que continúe ejerciendo la prostitución.
Palabras más palabras menos, eso han dicho entidades españolas protectoras de los derechos de la mujer allí en la península, cuando han investigado que mujeres que migran allí por un mejor porvenir han dejado el legado a sus hijas perpetuando la prostitución. No solo se mantienen ellas económicamente; también, sus hijos, padres, madres, hermanos, maridos… […]
Palabras más palabras menos, eso han dicho entidades españolas protectoras de los derechos de la mujer allí en la península, cuando han investigado que mujeres que migran allí por un mejor porvenir han dejado el legado a sus hijas perpetuando la prostitución.
No solo se mantienen ellas económicamente; también, sus hijos, padres, madres, hermanos, maridos… y cuando esta quiere retirarse de la prostitución, sus propios familiares les expresan: no lo hagas, todavía no es hora, tú eres muy joven, sigue; solo con el fin que los siga manteniendo; esta actitud es peor que la del proxeneta.
¿Se debe controlar la prostitución? Esta situación condujo al suicidio de una mujer en España que no aguantó la inmensa presión familiar, pues quería retirarse de esta actividad. En Europa son millones de Euros los que deja la prostitución; también, en el resto del mundo, negocio bastante lucrativo. Surge la gran pregunta ¿Por quién o por qué se prostituye la mujer? ¿Debe ella ejercer su sexualidad o practicar la prostitución como negocio? Existe una muy estrecha relación.
Aquí tenemos que referirnos a los interesados que la prostitución permanezca y también a quienes induzcan a las mujeres; como el caso que nos ocupa, ya que están bien familiarizados, con ésta actividad y no querrán dejarla, así reciban sanciones morales o castigos penales.
Al Estado le corresponde prestar suma atención a esta situación, no solo considerar que afecta principios morales, también, puede llegar afectar las salud de determinada población con enfermedades infectocontagiosas, imaginémonos a una mujer con el virus del sida y atendiendo cierto número de hombres a diario, considerándose trabajadora sexual y exigiéndole al Estado ejercer tal actividad como derecho al trabajo, porque no tiene otra opción que este oficio; el derecho a la salubridad debe imperar.
También, se puede indicar aquí que el intercambio de servicios sexuales atenta contra valores éticos. La gestión sexual del cuerpo femenino, resulta ser oficialmente un delito moral y legal en muchos países, especialmente asiáticos, provocando la perdición y corrupción de los valores tradicionales.
Lo que no debemos tolerar es que éste flagelo se extienda a las niñas; alejarlas de este mal debe ser la consigna de la institucionalidad, la sociedad y de este columnista; no se debe permitir que se prostituyan desde muy niñas, así consientan; además, que se les incluya en “paquetes turísticos” para ofrecerlas en bandeja a extranjeros que así lo piden y que sean vírgenes.
El proxenetismo es un delito que consiste en obtener beneficios económicos de la prostitución a costa de otra persona; en la mayoría de los países se considera un delito por constituir una grave vulneración a los derechos humanos. Esta normatividad apareció en el panorama jurídico colombiano con la ley 1329 de 2009 con el fin de contrarrestar la explotación sexual, comercial de niñas, niños y adolescentes.
Se debe judicializar y castigar con más severidad al tal que ofrece los mal llamados “paquetes turísticos”, ya que está acabando con el presente de esa niña y el futuro de una mujer; ya mayor lo más probable es que continúe ejerciendo la prostitución.