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General - 7 julio, 2019

“Necesitamos artistas más comprometidos con la realidad: menos tibios”: César López

César López habló de su carrera, la responsabilidad del compositor y su trabajo en el ETCR de Tierra Grata.

Boton Wpp

¿Cómo nació el activismo con la música como instrumento?

Yo crecí en una familia inquieta socialmente, activista, que alzaba la voz. Cuando yo empiezo mi carrera musical en el 88 entro a Poligamia, sin embargo, en el ejercicio de la música comercial siempre sentí que le faltaba una pata a esa mesa y empecé a hacer unos ejercicios individuales de ir a tocar a clínicas siquiátricas, iba a cárceles, como un ejercicio para complementar mi carrera artística.

Y en un momento eso empezó a pesar más, empecé a encontrarle más sentido a esa labor artística. Yo sentía que algo se complementaba mucho más en mí que el concierto perfectamente producido, y me fui aislando hacia otra ruta.

Sobre qué es más fácil componer, ¿la guerra o la paz?

Yo le he compuesto mucho a la guerra, a lo maluco que ha causado dolor, un poco en rechazo a una cosa que ha hecho curso en los artistas y es la esperanza fácil. ‘Hagamos una canción de todo va a estar bien, abraza a tu hermano’. Y yo sé muy bien que eso es difícil, habitar con el otro que me hizo daño.

Entonces esas canciones no me habían interesado mucho, pero mi búsqueda también va en una dirección: ¿Podemos los artistas colombianos crear un relato potente que sea una caja de herramienta sonora para un ser humano que quiera alejarse de la violencia? Entonces en esa lógica, ayer (viernes) estábamos en San José de Oriente y yo sentía que lo que había que cantar allí era la esperanza, esa canción que me falta, que todavía no está.

¿Compone canciones para que sean populares?

Estas canciones no son masivas, de repente estoy con un grupo de muchachos de la Comuna 13 que están en proceso de reconciliación, víctimas de violencias sexuales, voy viajando por distintas causas y uno va haciendo una especie de acupuntura social: poniendo un poquito de energía en unos puntos para recargarlos y esa acupuntura requiere esas otras canciones que hablen de la reconciliación.

Entonces, ¿cuál es el propósito de sus canciones?

A ti te gusta una canción, te encierra y la repites, la canción es un dispositivo que detona cosas en las personas. Hay una anécdota que a mí me gusta mucho y es la de Carlos Pizarro. El ‘men’ estaba escondido en una finca a finales de los 80. Dice un testigo que el tipo tenía una grabadora con un casete y repetía una canción y la ponía y seguía escribiendo a máquina, y repetía la canción y seguía escribiendo a máquina. Y la gente le decía: ‘Eh, parcero, cambiá la canción que estamos mareados’.

Al otro día se levantó y dice: ‘Prepárense que vamos a firmar la paz con el Gobierno nacional’. Yo siempre me he preguntado qué papel jugaba la canción en el sostenimiento emocional de un tipo que estaba tomando una decisión que le iba a cambiar la vida a miles de personas.

Hablemos del papel de la música vallenata en la narración de nuestra sociedad…

Hay una conexión que he encontrado entre el juglar y el rapero, que tienen una intención muy genuina de narrar los hechos, que además quedan preservados para la historia.

Es la conexión que tienen las personas con el deseo de narrar las cosas mágicas y lo cotidiano. Yo estuve en Las Pavas, sur de Bolívar, acompañando a una comunidad que estaba retornando a sus territorios. Entonces ellos empezaron a cantar sus vallenatos, puros documentos de memoria histórica: ‘El día seis de febrero llegó fulano de tal, quemó la casa. Esa tierra está firmada, la Fiscalía dijo tal’. Yo dije esto es tan maravilloso como documento literario o como, si se quiere, jurídico, que ahí es donde radica el valor de esa música. Eso no lo hace el pop, lo hace el vallenato y el hip hop. A pesar de ser géneros que están muy lejos, tienen ese vaso comunicante.

¿Qué tipo de artistas necesita el país?

Artistas que estén más conectados a la realidad, o más dispuestos a declararse conectados con la realidad, hago esa diferencia porque siento que los artistas famosos a los que les compramos las boletas son muy tibios. Uno no oye a un artista famoso: ¿qué pasó con la mesa del ELN? Las 16 curules de las víctimas. De pronto lanzan pinceladas, muy genéricas. ¿Estaría mal que un artista nos pregunte por qué nos duelen las muertes de unos y nos alegra las de otros? Eso no tendría que generar ni un tipo de censura.

¿En qué consiste Son de paz y cómo están trabajando en Tierra Grata?

Cuando tuve la oportunidad de venir el año pasado en Tierra Grata me di cuenta que hay una población no tienen una oferta de cultura permanente. Entonces nació la idea de crear un espacio de cultura ahí dentro. Lo que pasó ayer (viernes) fue que dimos el primer paso: entregamos el primer bloque de instrumentos.

Ahora, necesitamos profesores de acordeón, de teatro, que ellos digan: ‘Me voy para allá y dicto toda una mañana de guitarra o expresión corporal’. Yo le tengo fe a eso, porque he descubierto que no hay nada que junte y sane más las comunidades que la cultura, y más en una región como esta.

