Publicidad
Categorías
Categorías
Columnista - 27 septiembre, 2019

Los Baquero Mestre

Las letras de este escrito no tienen otra pretensión que la de reconocernos mejor los de estos apellidos como familia; lejos de mí, cualesquiera otras consideraciones vanidosas, porque no caben. De los Mestre, no me ocuparé sino brevemente, puesto que mi pariente el connotado y tinoso historiador regional Alfredo Mestre Orozco, lo ha hecho a […]

Boton Wpp

Las letras de este escrito no tienen otra pretensión que la de reconocernos mejor los de estos apellidos como familia; lejos de mí, cualesquiera otras consideraciones vanidosas, porque no caben.

De los Mestre, no me ocuparé sino brevemente, puesto que mi pariente el connotado y tinoso historiador regional Alfredo Mestre Orozco, lo ha hecho a bastanza, acerca de muchas familias de nuestra comarca.

Algo, sin embargo, a manera de cabeza de proceso. El 21 de febrero de 1.672 llegó de España a nuestras tierras como gobernador de la provincia de Santa Marta, don Vicente Sebastián Mestre, y hacia 1.789 nace en Valledupar un niño descendiente suyo, al que se le denominó Vicente Mestre González, quien habiendo enviudado realizó estudios de filosofía y teología, y fue ordenado sacerdote diocesano; en la guerra de nuestra independencia de España, es ordinario eclesiástico, administrador civil y jefe militar, de Valledupar.

Este célebre padre Valentín tuvo varios hijos, quienes emparentaron con varias familias de Valledupar y Santa Marta: González, Villazón, Quintero, Oñate, Pumarejo, Mora, entre otros; entre estos hijos tuvo a Francisco Javier Mestre de Oñate, quien con la Urumitera Manuela Modesta Baquero (descendiente del clérigo Español licenciado don Francisco Baquero, párroco de Urumita en aquella época, procrearon a Hospicio Baquero Mestre (mi bisabuelo).

De quienes provienen, en Urumita: Los Barros Baquero, Los López Baquero, los Baquero Sarmiento, Los Dangond Baquero, Los Baquero Torres, los Baquero Vanegas; en Villanueva: Los Baquero Herrera, los Zuleta Baquero; en San Juan del Cesar, Los Cotes Baquero; en Valledupar, los Palmera Baquero, los Villazón Baquero.

Los Baquero, no han tenido vocación para ser ricos en bienes materiales; en cambio, suelen tener tendencia a la reflexión intelectual; por ejemplo, les llama la atención los proyectos educativos y su ejecución. Indico aquí solamente dos nombres que nos son muy conocidos: el de Manuel María Barros Baquero, docente, vinculado por muchos años al añejo Ministerios de Educación, y fue rector del colegio Loperena de Valledupar, hacia finales de la década de los 50; y a Julio Villazón Baquero, cofundador con otras familias muy distinguidas de la región del colegio Bilingüe, cuyas historias del pasado y del presente, son bien conocidas.

Finalmente, quiero confesarme aquí muy urumitero y muy pueblo bellano, mis amores entrañables; respecto de Urumita, por ser mi intimo terruño, lugar de la cuna de mi nacimiento, donde han estado mis primeras y profundas querencias, que continúan estándolo y siéndolo; y en cuanto a Pueblo Bello, encuentro como fundamento de mi amor por él, las siguientes principales circunstancias: que mis antepasados, el padre Valentín y sus hijos, entre estos mi tatarabuelo, Francisco Javier Mestre de Oñate, se afincaron en este paraíso, con cultivos de café y pancoger y ganadería vacuna y caballar; porque mi abuelo, Manuel María Barros Alvarado, buscando mejor clima para su salud, se estableció temporalmente bajo sus lares, y aquí hubo de morir y ser enterrado en su cementerio local. Aquí están sus despojos.

Y, finalmente, porque he tenido la fortuna de tener como heredad de mi padre, Hospicio López Baquero, su finca de descanso y meditaciones.

