Además de la brisa ventolera, las luces, la alegría y la nostalgia de la época, diciembre llega con su libro de balances. Cierre de un año que recién era nuevo; hoy está en el ocaso y eso fue en un abrir y cerrar de ojos. Es increíble la forma apresurada que lleva el tiempo. Cuando […]
Además de la brisa ventolera, las luces, la alegría y la nostalgia de la época, diciembre llega con su libro de balances. Cierre de un año que recién era nuevo; hoy está en el ocaso y eso fue en un abrir y cerrar de ojos. Es increíble la forma apresurada que lleva el tiempo. Cuando te das cuenta ya es de noche y es fin de semana, y se acaba el mes, y llegan los carnavales con su jolgorio; cuando menos crees ya pasó el festival vallenato número 53, y comienzan las vacaciones de mitad de año.
Y así vamos con el acelerador a fondo. Con el tiempo y su desenfreno, nos encontramos por ahí con gente valiosa que evoluciona en ese mismo ritmo. Una mujer con grandes condiciones, un nivel artístico que nos llena de total orgullo, la fuerza y la enjundia que le imprime a un trabajo digno de admiración y respeto. Esto último fundamentado en la consideración que se le debe tener a estos artistas noveles, pero muy buenos, que se labran un camino a punta de sacrificio y trabajo denodado.
Ángella Ramos es esa inquieta mujer que a ritmo de chandé, con sus caderas abrazando las riberas del río Magdalena dedica con su voz un saludo de esperanza a su natal Gamarra y a la Aguachica adoptiva que le invita a trabajar y a salir adelante. Ángella estudió danza en la Universidad de Antioquia y su voz ha sido identificada en agrupaciones de talla nacional e internacional y en el orgullo de todo Gamarrero el Grupo Chandé.
El cierre de este año 2019 para esta agraciada artista deja un sabor supremamente dulce. En recompensa al sinsabor que tuvo que experimentar en Valledupar debido a la falta de ética y respeto hacia los artistas, por parte de quienes presumen ser organizadores de festivales que atentan contra la dignidad y el profesionalismo de los artistas jóvenes, que merecen tanto o más respeto como aquellos que vienen de otras latitudes.
Ángella y su grupo, pasó de ser humillada en plena tarima Francisco el Hombre en la plaza Alfonso López por los organizadores de un desconocido festival femenino de música vallenata, a ser la invitada especial de una noche mágica en Aguachica su tierra.
Si, el pasado 30 de noviembre Aguachica fue la casa de la noche Radio Nacional, un evento, como se promociona, que exalta la diversidad de acentos y sonidos del país. La nómina fue de lujo: Son de la Loma, el maestro Jorge Oñate, Adriana Lucia, Karen Lizarazo, también de Aguachica, y Sistema Solar.
Y allí brilló con luz propia la gran Ángella Ramos quien exaltó emocionada al maestro Julián Vargas excelso compositor de “Fiesta en mi pueblo” canción que grabara esta artista recientemente pero que fue llevada a la pasta sonora hace más de cuarenta años por Rodolfo Aicardi. Esta canción es el segundo himno de Aguachica y así lo asume esta mujer que mueve su cuerpo a ritmo de gaitas, de chandé.
Ella es tradición caribe, ancestro y juventud; la mide su mocedad y el ímpetu de su voz que le da gracia a un cuerpo que contonea en cada presentación. Desde esta tribuna le enviamos un saludo de desagravio de parte del pueblo Vallenato y le auguramos una carrera bendecida por el pueblo que la quiere. Éxitos Ángella. Sólo Eso.
Además de la brisa ventolera, las luces, la alegría y la nostalgia de la época, diciembre llega con su libro de balances. Cierre de un año que recién era nuevo; hoy está en el ocaso y eso fue en un abrir y cerrar de ojos. Es increíble la forma apresurada que lleva el tiempo. Cuando […]
Además de la brisa ventolera, las luces, la alegría y la nostalgia de la época, diciembre llega con su libro de balances. Cierre de un año que recién era nuevo; hoy está en el ocaso y eso fue en un abrir y cerrar de ojos. Es increíble la forma apresurada que lleva el tiempo. Cuando te das cuenta ya es de noche y es fin de semana, y se acaba el mes, y llegan los carnavales con su jolgorio; cuando menos crees ya pasó el festival vallenato número 53, y comienzan las vacaciones de mitad de año.
Y así vamos con el acelerador a fondo. Con el tiempo y su desenfreno, nos encontramos por ahí con gente valiosa que evoluciona en ese mismo ritmo. Una mujer con grandes condiciones, un nivel artístico que nos llena de total orgullo, la fuerza y la enjundia que le imprime a un trabajo digno de admiración y respeto. Esto último fundamentado en la consideración que se le debe tener a estos artistas noveles, pero muy buenos, que se labran un camino a punta de sacrificio y trabajo denodado.
Ángella Ramos es esa inquieta mujer que a ritmo de chandé, con sus caderas abrazando las riberas del río Magdalena dedica con su voz un saludo de esperanza a su natal Gamarra y a la Aguachica adoptiva que le invita a trabajar y a salir adelante. Ángella estudió danza en la Universidad de Antioquia y su voz ha sido identificada en agrupaciones de talla nacional e internacional y en el orgullo de todo Gamarrero el Grupo Chandé.
El cierre de este año 2019 para esta agraciada artista deja un sabor supremamente dulce. En recompensa al sinsabor que tuvo que experimentar en Valledupar debido a la falta de ética y respeto hacia los artistas, por parte de quienes presumen ser organizadores de festivales que atentan contra la dignidad y el profesionalismo de los artistas jóvenes, que merecen tanto o más respeto como aquellos que vienen de otras latitudes.
Ángella y su grupo, pasó de ser humillada en plena tarima Francisco el Hombre en la plaza Alfonso López por los organizadores de un desconocido festival femenino de música vallenata, a ser la invitada especial de una noche mágica en Aguachica su tierra.
Si, el pasado 30 de noviembre Aguachica fue la casa de la noche Radio Nacional, un evento, como se promociona, que exalta la diversidad de acentos y sonidos del país. La nómina fue de lujo: Son de la Loma, el maestro Jorge Oñate, Adriana Lucia, Karen Lizarazo, también de Aguachica, y Sistema Solar.
Y allí brilló con luz propia la gran Ángella Ramos quien exaltó emocionada al maestro Julián Vargas excelso compositor de “Fiesta en mi pueblo” canción que grabara esta artista recientemente pero que fue llevada a la pasta sonora hace más de cuarenta años por Rodolfo Aicardi. Esta canción es el segundo himno de Aguachica y así lo asume esta mujer que mueve su cuerpo a ritmo de gaitas, de chandé.
Ella es tradición caribe, ancestro y juventud; la mide su mocedad y el ímpetu de su voz que le da gracia a un cuerpo que contonea en cada presentación. Desde esta tribuna le enviamos un saludo de desagravio de parte del pueblo Vallenato y le auguramos una carrera bendecida por el pueblo que la quiere. Éxitos Ángella. Sólo Eso.