Por: Andrés Quintero Olmos Es sabido que los países desarrollados han ejercido en los últimos 500 años una política de explotación de recursos naturales en los países en vía de desarrollo. El hecho es bien conocido en nuestro continente; La España colonial, siglos post-Colon, se destacó por tratar a América Latina como si fuera el […]
Por: Andrés Quintero Olmos
Es sabido que los países desarrollados han ejercido en los últimos 500 años una política de explotación de recursos naturales en los países en vía de desarrollo. El hecho es bien conocido en nuestro continente; La España colonial, siglos post-Colon, se destacó por tratar a América Latina como si fuera el patio trasero de su casa. En sí mismo, España nos miró y, por consiguiente, nos perdió, por el hecho de considerarnos como unas tierras finqueras, ricas en recursos naturales y pobres en civilización, y esto, con el único objetivo de explotarnos hasta que no nos quedará mas saliva en nuestras bocas para protestar por nuestra condición de explotacion.
Sin embargo, hoy en día, todo ha cambiado. Las consideraciones político-internacionales entre países desarrollados y países en vía de desarrollo están evolucionando. De manera espectacular, vemos como en 10 o 15 años, la geopolítica internacional pasa de ser gobernada exclusivamente por lo militar a ser gobernada por los intereses económicos-mineros.
China ha procedido, por el segundo semestre consecutivo, a una reducción drástica de 72% de sus exportaciones de sus tierras denominadas “raras” (neodimio, lantano europio, holmio, cobre, etc.). Estas siendo imprescindibles para el desarrollo y la explotación de los presentes y futuros componentes tecnológicos. Asimismo, los países desarrollados se preocupan por sus abastecimientos en estos materiales. En el último año, el gobierno alemán creó la Agencia de materias primas “Rohstoffagentur” con el objetivo de abastecer las necesidades de la industria alemana en los mismos. Esto demuestra que al lado del tema bien conocido de la seguridad militar y energética, el abastecimiento adecuado en materias primas “raras” ofrecen también un desafío fundamental para los países desarrollados. En suma, la geopolítica mundial cambia cuando los intereses de los ricos cambian.
De esta manera, en las próximas décadas, las relaciones internacionales entre los países desarrollados y los países en vía de desarrollo ya no serán exclusivamente calificadas por muchos como un “choque de civilizaciones”, sino más bien se caracterizarán por ser una lucha entre nuevos “imperialismos de recursos naturales”.
Hoy en día, una de la razones del surgimiento de China como potencia mundial se debe al hecho que posee 95% de las tierras denominadas “raras” que actualmente son utilizadas para la producción de nanotecnología, teléfonos móviles, computadores, vehículos eléctricos, láseres, vidrios industriales del alta calidad y otros dispositivos fotovoltaicos.
Frente al aumento de la demanda interior del mercado chino por estos productos tecnológicos, China empieza a cerrar su mercado a la exportación de dichos recursos con el objetivo de preservarlos para su futura demanda nacional. Que sucederá con la industria occidental si China llegase a cerrar totalmente sus exportaciones en el futuro? Seguramente, la ventaja comparativa de China seria abismal en lo tecnológico. Y como es sabido, hoy en día, la tecnología mueve hasta las tropas militares del enemigo.
En el caso de Suramérica, sabemos que ciertos países como Bolivia y Chile tienen algunas reservas de estos recursos, aunque exista la esperanza de que con mayor exploración se descubran mayores reservas en el territorio americano. Sin embargo, este continente, miope y cortoplacista como lo evidencia su historia, se aferra a concentrarse en la exploración y descubrimientos de recursos tradicionales como el petróleo, gas y minería clásica. Pero en el largo plazo, estos no serán la clave del poder económico, y esto, por simples cuestiones de la ventaja de la escasez natural.
Asimismo, es probable que en los próximos años la guerra por el petróleo y por el gas sea totalmente relegada geopolíticamente, puesto que, seguramente, el siglo XXI se oriente más bien hacia la escasez minera de ciertos productos denominados como “raros”. Y, por consiguiente, los países desarrollados no continuarán a ver a los países en vía de desarrollo como simples fincas abiertas y explotables, sino más bien como socios prioritarios por miedo a que éstos cierren sus fronteras ante la conocida escasez de sus productos “raros”.
