Un ejemplo de un buen gobernante en estos tiempos es claramente un trabajo complejo, lo digo porque son pocos a los que se les puede rescatar una sobresaliente gestión, sin embargo, al analizar el trabajo de esos cuantos es posible identificar unos atributos o cualidades comunes que definan un perfil con el que se debe […]
Un ejemplo de un buen gobernante en estos tiempos es claramente un trabajo complejo, lo digo porque son pocos a los que se les puede rescatar una sobresaliente gestión, sin embargo, al analizar el trabajo de esos cuantos es posible identificar unos atributos o cualidades comunes que definan un perfil con el que se debe cumplir para asumir tal posición.
En ese sentido, quiero aprovechar este articulo para enunciar algunas de esas cualidades que a mi criterio distinguen a los dirigentes que son reconocidos por su buen trabajo. Por eso, como primera cualidad señalo la importancia del saber gerenciar, un requisito que se acredita únicamente con la combinación de estudios y experiencias, porque quien pretenda administrar debe caer en cuenta de lo complicado que es lo público, y aún más cuando lo que se recibe para su manejo tiene que suplir en gran manera las necesidades de una sociedad.
Desde ese punto de vista, aquellos que obtienen la posibilidad de mandato entiendan que la administración es una sola independientemente de quien esté al frente en su momento, lo que se retrasa en 4 años de gobierno, se demora el mismo tiempo en enmendarse.
De manera que no se puede improvisar con una persona sin la experiencia ni el conocimiento en la gestión pública, condiciones que no pueden homologarse como muchos piensan con un grupo de buenos asesores, porque a estos para consultarles se le tendrá que hablar al mismo nivel de intelectualidad, una exigencia de la administración pública contemporánea.
Una segunda cualidad que favorece a la buena gobernanza, es la decisión personal de ponerse en los zapatos de los demás, y esto no se trata de haber sufrido penurias o ciertas carencias pues todos pasamos por situaciones diferentes, pero ser conscientes de su existencia, ya que el hambre, desempleo y enfermedad son una cosa en los medios y otra es la realidad, así que quien crea en la idea que es normal ese acontecer y no se conduele del mal ajeno, es mejor que se haga a un lado.
Esta cualidad la menciono porque en épocas electorales todos se pasean por las barriadas, se toman tintos en las terrazas, estrechan manos, abrazan y besan, varias actitudes que en su vida cotidiana no acostumbraban hacerlo, pero por ganarse el respaldo en urnas se sacrifican temporalmente, y cuando son elegidos se distancian de la gente como de sus problemas.
Como ultima cualidad y no menos importante es el conocimiento de su territorio, entender la idiosincrasia y ADN de su pueblo, e igualmente comprender a cabalidad sus fortalezas y debilidades con el propósito de trabajar en ellas, puesto que se hace indispensable en la toma de decisiones tenerlas presente y así evitar incurrir en las inversiones a perdida, obras innecesarias “elefantes blancos” y proyectos desechables tan usuales en nuestro país.
De aquí la importancia que se refleje en los programas de gobierno una visión de ciudad, situando el municipio o departamento en la modernidad, que sus propuestas sean una apuesta frente a los sectores económicos y su proyección sea realmente atractiva. De igual manera, se tengan presente esas prioridades que llevan años siéndolo como el acceso a servicios públicos, atención primaria en salud y educación de calidad con la responsabilidad de hacerlas realidad.
Finalmente, con este escrito espero despertar el interés de los votantes para que antes de elegir examinen a cada uno de sus candidatos poniéndolos en la balanza con los calificativos que señale o los que consideren en su sana lógica, sin que se nos olvide que las decisiones de quien nos gobierna repercuten en el bienestar de todos.
Un ejemplo de un buen gobernante en estos tiempos es claramente un trabajo complejo, lo digo porque son pocos a los que se les puede rescatar una sobresaliente gestión, sin embargo, al analizar el trabajo de esos cuantos es posible identificar unos atributos o cualidades comunes que definan un perfil con el que se debe […]
Un ejemplo de un buen gobernante en estos tiempos es claramente un trabajo complejo, lo digo porque son pocos a los que se les puede rescatar una sobresaliente gestión, sin embargo, al analizar el trabajo de esos cuantos es posible identificar unos atributos o cualidades comunes que definan un perfil con el que se debe cumplir para asumir tal posición.
En ese sentido, quiero aprovechar este articulo para enunciar algunas de esas cualidades que a mi criterio distinguen a los dirigentes que son reconocidos por su buen trabajo. Por eso, como primera cualidad señalo la importancia del saber gerenciar, un requisito que se acredita únicamente con la combinación de estudios y experiencias, porque quien pretenda administrar debe caer en cuenta de lo complicado que es lo público, y aún más cuando lo que se recibe para su manejo tiene que suplir en gran manera las necesidades de una sociedad.
Desde ese punto de vista, aquellos que obtienen la posibilidad de mandato entiendan que la administración es una sola independientemente de quien esté al frente en su momento, lo que se retrasa en 4 años de gobierno, se demora el mismo tiempo en enmendarse.
De manera que no se puede improvisar con una persona sin la experiencia ni el conocimiento en la gestión pública, condiciones que no pueden homologarse como muchos piensan con un grupo de buenos asesores, porque a estos para consultarles se le tendrá que hablar al mismo nivel de intelectualidad, una exigencia de la administración pública contemporánea.
Una segunda cualidad que favorece a la buena gobernanza, es la decisión personal de ponerse en los zapatos de los demás, y esto no se trata de haber sufrido penurias o ciertas carencias pues todos pasamos por situaciones diferentes, pero ser conscientes de su existencia, ya que el hambre, desempleo y enfermedad son una cosa en los medios y otra es la realidad, así que quien crea en la idea que es normal ese acontecer y no se conduele del mal ajeno, es mejor que se haga a un lado.
Esta cualidad la menciono porque en épocas electorales todos se pasean por las barriadas, se toman tintos en las terrazas, estrechan manos, abrazan y besan, varias actitudes que en su vida cotidiana no acostumbraban hacerlo, pero por ganarse el respaldo en urnas se sacrifican temporalmente, y cuando son elegidos se distancian de la gente como de sus problemas.
Como ultima cualidad y no menos importante es el conocimiento de su territorio, entender la idiosincrasia y ADN de su pueblo, e igualmente comprender a cabalidad sus fortalezas y debilidades con el propósito de trabajar en ellas, puesto que se hace indispensable en la toma de decisiones tenerlas presente y así evitar incurrir en las inversiones a perdida, obras innecesarias “elefantes blancos” y proyectos desechables tan usuales en nuestro país.
De aquí la importancia que se refleje en los programas de gobierno una visión de ciudad, situando el municipio o departamento en la modernidad, que sus propuestas sean una apuesta frente a los sectores económicos y su proyección sea realmente atractiva. De igual manera, se tengan presente esas prioridades que llevan años siéndolo como el acceso a servicios públicos, atención primaria en salud y educación de calidad con la responsabilidad de hacerlas realidad.
Finalmente, con este escrito espero despertar el interés de los votantes para que antes de elegir examinen a cada uno de sus candidatos poniéndolos en la balanza con los calificativos que señale o los que consideren en su sana lógica, sin que se nos olvide que las decisiones de quien nos gobierna repercuten en el bienestar de todos.