Un fuerte jalón de orejas es el que acaba de darles el Presidente de la República, Juan Manuel Santos, al sistema financiero del país, y en particular a los bancos. En efecto, en el último de los llamados Acuerdos para la Prosperidad, realizado en Medellín, el fin de semana pasado, el primer mandatario aprovechó para […]
Un fuerte jalón de orejas es el que acaba de darles el Presidente de la República, Juan Manuel Santos, al sistema financiero del país, y en particular a los bancos.
En efecto, en el último de los llamados Acuerdos para la Prosperidad, realizado en Medellín, el fin de semana pasado, el primer mandatario aprovechó para enviarles varios mensajes a los banqueros del país. “Necesitamos un sector financiero que sea más competitivo, que en lugar de sentarse a esperar que vengan los clientes y ellos deciden este es bueno, este es malo, más bien salgan a buscar más clientes”.
“Necesitamos de un sector financiero que aprenda de las necesidades de la gente”. “Que no solo atienda a la crema del mercado sino que también le preste a los más necesitados y que genere instrumentos de crédito para quienes nunca han utilizado al sector financiero”, afirmó el Presidente.
Y finalizó diciendo que todo lo anterior es muy importante para llegarle al sector de las Pequeñas y Medianas Empresas (las Pymes), que son las llamadas a generar los miles de empleo que el país requiere.
Con estas palabras, y en el escenario utilizado, el Presidente Santos ha puesto el dedo en la llaga, ha dado en el blanco, como se dice popularmente. Ya que si bien el país debe reconocer que tiene un sector financiero, en términos generales responsable y bien administrado, tampoco es menos cierto que el mismo, y en particular los bancos, está en mora de tener una mayor sentido social, con muchos sectores del país a los cuales prácticamente se les niega el acceso al crédito, al manejo del mismo para las pequeñas y medianas empresas y a regiones enteras que el sistema no ve con buenos ojos.
Vamos por partes, como se dice. En primer lugar, consideramos que es hora de revisar los costos de muchos de los productos y servicios que cobra el sector financiero a sus usuarios, que muchas veces es exagerado e injustificado. En muchos casos, es tan costoso mantener el dinero en los bancos y trasladarlo de una entidad a otra, que muchos ciudadanos, de todos los niveles sociales, prefieren tener su plata bajo del colchón para evitar poder parte de su valor al dejarla en los bancos. Un proyecto de ley cursa en el Congreso, en este sentido, en horabuena.
En segundo término, hay sectores, como el agropecuario, por ejemplo, al cual los bancos comerciales prefieren no prestarle, por una aversión al riesgo que raya en la paranoia. Esta es la situación en muchas regiones del país, y en particular en la nuestra, como lo hemos podido comprobar de primera mano.
Y tercero, en el caso de los gerentes seccionales, como la gran mayoría acá en Valledupar, son algo así como tramitadores de papeles. Cada vez tienen menos facultades y deben limitarse a recibir la documentación de sus clientes y remitirla a Bogotá o a Barranquilla, y esperar que allá, desde un escritorio, una persona que no conoce a la empresa o a la persona que está solicitando el crédito -sino sólo con el frío análisis de las cifras- le niegue o apruebe su solicitud.
El país, y en particular el Congreso de la República, está en mora de revisar a fondo y con independencia la legislación actual del sector y promover una reforma financiera que democratice el crédito y se logren alternativas novedosas para darle acceso al mismo, a grupos de la población, sectores económicos y regiones que, prácticamente, hoy no tienen acceso a ese instrumento económico.
Por su puesto, la materia prima del sector financiero es el ahorro del público, que – valga la redundancia- es de todos; pero es su deber mirar más allá de sus jugosas ganancias y apostarle al desarrollo del país, principalmente de regiones como la nuestra, el Cesar y Guajira, que tenemos, en general, una marca imborrable, gracias a la cual el único servicio que se nos presta es el de facilitar el sistema de pagos.
De allí que para muchas de nuestras empresas y familias, la mayoría de las veces la única forma de financiarse es con el tristemente célebre “pago diario”. Esperamos que el llamado del Señor Presidente Santos, quien conoce a fondo del tema, es economista y además fue Ministro de Hacienda, no se quede en saco roto y sea escuchado por el poderoso sector financiero, en particular por la Asociación Bancaria de Colombia y la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (Anif).
El sector financiero tienen un gran compromiso con el desarrollo de las regiones de este país y debe asumirlo, a través de una mayor profundización bancaria, pero -y principalmente- cumpliendo con esa función social tan importante de democratizar el acceso al crédito.
