La pregunta del título parece descabellada, pero seguramente para los veinte mil estudiantes, los tres mil docentes y más de trescientos empleados de la Universidad Popular del Cesar (UPC) es muy racional.
La pregunta del título parece descabellada, pero seguramente para los veinte mil estudiantes, los tres mil docentes y más de trescientos empleados de la Universidad Popular del Cesar (UPC) es muy racional.
Incluso el título no es de mis consejeros periodísticos Tíochiro y Tíonan, el Observatorio de la Universidad Colombiana lo publicó el pasado 14 de julio, así: “¿Por qué el Gobierno, en el Cesar, apoya a la UNAL y no a Unicesar? Aparecen dudas sobre viabilidad e impacto real de nueva sede de la UNAL en el Cesar”.
Pareciera que le están entregando gato por libre a los cesarenses, incluso ‘chicha por limonada’.
El primer interrogante surge de parte de Santiago Fonseca, representante estudiantil del Consejo Académico de la Universidad Nacional quien se muestra muy preocupado y cuestionó la nueva sede.
El representante denuncia que la rectora Montoya hizo aprobar, sin los trámites debidos, en consejos académico y superior, los pregrados para esa sede: Biología, estadística, ingeniería biológica, ingeniería mecatrónica, geografía y gestión cultural y comunicativa.
Se estima que estos estudiantes iniciarán sus estudios en la sede por máximo cuatro semestres y viajarán a completar sus estudios en las sedes de Bogotá, Medellín, Manizales o Palmira. Entonces, para qué una inversión de más de $60 mil millones para recibir 100 o 200 estudiantes, preguntan Tíochiro. Se asegura que, con una inversión de más de 20 mil millones en la Universidad Popular del Cesar, seguramente la matricula por semestre podría costar 200 y 250 mil pesos y beneficiaría a 20 mil estudiantes de la región.
Afirma la publicación del Observatorio que Fonseca “también denuncia que no existen profesores de planta, en propiedad, para la nueva sede, y que ésta trabajará con profesores llevados de otras sedes, en comisión. Esto significa, señala el estudiante, “abrir un hueco para tapar otro”, pues los de planta deberán ser cubiertos con ocasionales”. Es decir, le da muy poca posibilidad de existencia. Fue inaugurada muerta.
La publicación agrega que “el otro aspecto es el financiero, pues la nueva sede contará con una base presupuestal de funcionamiento de $20 mil millones, “menos de la mitad de lo que la Universidad había presupuestado al gobierno para poder funcionar”.
Pero eso no es nada. Recuerdo que en noviembre del 2018 mis consejeros periodísticos Tíochiro y Tíonan denunciaron que “nos han mentido los rectores de la Nacional, Moisés Wasserman e Ignacio Mantilla. Ambos dijeron en su momento que esta sede caribe era para albergar a los estudiantes de la región, en pregrado. Incluso, dijeron que hasta programa de medicina y odontología iban a ofertar”.
Sin embargo, hasta hace poco han ofertado carreras sin ninguna clase de pertinencia en la región caribe, que parecen más de rellenos.
El segundo título del Observatorio expresa que “Aparecen dudas sobre viabilidad e impacto real de nueva sede de la UNAL en el Cesar”. Se trata de una sede en donde ¿invirtieron? más de 60 mil millones de pesos y hoy no tiene biblioteca, laboratorios, un sistema de seguridad en cuanto a tormentas eléctricas o fuertes aguaceros. No tiene docentes ni administrativos.
Según algunos veedores cívicos, la oferta de carreras que hizo la Unal no se compadece con lo invertido en dinero. Inclusive, los veedores y dirigentes estudiantiles aseguran que se le debió haber invertido a la Universidad Popular del Cesar, porque es una sede de carácter nacional, pero que los congresistas del departamento son apáticos a lograr recursos para la UPC. Hasta la próxima semana. [email protected] @tiochiro.
