Mañana es un día por el cual estamos expectantes. Es tan así que su sola llegada motiva este editorial. De manera insospechada, la marcha de mañana, en el marco de un paro nacional, ha generado ánimos previos de todo tipo: unos de rechazo, otros de respaldo y promoción.
Mañana es un día por el cual estamos expectantes. Es tan así que su sola llegada motiva este editorial. De manera insospechada, la marcha de mañana, en el marco de un paro nacional, ha generado ánimos previos de todo tipo: unos de rechazo, otros de respaldo y promoción. Sin lugar a dudas, y sin entrar a señalar autores intelectuales, se le ha dado una característica personalísima a lo que mañana ocurrirá en todas las ciudades del país.
Consideramos que de manera paulatina se ha logrado estigmatizar la marcha utilizando por supuesto elementos que en algunas oportunidades han acompañado a estas manifestaciones: las alteraciones al orden y hasta la violencia.
Pero este ha sido un interesante suceso pues la marcha no ha arrancado en ningún lado y ya hay enormes precauciones como si quienes la hubieran convocado lo hicieran con la frase: “Salgamos a alterar el orden”, y lo que han dicho es “Salgamos a marchar”, por las razones que consideren.
Y marchas ha habido muchísimas en los últimos años sin que ninguna, hasta donde podemos recordar, haya sido catalogada desde antes como un posible evento violento como ha sido con esta del 21 de noviembre, campaña de prestigio y desprestigio que han asumido los más célebres y reconocidos personajes de la vida nacional.
Ahora bien, ¿qué posición debemos asumir desde este diario al servicio del pluralismo, constitucionalista y con vocación popular? Pensamos que es censurable toda violencia, aplaudible toda protesta pacífica. Es la democracia.
Y los que alientan el odio, y no se ponen en el lugar del otro, no caminan ni ejercen su derecho consciente a no hacerlo, sino que insultan y provocan la violencia entre los colombianos. Coincidimos con muchos críticos que opinan que los detractores de la marcha esperan que en ella haya brotes de violencia para decir que tenían razón.
¡Mucho cuidado!, no se debe generar ambientes que en movilizaciones masivas den resultados adversos. No es lo mismo retar al individuo que retar a la masa, y este colectivo nacional lo que ha planteado es una protesta pacífica. Tampoco le hacen un favor los que promueven la protesta al país si lo hacen a través de mensajes que polaricen e incentiven el odio general. Repetimos, la masa es muy distinta al individuo.
Deseamos éxitos a la manifestación pacífica, a quienes desean expresarse a través de la movilización en el marco de la ley, y nuestro respaldo a todo aquel que no desea hacerlo. Esa es la democracia. Es una marcha y sí hay razones para marchar, como también hay razones para no hacerlo; son bienvenidas.
Que el Cesar y todos sus municipios sean ejemplo de democracia, respeto y dignidad. Que desde aquí se mande un mensaje de paz.
Mañana es un día por el cual estamos expectantes. Es tan así que su sola llegada motiva este editorial. De manera insospechada, la marcha de mañana, en el marco de un paro nacional, ha generado ánimos previos de todo tipo: unos de rechazo, otros de respaldo y promoción.
Mañana es un día por el cual estamos expectantes. Es tan así que su sola llegada motiva este editorial. De manera insospechada, la marcha de mañana, en el marco de un paro nacional, ha generado ánimos previos de todo tipo: unos de rechazo, otros de respaldo y promoción. Sin lugar a dudas, y sin entrar a señalar autores intelectuales, se le ha dado una característica personalísima a lo que mañana ocurrirá en todas las ciudades del país.
Consideramos que de manera paulatina se ha logrado estigmatizar la marcha utilizando por supuesto elementos que en algunas oportunidades han acompañado a estas manifestaciones: las alteraciones al orden y hasta la violencia.
Pero este ha sido un interesante suceso pues la marcha no ha arrancado en ningún lado y ya hay enormes precauciones como si quienes la hubieran convocado lo hicieran con la frase: “Salgamos a alterar el orden”, y lo que han dicho es “Salgamos a marchar”, por las razones que consideren.
Y marchas ha habido muchísimas en los últimos años sin que ninguna, hasta donde podemos recordar, haya sido catalogada desde antes como un posible evento violento como ha sido con esta del 21 de noviembre, campaña de prestigio y desprestigio que han asumido los más célebres y reconocidos personajes de la vida nacional.
Ahora bien, ¿qué posición debemos asumir desde este diario al servicio del pluralismo, constitucionalista y con vocación popular? Pensamos que es censurable toda violencia, aplaudible toda protesta pacífica. Es la democracia.
Y los que alientan el odio, y no se ponen en el lugar del otro, no caminan ni ejercen su derecho consciente a no hacerlo, sino que insultan y provocan la violencia entre los colombianos. Coincidimos con muchos críticos que opinan que los detractores de la marcha esperan que en ella haya brotes de violencia para decir que tenían razón.
¡Mucho cuidado!, no se debe generar ambientes que en movilizaciones masivas den resultados adversos. No es lo mismo retar al individuo que retar a la masa, y este colectivo nacional lo que ha planteado es una protesta pacífica. Tampoco le hacen un favor los que promueven la protesta al país si lo hacen a través de mensajes que polaricen e incentiven el odio general. Repetimos, la masa es muy distinta al individuo.
Deseamos éxitos a la manifestación pacífica, a quienes desean expresarse a través de la movilización en el marco de la ley, y nuestro respaldo a todo aquel que no desea hacerlo. Esa es la democracia. Es una marcha y sí hay razones para marchar, como también hay razones para no hacerlo; son bienvenidas.
Que el Cesar y todos sus municipios sean ejemplo de democracia, respeto y dignidad. Que desde aquí se mande un mensaje de paz.