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Columnista - 9 noviembre, 2010

Té amargo para Obama

Por: Raúl Bermúdez Márquez El 16 de diciembre de 1773 tuvo lugar en Boston el denominado Motín del Té (en inglés: Boston Tea Party), en el que se lanzó al mar un cargamento de la aromática planta. Fue un acto de protesta de los colonos americanos contra Gran Bretaña y es considerado un precedente de […]

Boton Wpp

Por: Raúl Bermúdez Márquez

El 16 de diciembre de 1773 tuvo lugar en Boston el denominado Motín del Té (en inglés: Boston Tea Party), en el que se lanzó al mar un cargamento de la aromática planta. Fue un acto de protesta de los colonos americanos contra Gran Bretaña y es considerado un precedente de la Guerra de Independencia de los Estados Unidos.
La rebelión de los colonos en el puerto de Boston, Massachusetts, nace como consecuencia de la aprobación por Gran Bretaña en 1773 del Acta del Té, que gravaba la importación a la metrópoli de distintos productos para beneficiar a la Compañía Británica de las Indias Orientales a quien los colonos boicoteaban comprando el té de Holanda. Ese martes decembrino, se puso en marcha el plan. Antes de desembarcarse el té, los “Hijos de la Libertad”, como se hacían llamar, (según fuentes, entre 60 y 150 personas) se disfrazaron como indios mohawk, dejaron la gran asamblea de protesta y se dirigieron al muelle de Griffin, donde estaba el barco Dartmouth y los recién llegados Beaver y Eleanour. Rápidos, audaces y armados con hachas y cuchillos, amedrentaron a los marineros y subieron las cajas desde la bodega a la cubierta, las abrieron y las arrojaron por la borda. El trabajo que duró menos de tres horas, fue minucioso y eficiente. Al amanecer, 45 toneladas de té fueron vertidas a las aguas del puerto de Boston. (Wikipedia).
De manera coincidente, el martes pasado, -un día después del oportuno cuadrangular de Edgar Rentería que definió la serie mundial de béisbol a favor de su equipo Los Gigantes-, el partido republicano obtuvo una sobrada victoria electoral en los Estados Unidos que le permitió recuperar las mayorías en la Cámara de Representantes (245 de 430 escaños) y disminuir la diferencia en el Senado (48 de 100). En las gobernaciones, la paliza republicana fue más apabullante, de los 54 Estados de  la Unión, tenían aseguradas por lo menos 32 de ellas. ¿Qué pudo haber pasado? Es la pregunta que cualquier observador desprevenido se hace. Obama llegó al poder aupado por una ola de entusiasmo popular como no se recuerda en la historia americana; de la noche a la mañana, un desconocido político de Chicago se había convertido en presidente de Estados Unidos, premio Nobel de la Paz y mito internacional. La respuesta no es sencilla, pero lo que no se discute es que en la debacle demócrata tuvo mucho que ver el Tea Party, un  movimiento de corte reaccionario y de ultraderecha, creado en el 2009, y cuya consigna básica es “recuperar América para los americanos”, parafraseando la consigna de los “Hijos de la Libertad” del siglo XVIII, para retrotraerla a un contexto totalmente diferente.  Y el eslogan se mete con el mismo Obama.

Las palabras de Tom Tancredo, -un populista e incendiario  ex – congresista republicano en Washington durante los últimos 10 años-, en la primera Convención Nacional del Tea Party en Nashville (Tennessee), no pueden ser más elocuentes: “Obama llegó al poder porque en este país no existe un examen cívico y de alfabetismo necesario para que la gente pueda votar… Vota gente que ni siquiera sabe deletrear o escribir la palabra votar”, ridiculizó. El Tea Party, rechaza el “culto al multiculturalismo” y cobra notoriedad por su agenda anti inmigración y por pretender añadir una enmienda a la Constitución de EE. UU. que establecía el inglés como lengua oficial del país. Las polémicas declaraciones han avivado el fuego de un extremismo que los defensores del movimiento pretenden maquillar, porque pruebas de alfabetismo se usaron durante la segregación para dejar fuera a los votantes negros. Si en el siglo XVIII, el Tea Party, fue uno de los detonantes para la Guerra de Independencia, en los albores del siglo XXI, el Tea Party es un movimiento de base que aglutina a hombres blancos de clase media en estado de pánico, golpeados por la crisis económica y por  la llegada de un negro a la Casa Blanca, al que lo mismo consideran un marxista, o un racista contra los blancos. Ojalá me equivoque, pero me parece que el nuevo movimiento encarna la filosofía del racismo xenofóbico que sólo en el papel parece estar proscrito en los Estados Unidos de Norteamérica.

