Por: Valerio Mejía Araújo “Llegó a él una palabra del Señor que decía: Apártate de aquí, vuelve al oriente y escóndete en el arroyo Querit, que está frente al Jordán… Pero pasados algunos días se secó el arroyo…“ 1 Reyes 17:2-3,7 Querit es el nombre de un arroyo ubicado al oriente del río Jordán, posiblemente […]
Por: Valerio Mejía Araújo
“Llegó a él una palabra del Señor que decía: Apártate de aquí, vuelve al oriente y escóndete en el arroyo Querit, que está frente al Jordán… Pero pasados algunos días se secó el arroyo…“ 1 Reyes 17:2-3,7
Querit es el nombre de un arroyo ubicado al oriente del río Jordán, posiblemente al sur de Gilgal, a donde Dios envía al profeta Elías a resguardarse de la fuerte sequía que sufría la región como juicio en contra del gobierno del rey Acab. Dos pensamientos me surgen de esta lectura bíblica: El primer pensamiento tiene que ver con la necesidad de escondernos como estrategia de fortaleza en momentos de gran necesidad.
El segundo pensamiento que me surge, tiene que ver con nuestras actitudes y conductas cuando se seca el arroyo que alimenta nuestras vidas. El arroyo de la alegría, el arroyo del trabajo o el arroyo de la posición.
Toda persona que quiera ser exitosa, deberá aprender el valor de la vida oculta. Todo aquel que aspire ocupar un lugar de prominencia entre sus compañeros, deberá ocupar un lugar humilde delante de su Dios. La única manera de estar de pie ante los hombres es permaneciendo de rodillas delante de Dios.
No es sorprendente si alguna vez Dios nos dirige a dejar esos lugares donde ya hemos tenido bastante agitación, publicidad y emoción y nos ordena salir de allí y escondernos en el arroyo de Querit. Querit puede significar para algunos, la pérdida o la soledad, o algún lugar solitario de donde la multitud se ha retirado. Grande será nuestra dicha cuando podamos decirle a Dios: “Hacer tu voluntad me ha agradado. Escóndeme en lo secreto de tu tabernáculo y bajo el refugio de tus alas”
Cualquier persona que quiera ejercer una influencia positiva en la vida de sus semejantes, tiene que ganarlo escondido en un Querit.
De hecho, creo que la adquisición del poder espiritual es imposible a no ser que podamos escondernos de los hombres y de nosotros mismos en un lugar secreto donde podamos absorber el poder del Dios eterno.
Todos los personajes influyentes en las Escrituras y en la Iglesia universal a través de los tiempos, han sido personas de oración y devoción en la soledad de un Querit. Y no importa tanto el lugar físico, cuanto sí, el recogimiento espiritual; para algunos el Querit está en la soledad de su aposento u oficina. Para otros, en la naturaleza de los bosques o las colinas. Otros, en sus viajes o sus largas noches de vigilia.
Aquellos que formaron nuestro mundo espiritual, tuvieron su Querit: Para Abraham fue el desierto del Neguev. Moisés tuvo su Querit en la tierra de Madián. David su Ein-Guedi. Otros de fechas más tempranas, tuvieron su isla de Patmos, o su prisión romana, o el desierto de Arabia y las colinas y valles de Israel.
Nuestro amado Señor, encontró su Querit en Nazaret y en el desierto de Judea, entre las olivas de Betania y la soledad de Gadara.
Amado amigo lector: Ninguno de nosotros puede renunciar a su Querit, aquel lugar de soledad donde los sonidos de las voces humanas son cambiados por las aguas apacibles procedentes del trono del Altísimo y donde podemos probar la dulzura de su amor y absorber el poder de una vida escondida con Cristo en Dios.