Un fuerte jalón de orejas es el que acaba de darles el Presidente de la República, Juan Manuel Santos, al sistema financiero del país, y en particular a los bancos. En efecto, en el último de los llamados Acuerdos para la Prosperidad, realizado en Medellín, el fin de semana pasado, el primer mandatario aprovechó para […]
Un fuerte jalón de orejas es el que acaba de darles el Presidente de la República, Juan Manuel Santos, al sistema financiero del país, y en particular a los bancos.
En efecto, en el último de los llamados Acuerdos para la Prosperidad, realizado en Medellín, el fin de semana pasado, el primer mandatario aprovechó para enviarles varios mensajes a los banqueros del país. “Necesitamos un sector financiero que sea más competitivo, que en lugar de sentarse a esperar que vengan los clientes y ellos deciden este es bueno, este es malo, más bien salgan a buscar más clientes”.
“Necesitamos de un sector financiero que aprenda de las necesidades de la gente”. “Que no solo atienda a la crema del mercado sino que también le preste a los más necesitados y que genere instrumentos de crédito para quienes nunca han utilizado al sector financiero”, afirmó el Presidente.
Y finalizó diciendo que todo lo anterior es muy importante para llegarle al sector de las Pequeñas y Medianas Empresas (las Pymes), que son las llamadas a generar los miles de empleo que el país requiere.
Con estas palabras, y en el escenario utilizado, el Presidente Santos ha puesto el dedo en la llaga, ha dado en el blanco, como se dice popularmente. Ya que si bien el país debe reconocer que tiene un sector financiero, en términos generales responsable y bien administrado, tampoco es menos cierto que el mismo, y en particular los bancos, está en mora de tener una mayor sentido social, con muchos sectores del país a los cuales prácticamente se les niega el acceso al crédito, al manejo del mismo para las pequeñas y medianas empresas y a regiones enteras que el sistema no ve con buenos ojos.
Vamos por partes, como se dice. En primer lugar, consideramos que es hora de revisar los costos de muchos de los productos y servicios que cobra el sector financiero a sus usuarios, que muchas veces es exagerado e injustificado. En muchos casos, es tan costoso mantener el dinero en los bancos y trasladarlo de una entidad a otra, que muchos ciudadanos, de todos los niveles sociales, prefieren tener su plata bajo del colchón para evitar poder parte de su valor al dejarla en los bancos. Un proyecto de ley cursa en el Congreso, en este sentido, en horabuena.
En segundo término, hay sectores, como el agropecuario, por ejemplo, al cual los bancos comerciales prefieren no prestarle, por una aversión al riesgo que raya en la paranoia. Esta es la situación en muchas regiones del país, y en particular en la nuestra, como lo hemos podido comprobar de primera mano.
Y tercero, en el caso de los gerentes seccionales, como la gran mayoría acá en Valledupar, son algo así como tramitadores de papeles. Cada vez tienen menos facultades y deben limitarse a recibir la documentación de sus clientes y remitirla a Bogotá o a Barranquilla, y esperar que allá, desde un escritorio, una persona que no conoce a la empresa o a la persona que está solicitando el crédito -sino sólo con el frío análisis de las cifras- le niegue o apruebe su solicitud.
El país, y en particular el Congreso de la República, está en mora de revisar a fondo y con independencia la legislación actual del sector y promover una reforma financiera que democratice el crédito y se logren alternativas novedosas para darle acceso al mismo, a grupos de la población, sectores económicos y regiones que, prácticamente, hoy no tienen acceso a ese instrumento económico.
Por su puesto, la materia prima del sector financiero es el ahorro del público, que – valga la redundancia- es de todos; pero es su deber mirar más allá de sus jugosas ganancias y apostarle al desarrollo del país, principalmente de regiones como la nuestra, el Cesar y Guajira, que tenemos, en general, una marca imborrable, gracias a la cual el único servicio que se nos presta es el de facilitar el sistema de pagos.
De allí que para muchas de nuestras empresas y familias, la mayoría de las veces la única forma de financiarse es con el tristemente célebre “pago diario”. Esperamos que el llamado del Señor Presidente Santos, quien conoce a fondo del tema, es economista y además fue Ministro de Hacienda, no se quede en saco roto y sea escuchado por el poderoso sector financiero, en particular por la Asociación Bancaria de Colombia y la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (Anif).
El sector financiero tienen un gran compromiso con el desarrollo de las regiones de este país y debe asumirlo, a través de una mayor profundización bancaria, pero -y principalmente- cumpliendo con esa función social tan importante de democratizar el acceso al crédito.