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Columnista
9 noviembre, 2010

Té amargo para Obama

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Raúl Bermúdez Márquez

Por: Raúl Bermúdez Márquez El 16 de diciembre de 1773 tuvo lugar en Boston el denominado Motín del Té (en inglés: Boston Tea Party), en el que se lanzó al mar un cargamento de la aromática planta. Fue un acto de protesta de los colonos americanos contra Gran Bretaña y es considerado un precedente de […]


Por: Raúl Bermúdez Márquez

El 16 de diciembre de 1773 tuvo lugar en Boston el denominado Motín del Té (en inglés: Boston Tea Party), en el que se lanzó al mar un cargamento de la aromática planta. Fue un acto de protesta de los colonos americanos contra Gran Bretaña y es considerado un precedente de la Guerra de Independencia de los Estados Unidos.
La rebelión de los colonos en el puerto de Boston, Massachusetts, nace como consecuencia de la aprobación por Gran Bretaña en 1773 del Acta del Té, que gravaba la importación a la metrópoli de distintos productos para beneficiar a la Compañía Británica de las Indias Orientales a quien los colonos boicoteaban comprando el té de Holanda. Ese martes decembrino, se puso en marcha el plan. Antes de desembarcarse el té, los “Hijos de la Libertad”, como se hacían llamar, (según fuentes, entre 60 y 150 personas) se disfrazaron como indios mohawk, dejaron la gran asamblea de protesta y se dirigieron al muelle de Griffin, donde estaba el barco Dartmouth y los recién llegados Beaver y Eleanour. Rápidos, audaces y armados con hachas y cuchillos, amedrentaron a los marineros y subieron las cajas desde la bodega a la cubierta, las abrieron y las arrojaron por la borda. El trabajo que duró menos de tres horas, fue minucioso y eficiente. Al amanecer, 45 toneladas de té fueron vertidas a las aguas del puerto de Boston. (Wikipedia).
De manera coincidente, el martes pasado, -un día después del oportuno cuadrangular de Edgar Rentería que definió la serie mundial de béisbol a favor de su equipo Los Gigantes-, el partido republicano obtuvo una sobrada victoria electoral en los Estados Unidos que le permitió recuperar las mayorías en la Cámara de Representantes (245 de 430 escaños) y disminuir la diferencia en el Senado (48 de 100). En las gobernaciones, la paliza republicana fue más apabullante, de los 54 Estados de  la Unión, tenían aseguradas por lo menos 32 de ellas. ¿Qué pudo haber pasado? Es la pregunta que cualquier observador desprevenido se hace. Obama llegó al poder aupado por una ola de entusiasmo popular como no se recuerda en la historia americana; de la noche a la mañana, un desconocido político de Chicago se había convertido en presidente de Estados Unidos, premio Nobel de la Paz y mito internacional. La respuesta no es sencilla, pero lo que no se discute es que en la debacle demócrata tuvo mucho que ver el Tea Party, un  movimiento de corte reaccionario y de ultraderecha, creado en el 2009, y cuya consigna básica es “recuperar América para los americanos”, parafraseando la consigna de los “Hijos de la Libertad” del siglo XVIII, para retrotraerla a un contexto totalmente diferente.  Y el eslogan se mete con el mismo Obama.

Las palabras de Tom Tancredo, -un populista e incendiario  ex – congresista republicano en Washington durante los últimos 10 años-, en la primera Convención Nacional del Tea Party en Nashville (Tennessee), no pueden ser más elocuentes: “Obama llegó al poder porque en este país no existe un examen cívico y de alfabetismo necesario para que la gente pueda votar… Vota gente que ni siquiera sabe deletrear o escribir la palabra votar”, ridiculizó. El Tea Party, rechaza el “culto al multiculturalismo” y cobra notoriedad por su agenda anti inmigración y por pretender añadir una enmienda a la Constitución de EE. UU. que establecía el inglés como lengua oficial del país. Las polémicas declaraciones han avivado el fuego de un extremismo que los defensores del movimiento pretenden maquillar, porque pruebas de alfabetismo se usaron durante la segregación para dejar fuera a los votantes negros. Si en el siglo XVIII, el Tea Party, fue uno de los detonantes para la Guerra de Independencia, en los albores del siglo XXI, el Tea Party es un movimiento de base que aglutina a hombres blancos de clase media en estado de pánico, golpeados por la crisis económica y por  la llegada de un negro a la Casa Blanca, al que lo mismo consideran un marxista, o un racista contra los blancos. Ojalá me equivoque, pero me parece que el nuevo movimiento encarna la filosofía del racismo xenofóbico que sólo en el papel parece estar proscrito en los Estados Unidos de Norteamérica.

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