La clave de un buen gobierno se basa en la honestidad, pregonaba Thomas Jefferson, tercer Presidente de los Estados Unidos de América. Hay quienes juzgan la gestión de un alcalde, gobernador, gerente, u otros funcionarios de la administración pública, por las obras físicas o tangibles, o intangibles, que no se pueden tocar. Dirán los organismos […]
La clave de un buen gobierno se basa en la honestidad, pregonaba Thomas Jefferson, tercer Presidente de los Estados Unidos de América. Hay quienes juzgan la gestión de un alcalde, gobernador, gerente, u otros funcionarios de la administración pública, por las obras físicas o tangibles, o intangibles, que no se pueden tocar. Dirán los organismos de control e investigación si hubo o no corrupción en equis o ye gobierno, esa es su responsabilidad, pero también el pueblo soberano hablará a través de la “verdad verdadera”, que es la que todo el mundo conoce y comenta en los corrillos.
Pero es ahí, precisamente, donde surgen las dos corrientes de opinión, de los que desmeritan las obras de cemento, porque se desgastan y pierden su vida útil, y los que se apasionan por las llamadas inversiones del ser humano, por el valor agregado que implica invertir en la gente, que crece todos los días, especialmente el conocimiento.
Las obras de cemento se visibilizan y son más fáciles de evaluar a la luz del escrutinio ciudadano, en calidad y costos, en tanto que las obras intangibles, como por ejemplo, contratar seminarios y talleres para capacitar y desarrollar cultura ciudadana, dificultan más el ejercicio del control social, dicho en carta blanca, se roban la plata con más facilidad y no se escapan ni los alimentos de los niños, porque el afán es capitalizar y engrosar el patrimonio familiar.
Que robe, pero que haga, es la consígna perversa, mejor es que haga y que no robe, para que fluya la transparencia y se direccionen bien los recursos en los renglones esenciales, se desarrolle la cultura de la meritocracia y el talento con énfasis en la educación y se abran las puertas a la inversión empresarial con un enfoque de planeación a conciencia.
No hay por dónde, -como dicen los libretos del telecomediante “El Chavo del 8”-, puede ser el corolario perfecto para hacer un balance de la gestión de Tuto Uhía, descomunal como lo prueban innumerables obras: la intervención de parques y megaparques, generación de empleo, recreación y salud preventiva, las grandes avenidas, la interminable pavimentación de calles polvorientas y manzanas que hoy se convierten en escenarios para el deporte, sin soslayar logros en materia de salud, educación, economía naranja y otros renglones de desarrollo.
Quedan dos lunares: Radian, que pese a cambiar la cultura de pago de los servicios que presta Emdupar, despierta malestar entre los usuarios por lo intransigente e indolente con el cobro y corte del suministro de agua y alcantarillado, y la Concesión de Alumbrado Público, que a juicio del Concejo Municipal resulta ser el contrato más oneroso del municipio, porque en 22 años de creación, desde marzo de 1997 a esta parte, la Concesionaria ha recibido ingresos superiores a los 350 mil millones de pesos, sin que se reflejen en inversiones.
La clave de un buen gobierno se basa en la honestidad, pregonaba Thomas Jefferson, tercer Presidente de los Estados Unidos de América. Hay quienes juzgan la gestión de un alcalde, gobernador, gerente, u otros funcionarios de la administración pública, por las obras físicas o tangibles, o intangibles, que no se pueden tocar. Dirán los organismos […]
La clave de un buen gobierno se basa en la honestidad, pregonaba Thomas Jefferson, tercer Presidente de los Estados Unidos de América. Hay quienes juzgan la gestión de un alcalde, gobernador, gerente, u otros funcionarios de la administración pública, por las obras físicas o tangibles, o intangibles, que no se pueden tocar. Dirán los organismos de control e investigación si hubo o no corrupción en equis o ye gobierno, esa es su responsabilidad, pero también el pueblo soberano hablará a través de la “verdad verdadera”, que es la que todo el mundo conoce y comenta en los corrillos.
Pero es ahí, precisamente, donde surgen las dos corrientes de opinión, de los que desmeritan las obras de cemento, porque se desgastan y pierden su vida útil, y los que se apasionan por las llamadas inversiones del ser humano, por el valor agregado que implica invertir en la gente, que crece todos los días, especialmente el conocimiento.
Las obras de cemento se visibilizan y son más fáciles de evaluar a la luz del escrutinio ciudadano, en calidad y costos, en tanto que las obras intangibles, como por ejemplo, contratar seminarios y talleres para capacitar y desarrollar cultura ciudadana, dificultan más el ejercicio del control social, dicho en carta blanca, se roban la plata con más facilidad y no se escapan ni los alimentos de los niños, porque el afán es capitalizar y engrosar el patrimonio familiar.
Que robe, pero que haga, es la consígna perversa, mejor es que haga y que no robe, para que fluya la transparencia y se direccionen bien los recursos en los renglones esenciales, se desarrolle la cultura de la meritocracia y el talento con énfasis en la educación y se abran las puertas a la inversión empresarial con un enfoque de planeación a conciencia.
No hay por dónde, -como dicen los libretos del telecomediante “El Chavo del 8”-, puede ser el corolario perfecto para hacer un balance de la gestión de Tuto Uhía, descomunal como lo prueban innumerables obras: la intervención de parques y megaparques, generación de empleo, recreación y salud preventiva, las grandes avenidas, la interminable pavimentación de calles polvorientas y manzanas que hoy se convierten en escenarios para el deporte, sin soslayar logros en materia de salud, educación, economía naranja y otros renglones de desarrollo.
Quedan dos lunares: Radian, que pese a cambiar la cultura de pago de los servicios que presta Emdupar, despierta malestar entre los usuarios por lo intransigente e indolente con el cobro y corte del suministro de agua y alcantarillado, y la Concesión de Alumbrado Público, que a juicio del Concejo Municipal resulta ser el contrato más oneroso del municipio, porque en 22 años de creación, desde marzo de 1997 a esta parte, la Concesionaria ha recibido ingresos superiores a los 350 mil millones de pesos, sin que se reflejen en inversiones.