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Columnista - 10 junio, 2019

La música nunca ha sido rechazada

La música es una de las expresiones artísticas más antiguas del ser humano y siempre ha sido un motivo de jubileo. Las primitivas manifestaciones musicales estaban asociadas a un hecho colectivo, rituales funerarios, cacerías y ceremonias vinculadas a la fertilidad.

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La música es una de las expresiones artísticas más antiguas del ser humano y siempre ha sido un motivo de jubileo. Las primitivas manifestaciones musicales estaban asociadas a un hecho colectivo, rituales funerarios, cacerías y ceremonias vinculadas a la fertilidad.

La música es la magia de la armonía del sonido. La música popular es la manifestación acústica de los sentimientos, y posee la facultad de promover emociones, conquistas y derrotas, nostalgias y quimeras, amores y olvidos, y todos los aconteceres, desde la alborada nativa hasta la travesía del crespúsculo.

La música popular está enraizada en su tiempo y su entorno, y en el fondo es un divertimiento con gran poder de convocatoria. En ninguna época de la historia la música de una región es rechazada por la propia comunidad; todo lo contario, es como una lámpara que muestra el camino donde está el lugar del jolgorio. Cuando en nuestros campos aparecen los acordeoneros (campesinos o trabajadores de haciendas ganaderas), su música naciente devino en alabanza en su ambiente social; y fue el encantamiento que bendijo la noche del silencio pastoril.

Muchos de esos campesinos acordeoneros empezaron por cultivar la ilusión de ser grandes músicos, se volvieron trashumantes y viajaban por pueblos cercanos y lejanos, buscando las fiestas patronales para mostrar su talento o conocer a otros colegas. A veces su ausencia se prolongaba uno o varios meses, y casi siempre regresaban sin nada material para su mujer y sus hijos; por este comportamiento de impenitentes viajeros y poca responsabilidad con el hogar, eran criticados por su familia; pero contra viento y marea seguían en amores con la muy placentera Musa de la música.

Esos acordeoneros trashumantes regaron las semillas para que esta música germinara en primavera por pueblos y ciudades. En consecuencia, el vallenato es hoy de todos, y rompió las barreras de las clases sociales.

El Festival de Valledupar es el escenario de mayor promoción de nuestra tradición musical. No se ha detenido en sus 52 ediciones; al contrario, ha implementado nuevos concursos y nuevas categorías. En el 2018 creó el concurso de piqueria infantil, y desde este año, el de acordeón femenino en las categorías infantil y profesional.

Esperamos que el año entrante, como lo vienen pidiendo los compositores, haya en la canción inédita dos modalidades: profesional y aficionado. Estamos seguros de que esto motivará a reconocidos compositores a participar, y elevaría la calidad del concurso.

Columnista
10 junio, 2019

La música nunca ha sido rechazada

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José Atuesta Mindiola

La música es una de las expresiones artísticas más antiguas del ser humano y siempre ha sido un motivo de jubileo. Las primitivas manifestaciones musicales estaban asociadas a un hecho colectivo, rituales funerarios, cacerías y ceremonias vinculadas a la fertilidad.


La música es una de las expresiones artísticas más antiguas del ser humano y siempre ha sido un motivo de jubileo. Las primitivas manifestaciones musicales estaban asociadas a un hecho colectivo, rituales funerarios, cacerías y ceremonias vinculadas a la fertilidad.

La música es la magia de la armonía del sonido. La música popular es la manifestación acústica de los sentimientos, y posee la facultad de promover emociones, conquistas y derrotas, nostalgias y quimeras, amores y olvidos, y todos los aconteceres, desde la alborada nativa hasta la travesía del crespúsculo.

La música popular está enraizada en su tiempo y su entorno, y en el fondo es un divertimiento con gran poder de convocatoria. En ninguna época de la historia la música de una región es rechazada por la propia comunidad; todo lo contario, es como una lámpara que muestra el camino donde está el lugar del jolgorio. Cuando en nuestros campos aparecen los acordeoneros (campesinos o trabajadores de haciendas ganaderas), su música naciente devino en alabanza en su ambiente social; y fue el encantamiento que bendijo la noche del silencio pastoril.

Muchos de esos campesinos acordeoneros empezaron por cultivar la ilusión de ser grandes músicos, se volvieron trashumantes y viajaban por pueblos cercanos y lejanos, buscando las fiestas patronales para mostrar su talento o conocer a otros colegas. A veces su ausencia se prolongaba uno o varios meses, y casi siempre regresaban sin nada material para su mujer y sus hijos; por este comportamiento de impenitentes viajeros y poca responsabilidad con el hogar, eran criticados por su familia; pero contra viento y marea seguían en amores con la muy placentera Musa de la música.

Esos acordeoneros trashumantes regaron las semillas para que esta música germinara en primavera por pueblos y ciudades. En consecuencia, el vallenato es hoy de todos, y rompió las barreras de las clases sociales.

El Festival de Valledupar es el escenario de mayor promoción de nuestra tradición musical. No se ha detenido en sus 52 ediciones; al contrario, ha implementado nuevos concursos y nuevas categorías. En el 2018 creó el concurso de piqueria infantil, y desde este año, el de acordeón femenino en las categorías infantil y profesional.

Esperamos que el año entrante, como lo vienen pidiendo los compositores, haya en la canción inédita dos modalidades: profesional y aficionado. Estamos seguros de que esto motivará a reconocidos compositores a participar, y elevaría la calidad del concurso.