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Columnista - 11 junio, 2019

La tecnología  no es la vida. II parte

Tuve excelentes interlocutores para desarrollar  la segunda parte de  esta nota,  y la forma, mala forma además, en la que  está  sumergida un grueso número de la humanidad en este  tema. Doña  Alba Luz Luque me dijo que la tecnología y su avance  son necesaria para la humanidad y su desarrollo. De acuerdo con usted Doña […]

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Tuve excelentes interlocutores para desarrollar  la segunda parte de  esta nota,  y la forma, mala forma además, en la que  está  sumergida un grueso número de la humanidad en este  tema. Doña  Alba Luz Luque me dijo que la tecnología y su avance  son necesaria para la humanidad y su desarrollo.

De acuerdo con usted Doña Alba. Igual pensamiento tiene  Leovaldo Reyes mi primo hermano,  ingeniero de minas y petróleo;  parido profesionalmente de las entrañas de la UIS en Bucaramanga;  vive hace años en los Estados Unidos, él defiende  lo que ha servido, en su área de influencia,  el avance de la tecnología. Dice  que cada tiempo tiene su razón de ser y los avances científicos también.

“No se perfora un pozo de  petróleo  ahora, de la misma forma  que hace treinta años; estimula a sus hijos a desarrollar actividades  deportivas y culturales sin depender del celular. Es éste el motivo del análisis.  Por otro lado, recibí comentarios del   doctor César  Luna,  abogado eminente y  académico de tiempo completo,  conferencista internacional, hace poco estuvo en Valledupar con un tema dirigido a jueces y fiscales de la región.

El doctor Luna enfatiza: “Leí su columna. Cierto es que cada generación ha afirmado históricamente que han vivido mejor. De allí que se diga desde tiempos inmemoriales que todo tiempo pasado fue mejor. Y a partir de esta afirmación, le planteo: el problema verdadero de vivir hoy es que estamos no solo en el límite del tiempo, sino de la consciencia, o mejor inconsciencia.   

Para preocuparlo más: en el derecho europeo de la responsabilidad se discute acerca de los derechos del cyborgs, el primero de su especie. Un hombre a quien la policía en una protesta le daño la antena en su cabeza.

El problema jurídico no es si se le debe indemnizar, sino de qué forma. Lo anterior pues se ha entendido que dicha antena es una extensión de sí mismo que le permite tener sensaciones y sinergias tales como ver los colores; oler las imágenes y como está conectado a su sistema nervioso central ver y compartir por el internet dichas experiencias.

La cosa es que son daños a la persona (…)” En fin,  el principio de la tecnología es hacerle la vida “más fácil” a la humanidad, sin dejar de lado, por ejemplo,  el respeto a su misma especie y desde luego a las demás.

Las cosas que se enseñan en la  casa: el respeto, los buenos modales;  mirar al interlocutor no a una pantalla, sentarse a la mesa con la conciencia del respeto que eso merece. Disfrutar una cena sagrada, sin celular en mano y debidamente vestido, al menos con camisa.

Eso se llama respeto; establecer una relación de comunicación “face to face”, es sin lugar  a dudas una meta bastante compleja de lograr.

Y podrán existir las mil y una maneras de hacer que la vida sea cada día más placentera con tanta tecnología  pero el roce de piel, un abrazo real y una palabra al oído no serán suplidos jamás por una máquina.  Y como dijera el filósofo de Urumita: “Es que no es la plata, es el corazón”.       
Sólo Eso. 

Columnista
11 junio, 2019

La tecnología  no es la vida. II parte

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Eduardo S. Ortega Vergara

Tuve excelentes interlocutores para desarrollar  la segunda parte de  esta nota,  y la forma, mala forma además, en la que  está  sumergida un grueso número de la humanidad en este  tema. Doña  Alba Luz Luque me dijo que la tecnología y su avance  son necesaria para la humanidad y su desarrollo. De acuerdo con usted Doña […]


Tuve excelentes interlocutores para desarrollar  la segunda parte de  esta nota,  y la forma, mala forma además, en la que  está  sumergida un grueso número de la humanidad en este  tema. Doña  Alba Luz Luque me dijo que la tecnología y su avance  son necesaria para la humanidad y su desarrollo.

De acuerdo con usted Doña Alba. Igual pensamiento tiene  Leovaldo Reyes mi primo hermano,  ingeniero de minas y petróleo;  parido profesionalmente de las entrañas de la UIS en Bucaramanga;  vive hace años en los Estados Unidos, él defiende  lo que ha servido, en su área de influencia,  el avance de la tecnología. Dice  que cada tiempo tiene su razón de ser y los avances científicos también.

“No se perfora un pozo de  petróleo  ahora, de la misma forma  que hace treinta años; estimula a sus hijos a desarrollar actividades  deportivas y culturales sin depender del celular. Es éste el motivo del análisis.  Por otro lado, recibí comentarios del   doctor César  Luna,  abogado eminente y  académico de tiempo completo,  conferencista internacional, hace poco estuvo en Valledupar con un tema dirigido a jueces y fiscales de la región.

El doctor Luna enfatiza: “Leí su columna. Cierto es que cada generación ha afirmado históricamente que han vivido mejor. De allí que se diga desde tiempos inmemoriales que todo tiempo pasado fue mejor. Y a partir de esta afirmación, le planteo: el problema verdadero de vivir hoy es que estamos no solo en el límite del tiempo, sino de la consciencia, o mejor inconsciencia.   

Para preocuparlo más: en el derecho europeo de la responsabilidad se discute acerca de los derechos del cyborgs, el primero de su especie. Un hombre a quien la policía en una protesta le daño la antena en su cabeza.

El problema jurídico no es si se le debe indemnizar, sino de qué forma. Lo anterior pues se ha entendido que dicha antena es una extensión de sí mismo que le permite tener sensaciones y sinergias tales como ver los colores; oler las imágenes y como está conectado a su sistema nervioso central ver y compartir por el internet dichas experiencias.

La cosa es que son daños a la persona (…)” En fin,  el principio de la tecnología es hacerle la vida “más fácil” a la humanidad, sin dejar de lado, por ejemplo,  el respeto a su misma especie y desde luego a las demás.

Las cosas que se enseñan en la  casa: el respeto, los buenos modales;  mirar al interlocutor no a una pantalla, sentarse a la mesa con la conciencia del respeto que eso merece. Disfrutar una cena sagrada, sin celular en mano y debidamente vestido, al menos con camisa.

Eso se llama respeto; establecer una relación de comunicación “face to face”, es sin lugar  a dudas una meta bastante compleja de lograr.

Y podrán existir las mil y una maneras de hacer que la vida sea cada día más placentera con tanta tecnología  pero el roce de piel, un abrazo real y una palabra al oído no serán suplidos jamás por una máquina.  Y como dijera el filósofo de Urumita: “Es que no es la plata, es el corazón”.       
Sólo Eso.