Columnista
27 septiembre, 2019

Los Baquero Mestre

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Rodrigo López Barros

Las letras de este escrito no tienen otra pretensión que la de reconocernos mejor los de estos apellidos como familia; lejos de mí, cualesquiera otras consideraciones vanidosas, porque no caben. De los Mestre, no me ocuparé sino brevemente, puesto que mi pariente el connotado y tinoso historiador regional Alfredo Mestre Orozco, lo ha hecho a […]


Las letras de este escrito no tienen otra pretensión que la de reconocernos mejor los de estos apellidos como familia; lejos de mí, cualesquiera otras consideraciones vanidosas, porque no caben.

De los Mestre, no me ocuparé sino brevemente, puesto que mi pariente el connotado y tinoso historiador regional Alfredo Mestre Orozco, lo ha hecho a bastanza, acerca de muchas familias de nuestra comarca.

Algo, sin embargo, a manera de cabeza de proceso. El 21 de febrero de 1.672 llegó de España a nuestras tierras como gobernador de la provincia de Santa Marta, don Vicente Sebastián Mestre, y hacia 1.789 nace en Valledupar un niño descendiente suyo, al que se le denominó Vicente Mestre González, quien habiendo enviudado realizó estudios de filosofía y teología, y fue ordenado sacerdote diocesano; en la guerra de nuestra independencia de España, es ordinario eclesiástico, administrador civil y jefe militar, de Valledupar.

Este célebre padre Valentín tuvo varios hijos, quienes emparentaron con varias familias de Valledupar y Santa Marta: González, Villazón, Quintero, Oñate, Pumarejo, Mora, entre otros; entre estos hijos tuvo a Francisco Javier Mestre de Oñate, quien con la Urumitera Manuela Modesta Baquero (descendiente del clérigo Español licenciado don Francisco Baquero, párroco de Urumita en aquella época, procrearon a Hospicio Baquero Mestre (mi bisabuelo).

De quienes provienen, en Urumita: Los Barros Baquero, Los López Baquero, los Baquero Sarmiento, Los Dangond Baquero, Los Baquero Torres, los Baquero Vanegas; en Villanueva: Los Baquero Herrera, los Zuleta Baquero; en San Juan del Cesar, Los Cotes Baquero; en Valledupar, los Palmera Baquero, los Villazón Baquero.

Los Baquero, no han tenido vocación para ser ricos en bienes materiales; en cambio, suelen tener tendencia a la reflexión intelectual; por ejemplo, les llama la atención los proyectos educativos y su ejecución. Indico aquí solamente dos nombres que nos son muy conocidos: el de Manuel María Barros Baquero, docente, vinculado por muchos años al añejo Ministerios de Educación, y fue rector del colegio Loperena de Valledupar, hacia finales de la década de los 50; y a Julio Villazón Baquero, cofundador con otras familias muy distinguidas de la región del colegio Bilingüe, cuyas historias del pasado y del presente, son bien conocidas.

Finalmente, quiero confesarme aquí muy urumitero y muy pueblo bellano, mis amores entrañables; respecto de Urumita, por ser mi intimo terruño, lugar de la cuna de mi nacimiento, donde han estado mis primeras y profundas querencias, que continúan estándolo y siéndolo; y en cuanto a Pueblo Bello, encuentro como fundamento de mi amor por él, las siguientes principales circunstancias: que mis antepasados, el padre Valentín y sus hijos, entre estos mi tatarabuelo, Francisco Javier Mestre de Oñate, se afincaron en este paraíso, con cultivos de café y pancoger y ganadería vacuna y caballar; porque mi abuelo, Manuel María Barros Alvarado, buscando mejor clima para su salud, se estableció temporalmente bajo sus lares, y aquí hubo de morir y ser enterrado en su cementerio local. Aquí están sus despojos.

Y, finalmente, porque he tenido la fortuna de tener como heredad de mi padre, Hospicio López Baquero, su finca de descanso y meditaciones.