La pregunta del título parece descabellada, pero seguramente para los veinte mil estudiantes, los tres mil docentes y más de trescientos empleados de la Universidad Popular del Cesar (UPC) es muy racional.
La pregunta del título parece descabellada, pero seguramente para los veinte mil estudiantes, los tres mil docentes y más de trescientos empleados de la Universidad Popular del Cesar (UPC) es muy racional.
Incluso el título no es de mis consejeros periodísticos Tíochiro y Tíonan, el Observatorio de la Universidad Colombiana lo publicó el pasado 14 de julio, así: “¿Por qué el Gobierno, en el Cesar, apoya a la UNAL y no a Unicesar? Aparecen dudas sobre viabilidad e impacto real de nueva sede de la UNAL en el Cesar”.
Pareciera que le están entregando gato por libre a los cesarenses, incluso ‘chicha por limonada’.
El primer interrogante surge de parte de Santiago Fonseca, representante estudiantil del Consejo Académico de la Universidad Nacional quien se muestra muy preocupado y cuestionó la nueva sede.
El representante denuncia que la rectora Montoya hizo aprobar, sin los trámites debidos, en consejos académico y superior, los pregrados para esa sede: Biología, estadística, ingeniería biológica, ingeniería mecatrónica, geografía y gestión cultural y comunicativa.
Se estima que estos estudiantes iniciarán sus estudios en la sede por máximo cuatro semestres y viajarán a completar sus estudios en las sedes de Bogotá, Medellín, Manizales o Palmira. Entonces, para qué una inversión de más de $60 mil millones para recibir 100 o 200 estudiantes, preguntan Tíochiro. Se asegura que, con una inversión de más de 20 mil millones en la Universidad Popular del Cesar, seguramente la matricula por semestre podría costar 200 y 250 mil pesos y beneficiaría a 20 mil estudiantes de la región.
Afirma la publicación del Observatorio que Fonseca “también denuncia que no existen profesores de planta, en propiedad, para la nueva sede, y que ésta trabajará con profesores llevados de otras sedes, en comisión. Esto significa, señala el estudiante, “abrir un hueco para tapar otro”, pues los de planta deberán ser cubiertos con ocasionales”. Es decir, le da muy poca posibilidad de existencia. Fue inaugurada muerta.
La publicación agrega que “el otro aspecto es el financiero, pues la nueva sede contará con una base presupuestal de funcionamiento de $20 mil millones, “menos de la mitad de lo que la Universidad había presupuestado al gobierno para poder funcionar”.
Pero eso no es nada. Recuerdo que en noviembre del 2018 mis consejeros periodísticos Tíochiro y Tíonan denunciaron que “nos han mentido los rectores de la Nacional, Moisés Wasserman e Ignacio Mantilla. Ambos dijeron en su momento que esta sede caribe era para albergar a los estudiantes de la región, en pregrado. Incluso, dijeron que hasta programa de medicina y odontología iban a ofertar”.
Sin embargo, hasta hace poco han ofertado carreras sin ninguna clase de pertinencia en la región caribe, que parecen más de rellenos.
El segundo título del Observatorio expresa que “Aparecen dudas sobre viabilidad e impacto real de nueva sede de la UNAL en el Cesar”. Se trata de una sede en donde ¿invirtieron? más de 60 mil millones de pesos y hoy no tiene biblioteca, laboratorios, un sistema de seguridad en cuanto a tormentas eléctricas o fuertes aguaceros. No tiene docentes ni administrativos.
Según algunos veedores cívicos, la oferta de carreras que hizo la Unal no se compadece con lo invertido en dinero. Inclusive, los veedores y dirigentes estudiantiles aseguran que se le debió haber invertido a la Universidad Popular del Cesar, porque es una sede de carácter nacional, pero que los congresistas del departamento son apáticos a lograr recursos para la UPC. Hasta la próxima semana. [email protected] @tiochiro.