El vivo vive del bobo. Esta parece ser la premisa de la cual se fundamentan hoy por hoy los que reciben de alguna manera la confianza del pueblo para representarlos en los estamentos de gobernabilidad del estado y en todos los escenarios donde quien incide es el pobre pueblo que escoge, a veces escoge mal, […]
El vivo vive del bobo. Esta parece ser la premisa de la cual se fundamentan hoy por hoy los que reciben de alguna manera la confianza del pueblo para representarlos en los estamentos de gobernabilidad del estado y en todos los escenarios donde quien incide es el pobre pueblo que escoge, a veces escoge mal, triste y cruda realidad.
La confianza en los líderes que orientan tesis de transparencia se ha perdido; las instituciones que deben ser modelo de verdad, hoy son cuestionadas de manera burda. Diferentes carteles identifican lo que como institucionalidad debe ser sinónimo de pulcritud y ética. “El cartel de la toga” por ejemplo, involucró a magistrados del más alto nivel que haciendo uso de su distinción promovieron una organización criminal en la que participó un fiscal anticorrupción. Alguien que me explique y me dé razón de esto por favor.
Esta organización estaba dedicada a cometer delitos indeterminados que afectaron la seguridad pública y la administración pública, relacionados siempre con actuaciones que se daban en la jurisdicción penal y, abro comillas: manejar los procesos, cierro comillas; a cambio de jugosísimas cantidades de dinero. Y si estos son los administradores de las investigaciones y el impartir justicia en niveles de alto turmequé, que queda para el manejo local; los dieciséis concejales destituidos en Valledupar, lograron llegar, con mañas y todo, casi hasta el final de su periodo.
Luego les quedó tiempo, espacio y plata, para vender en el proselitismo político a sus descendientes. Esposas, hijas, hijos, hermanos… etc. Gobernar en cuerpo ajeno se llama eso. Se quieren atornillar en los puestos de mando ¿Quedará alguna sustancia nutritiva en estos cargos? Hay que preguntarle al doctor Alfonso Campo Martínez, personero de Valledupar quien fue señalado de cometer fraude, se estaba “copiando” dijeron los presentes, en las pruebas que fueron contratadas por el ente para escoger nuevo o viejo personero.
Cero y serían tres los períodos y esto no tiene nada de raro si la norma lo permite. Lo malo es que se haga en esos términos. ¿Qué hay en la personería que gusta tanto doctor Campo? El caso muy sonado, al final tuvo que ser suspendido y los candidatos molestos por la situación. El personero se defiende y aduce que quieren sacarlo de la competencia.
En la alcaldía hay malestar por estos días, los contratistas, hay muchos por diferentes sectores, a quienes en principio les habían ofrecido que sus contratos sería por cinco meses, solo les contrataron por cuatro; se embolató un mes. ¿Para dónde se fue? Y para más piedra, luego de perder los candidatos de la administración: alcaldía, concejo, asamblea.
No hay plata, según ellos, para pagarle a los que hasta el 27 de octubre estaban contratados. Algún contratista que salga a denunciar públicamente esta situación… ya pasadas las elecciones, a Tuto está a punto de quemársele el bastón de mando, como sus candidatos, y ahí no va a pasar nada. Le faltan solo unos días, así que a hablar señores. Aquí en el Valle, el vivo vive del bobo, estas son las razones. Sólo Eso.
El vivo vive del bobo. Esta parece ser la premisa de la cual se fundamentan hoy por hoy los que reciben de alguna manera la confianza del pueblo para representarlos en los estamentos de gobernabilidad del estado y en todos los escenarios donde quien incide es el pobre pueblo que escoge, a veces escoge mal, […]
El vivo vive del bobo. Esta parece ser la premisa de la cual se fundamentan hoy por hoy los que reciben de alguna manera la confianza del pueblo para representarlos en los estamentos de gobernabilidad del estado y en todos los escenarios donde quien incide es el pobre pueblo que escoge, a veces escoge mal, triste y cruda realidad.
La confianza en los líderes que orientan tesis de transparencia se ha perdido; las instituciones que deben ser modelo de verdad, hoy son cuestionadas de manera burda. Diferentes carteles identifican lo que como institucionalidad debe ser sinónimo de pulcritud y ética. “El cartel de la toga” por ejemplo, involucró a magistrados del más alto nivel que haciendo uso de su distinción promovieron una organización criminal en la que participó un fiscal anticorrupción. Alguien que me explique y me dé razón de esto por favor.
Esta organización estaba dedicada a cometer delitos indeterminados que afectaron la seguridad pública y la administración pública, relacionados siempre con actuaciones que se daban en la jurisdicción penal y, abro comillas: manejar los procesos, cierro comillas; a cambio de jugosísimas cantidades de dinero. Y si estos son los administradores de las investigaciones y el impartir justicia en niveles de alto turmequé, que queda para el manejo local; los dieciséis concejales destituidos en Valledupar, lograron llegar, con mañas y todo, casi hasta el final de su periodo.
Luego les quedó tiempo, espacio y plata, para vender en el proselitismo político a sus descendientes. Esposas, hijas, hijos, hermanos… etc. Gobernar en cuerpo ajeno se llama eso. Se quieren atornillar en los puestos de mando ¿Quedará alguna sustancia nutritiva en estos cargos? Hay que preguntarle al doctor Alfonso Campo Martínez, personero de Valledupar quien fue señalado de cometer fraude, se estaba “copiando” dijeron los presentes, en las pruebas que fueron contratadas por el ente para escoger nuevo o viejo personero.
Cero y serían tres los períodos y esto no tiene nada de raro si la norma lo permite. Lo malo es que se haga en esos términos. ¿Qué hay en la personería que gusta tanto doctor Campo? El caso muy sonado, al final tuvo que ser suspendido y los candidatos molestos por la situación. El personero se defiende y aduce que quieren sacarlo de la competencia.
En la alcaldía hay malestar por estos días, los contratistas, hay muchos por diferentes sectores, a quienes en principio les habían ofrecido que sus contratos sería por cinco meses, solo les contrataron por cuatro; se embolató un mes. ¿Para dónde se fue? Y para más piedra, luego de perder los candidatos de la administración: alcaldía, concejo, asamblea.
No hay plata, según ellos, para pagarle a los que hasta el 27 de octubre estaban contratados. Algún contratista que salga a denunciar públicamente esta situación… ya pasadas las elecciones, a Tuto está a punto de quemársele el bastón de mando, como sus candidatos, y ahí no va a pasar nada. Le faltan solo unos días, así que a hablar señores. Aquí en el Valle, el vivo vive del bobo, estas son las razones. Sólo Eso.