DEIVIS CARO DAZA/ EL PILÓN
[email protected]

General
7 julio, 2019

“Necesitamos artistas más comprometidos con la realidad: menos tibios”: César López

César López habló de su carrera, la responsabilidad del compositor y su trabajo en el ETCR de Tierra Grata.


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¿Cómo nació el activismo con la música como instrumento?

Yo crecí en una familia inquieta socialmente, activista, que alzaba la voz. Cuando yo empiezo mi carrera musical en el 88 entro a Poligamia, sin embargo, en el ejercicio de la música comercial siempre sentí que le faltaba una pata a esa mesa y empecé a hacer unos ejercicios individuales de ir a tocar a clínicas siquiátricas, iba a cárceles, como un ejercicio para complementar mi carrera artística.

Y en un momento eso empezó a pesar más, empecé a encontrarle más sentido a esa labor artística. Yo sentía que algo se complementaba mucho más en mí que el concierto perfectamente producido, y me fui aislando hacia otra ruta.

Sobre qué es más fácil componer, ¿la guerra o la paz?

Yo le he compuesto mucho a la guerra, a lo maluco que ha causado dolor, un poco en rechazo a una cosa que ha hecho curso en los artistas y es la esperanza fácil. ‘Hagamos una canción de todo va a estar bien, abraza a tu hermano’. Y yo sé muy bien que eso es difícil, habitar con el otro que me hizo daño.

Entonces esas canciones no me habían interesado mucho, pero mi búsqueda también va en una dirección: ¿Podemos los artistas colombianos crear un relato potente que sea una caja de herramienta sonora para un ser humano que quiera alejarse de la violencia? Entonces en esa lógica, ayer (viernes) estábamos en San José de Oriente y yo sentía que lo que había que cantar allí era la esperanza, esa canción que me falta, que todavía no está.

¿Compone canciones para que sean populares?

Estas canciones no son masivas, de repente estoy con un grupo de muchachos de la Comuna 13 que están en proceso de reconciliación, víctimas de violencias sexuales, voy viajando por distintas causas y uno va haciendo una especie de acupuntura social: poniendo un poquito de energía en unos puntos para recargarlos y esa acupuntura requiere esas otras canciones que hablen de la reconciliación.

Entonces, ¿cuál es el propósito de sus canciones?

A ti te gusta una canción, te encierra y la repites, la canción es un dispositivo que detona cosas en las personas. Hay una anécdota que a mí me gusta mucho y es la de Carlos Pizarro. El ‘men’ estaba escondido en una finca a finales de los 80. Dice un testigo que el tipo tenía una grabadora con un casete y repetía una canción y la ponía y seguía escribiendo a máquina, y repetía la canción y seguía escribiendo a máquina. Y la gente le decía: ‘Eh, parcero, cambiá la canción que estamos mareados’.

Al otro día se levantó y dice: ‘Prepárense que vamos a firmar la paz con el Gobierno nacional’. Yo siempre me he preguntado qué papel jugaba la canción en el sostenimiento emocional de un tipo que estaba tomando una decisión que le iba a cambiar la vida a miles de personas.

Hablemos del papel de la música vallenata en la narración de nuestra sociedad…

Hay una conexión que he encontrado entre el juglar y el rapero, que tienen una intención muy genuina de narrar los hechos, que además quedan preservados para la historia.

Es la conexión que tienen las personas con el deseo de narrar las cosas mágicas y lo cotidiano. Yo estuve en Las Pavas, sur de Bolívar, acompañando a una comunidad que estaba retornando a sus territorios. Entonces ellos empezaron a cantar sus vallenatos, puros documentos de memoria histórica: ‘El día seis de febrero llegó fulano de tal, quemó la casa. Esa tierra está firmada, la Fiscalía dijo tal’. Yo dije esto es tan maravilloso como documento literario o como, si se quiere, jurídico, que ahí es donde radica el valor de esa música. Eso no lo hace el pop, lo hace el vallenato y el hip hop. A pesar de ser géneros que están muy lejos, tienen ese vaso comunicante.

¿Qué tipo de artistas necesita el país?

Artistas que estén más conectados a la realidad, o más dispuestos a declararse conectados con la realidad, hago esa diferencia porque siento que los artistas famosos a los que les compramos las boletas son muy tibios. Uno no oye a un artista famoso: ¿qué pasó con la mesa del ELN? Las 16 curules de las víctimas. De pronto lanzan pinceladas, muy genéricas. ¿Estaría mal que un artista nos pregunte por qué nos duelen las muertes de unos y nos alegra las de otros? Eso no tendría que generar ni un tipo de censura.

¿En qué consiste Son de paz y cómo están trabajando en Tierra Grata?

Cuando tuve la oportunidad de venir el año pasado en Tierra Grata me di cuenta que hay una población no tienen una oferta de cultura permanente. Entonces nació la idea de crear un espacio de cultura ahí dentro. Lo que pasó ayer (viernes) fue que dimos el primer paso: entregamos el primer bloque de instrumentos.

Ahora, necesitamos profesores de acordeón, de teatro, que ellos digan: ‘Me voy para allá y dicto toda una mañana de guitarra o expresión corporal’. Yo le tengo fe a eso, porque he descubierto que no hay nada que junte y sane más las comunidades que la cultura, y más en una región como esta.

DEIVIS CARO DAZA/ EL PILÓN
[email protected]