Por: Andrés Quintero Olmos Es sabido que los países desarrollados han ejercido en los últimos 500 años una política de explotación de recursos naturales en los países en vía de desarrollo. El hecho es bien conocido en nuestro continente; La España colonial, siglos post-Colon, se destacó por tratar a América Latina como si fuera el […]
Por: Andrés Quintero Olmos
Es sabido que los países desarrollados han ejercido en los últimos 500 años una política de explotación de recursos naturales en los países en vía de desarrollo. El hecho es bien conocido en nuestro continente; La España colonial, siglos post-Colon, se destacó por tratar a América Latina como si fuera el patio trasero de su casa. En sí mismo, España nos miró y, por consiguiente, nos perdió, por el hecho de considerarnos como unas tierras finqueras, ricas en recursos naturales y pobres en civilización, y esto, con el único objetivo de explotarnos hasta que no nos quedará mas saliva en nuestras bocas para protestar por nuestra condición de explotacion.
Sin embargo, hoy en día, todo ha cambiado. Las consideraciones político-internacionales entre países desarrollados y países en vía de desarrollo están evolucionando. De manera espectacular, vemos como en 10 o 15 años, la geopolítica internacional pasa de ser gobernada exclusivamente por lo militar a ser gobernada por los intereses económicos-mineros.
China ha procedido, por el segundo semestre consecutivo, a una reducción drástica de 72% de sus exportaciones de sus tierras denominadas “raras” (neodimio, lantano europio, holmio, cobre, etc.). Estas siendo imprescindibles para el desarrollo y la explotación de los presentes y futuros componentes tecnológicos. Asimismo, los países desarrollados se preocupan por sus abastecimientos en estos materiales. En el último año, el gobierno alemán creó la Agencia de materias primas “Rohstoffagentur” con el objetivo de abastecer las necesidades de la industria alemana en los mismos. Esto demuestra que al lado del tema bien conocido de la seguridad militar y energética, el abastecimiento adecuado en materias primas “raras” ofrecen también un desafío fundamental para los países desarrollados. En suma, la geopolítica mundial cambia cuando los intereses de los ricos cambian.
De esta manera, en las próximas décadas, las relaciones internacionales entre los países desarrollados y los países en vía de desarrollo ya no serán exclusivamente calificadas por muchos como un “choque de civilizaciones”, sino más bien se caracterizarán por ser una lucha entre nuevos “imperialismos de recursos naturales”.
Hoy en día, una de la razones del surgimiento de China como potencia mundial se debe al hecho que posee 95% de las tierras denominadas “raras” que actualmente son utilizadas para la producción de nanotecnología, teléfonos móviles, computadores, vehículos eléctricos, láseres, vidrios industriales del alta calidad y otros dispositivos fotovoltaicos.
Frente al aumento de la demanda interior del mercado chino por estos productos tecnológicos, China empieza a cerrar su mercado a la exportación de dichos recursos con el objetivo de preservarlos para su futura demanda nacional. Que sucederá con la industria occidental si China llegase a cerrar totalmente sus exportaciones en el futuro? Seguramente, la ventaja comparativa de China seria abismal en lo tecnológico. Y como es sabido, hoy en día, la tecnología mueve hasta las tropas militares del enemigo.
En el caso de Suramérica, sabemos que ciertos países como Bolivia y Chile tienen algunas reservas de estos recursos, aunque exista la esperanza de que con mayor exploración se descubran mayores reservas en el territorio americano. Sin embargo, este continente, miope y cortoplacista como lo evidencia su historia, se aferra a concentrarse en la exploración y descubrimientos de recursos tradicionales como el petróleo, gas y minería clásica. Pero en el largo plazo, estos no serán la clave del poder económico, y esto, por simples cuestiones de la ventaja de la escasez natural.
Asimismo, es probable que en los próximos años la guerra por el petróleo y por el gas sea totalmente relegada geopolíticamente, puesto que, seguramente, el siglo XXI se oriente más bien hacia la escasez minera de ciertos productos denominados como “raros”. Y, por consiguiente, los países desarrollados no continuarán a ver a los países en vía de desarrollo como simples fincas abiertas y explotables, sino más bien como socios prioritarios por miedo a que éstos cierren sus fronteras ante la conocida escasez de sus productos “raros”.