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Columnista - 16 abril, 2019

La UPC, ¿qué tiene que apetece a tantos?

Un padre le pregunta a su hija de escasos cinco añitos: ¿A ver Sarita qué  debo hacer para repartir cinco naranjas entre doce personas? La niña acuciosa le contesta: Un jugo, papá. En nuestra inopia académica universitaria también nos preguntamos ¿Qué es lo que tiene la Universidad Popular del Cesar que la hace tan atractiva […]

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Un padre le pregunta a su hija de escasos cinco añitos: ¿A ver Sarita qué  debo hacer para repartir cinco naranjas entre doce personas? La niña acuciosa le contesta: Un jugo, papá.

En nuestra inopia académica universitaria también nos preguntamos ¿Qué es lo que tiene la Universidad Popular del Cesar que la hace tan atractiva al gusto de tantos?  ¿Será acaso los ochenta mil millones de pesos  que el acuerdo 045 del 11 de diciembre de 2018 asignó como presupuesto para la vigencia fiscal del 2019? Ojalá  no sea exclusivamente  eso. Da tristeza  que  la universidad sea tomada por el sector politiquero y la  sigan llevando al abismo y la conviertan, además,  en un fortín burocrático y tabla de salvación  económica de representantes y senadores. 

Aquellos que cuando tienen que sacar la cara para defender los derechos de los estudiantes  y propender por un futuro más esperanzador, solo brillan por su “ausencia”. Hay más de doce candidatos,  pero solo una naranja, que no alcanza para un jugo.  Ojalá, señores estudiantes, egresados y todos aquellos que intervienen en este proceso académico, tengan memoria. Hay que revisar hojas de vida, revisar calidades personales y científicas, condiciones morales.

Esto, aunque  parezca inverosímil, se necesita urgentemente. Para nadie es un secreto que “nuestros” dirigentes políticos y administrativos miran la universidad como su fortín de salvación, algunos quemados y requemados en las lides de la politiquería barata, piensan que son la panacea a la crisis por la que atraviesa la universidad. Otros, viejos zorros que han probado las mieles del dulce sabor de la corrupción, ahora ofician de asesores o aspirantes cándidos y redentores. Los que pasaron y conocen, mostraron su piel de oveja pero son tremendos lobos; los que deben por acción de repetición, no le alcanzan tres vidas para pagar las míseras cuotas mensuales a la universidad. Contrario a las altas matriculas que pagan los estudiantes.

No se dejen fulgurar por suntuosas campañas; no se trata del más simpático ni quien más verbo tenga; en la UPC se necesita un gerente que administre y sea proponente de proyectos y emprendimiento, gestor de aptitud; docentes bien tratados y mejor pagos, a los cuales se les pueda exigir calidad en la gestión académica. Se necesita un rector que unifique y le duela la universidad, no que venga a polarizar y a profundizar la brecha desde el seno administrativo. La universidad hoy es una caldera en la que cada sector tiene sus propios intereses y pujan por el poder para demostrarse quién manda más. Y desde luego se está dejando de lado lo verdaderamente importante, la academia.

Miremos donde estamos en la ponderación de calidad a nivel nacional, eso sí que es preocupante. Quien esté libre de pecados que lance la primera piedra. Queda dicho, como dijera el filósofo de carrizal, se las dejo ahí. Señores estudiantes y egresados pilas con la universidad. Sólo Eso.

Columnista
16 abril, 2019

La UPC, ¿qué tiene que apetece a tantos?

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Eduardo S. Ortega Vergara

Un padre le pregunta a su hija de escasos cinco añitos: ¿A ver Sarita qué  debo hacer para repartir cinco naranjas entre doce personas? La niña acuciosa le contesta: Un jugo, papá. En nuestra inopia académica universitaria también nos preguntamos ¿Qué es lo que tiene la Universidad Popular del Cesar que la hace tan atractiva […]


Un padre le pregunta a su hija de escasos cinco añitos: ¿A ver Sarita qué  debo hacer para repartir cinco naranjas entre doce personas? La niña acuciosa le contesta: Un jugo, papá.

En nuestra inopia académica universitaria también nos preguntamos ¿Qué es lo que tiene la Universidad Popular del Cesar que la hace tan atractiva al gusto de tantos?  ¿Será acaso los ochenta mil millones de pesos  que el acuerdo 045 del 11 de diciembre de 2018 asignó como presupuesto para la vigencia fiscal del 2019? Ojalá  no sea exclusivamente  eso. Da tristeza  que  la universidad sea tomada por el sector politiquero y la  sigan llevando al abismo y la conviertan, además,  en un fortín burocrático y tabla de salvación  económica de representantes y senadores. 

Aquellos que cuando tienen que sacar la cara para defender los derechos de los estudiantes  y propender por un futuro más esperanzador, solo brillan por su “ausencia”. Hay más de doce candidatos,  pero solo una naranja, que no alcanza para un jugo.  Ojalá, señores estudiantes, egresados y todos aquellos que intervienen en este proceso académico, tengan memoria. Hay que revisar hojas de vida, revisar calidades personales y científicas, condiciones morales.

Esto, aunque  parezca inverosímil, se necesita urgentemente. Para nadie es un secreto que “nuestros” dirigentes políticos y administrativos miran la universidad como su fortín de salvación, algunos quemados y requemados en las lides de la politiquería barata, piensan que son la panacea a la crisis por la que atraviesa la universidad. Otros, viejos zorros que han probado las mieles del dulce sabor de la corrupción, ahora ofician de asesores o aspirantes cándidos y redentores. Los que pasaron y conocen, mostraron su piel de oveja pero son tremendos lobos; los que deben por acción de repetición, no le alcanzan tres vidas para pagar las míseras cuotas mensuales a la universidad. Contrario a las altas matriculas que pagan los estudiantes.

No se dejen fulgurar por suntuosas campañas; no se trata del más simpático ni quien más verbo tenga; en la UPC se necesita un gerente que administre y sea proponente de proyectos y emprendimiento, gestor de aptitud; docentes bien tratados y mejor pagos, a los cuales se les pueda exigir calidad en la gestión académica. Se necesita un rector que unifique y le duela la universidad, no que venga a polarizar y a profundizar la brecha desde el seno administrativo. La universidad hoy es una caldera en la que cada sector tiene sus propios intereses y pujan por el poder para demostrarse quién manda más. Y desde luego se está dejando de lado lo verdaderamente importante, la academia.

Miremos donde estamos en la ponderación de calidad a nivel nacional, eso sí que es preocupante. Quien esté libre de pecados que lance la primera piedra. Queda dicho, como dijera el filósofo de carrizal, se las dejo ahí. Señores estudiantes y egresados pilas con la universidad. Sólo Eso.