Por el otro lado, aquel arroyo seco y consumido junto al cual Elías se sentó y meditó es un cuadro verdadero de nuestras vidas. Los arroyos secos son parte de la historia de nuestro ayer y una profecía de nuestro mañana. Nuestra fe es incompleta si no aprendemos que en ocasiones el perder puede contribuir a ganar espiritualmente. Existe un misterio en el fracaso y el desvanecimiento de las cosas, que nos permite emerger con ansias nuevas. Hay un hermoso secreto en el resurgir.
“Pasados algunos días, se secó el arroyo, porque no había llovido sobre la tierra”; La falta de lluvias y tener que abandonar su Querit fue una experiencia frustrante para Elías, hasta que llegó a Sarepta y comprendió el plan perfecto y cabal de parte de Dios. Cuando estamos en medio de una dificultad, no podemos ver claramente cuál podría ser el propósito de Dios con eso. Es necesario esperar a que amanezca y la misma luz del sol traiga claridad sobre las sombras. Las cosas duras por las que tenemos que pasar, las dificultades y problemas no son parte del discurso final de Dios, no son sus últimas palabras. La aflicción, la pérdida y las lágrimas de la vida pertenecen al intermedio y no al final de la representación de nuestra existencia.
Si Dios hubiera guiado a Elías directamente a Sarepta para ser sustentado por la mujer viuda, se habría perdido algo que luego le ayudó a ser una mejor persona y a convertirse en un profeta más sabio y más solidario con el dolor humano.
Él vivió en Querit por fe. Dependiendo solamente de la provisión y el sustento del Señor. Siendo enseñado en la soledad y el silencio. Esto le preparó para asumir con valor el más grande desafío de su vida, cual fue el enfrentamiento con los profetas de Baal y los sacerdotes de Asera sobre el monte Carmelo.
Caro amigo, Cuando quiera que en tu vida y en la mía, se haya secado alguna fuente terrenal de gozo y regocijo o de recursos necesarios, es cuando debemos confiar y depositar nuestra esperanza en el Dios de Elías quien hizo los cielos y la tierra.
Dile conmigo en oración: “Querido Dios, Escóndeme en el hueco de tu mano y llévame a lugares de restauración y bendición. En el nombre de Jesús. Amén”.
Recuerda: Escóndete y si el arroyo se seca, es porque Dios quiere llevarte a otro nivel de crecimiento espiritual.
Abrazos y bendiciones en Cristo.
Por: Valerio Mejía Araújo “Llegó a él una palabra del Señor que decía: Apártate de aquí, vuelve al oriente y escóndete en el arroyo Querit, que está frente al Jordán… Pero pasados algunos días se secó el arroyo…“ 1 Reyes 17:2-3,7 Querit es el nombre de un arroyo ubicado al oriente del río Jordán, posiblemente […]
Por: Valerio Mejía Araújo
“Llegó a él una palabra del Señor que decía: Apártate de aquí, vuelve al oriente y escóndete en el arroyo Querit, que está frente al Jordán… Pero pasados algunos días se secó el arroyo…“ 1 Reyes 17:2-3,7
Querit es el nombre de un arroyo ubicado al oriente del río Jordán, posiblemente al sur de Gilgal, a donde Dios envía al profeta Elías a resguardarse de la fuerte sequía que sufría la región como juicio en contra del gobierno del rey Acab. Dos pensamientos me surgen de esta lectura bíblica: El primer pensamiento tiene que ver con la necesidad de escondernos como estrategia de fortaleza en momentos de gran necesidad.
El segundo pensamiento que me surge, tiene que ver con nuestras actitudes y conductas cuando se seca el arroyo que alimenta nuestras vidas. El arroyo de la alegría, el arroyo del trabajo o el arroyo de la posición.
Toda persona que quiera ser exitosa, deberá aprender el valor de la vida oculta. Todo aquel que aspire ocupar un lugar de prominencia entre sus compañeros, deberá ocupar un lugar humilde delante de su Dios. La única manera de estar de pie ante los hombres es permaneciendo de rodillas delante de Dios.
No es sorprendente si alguna vez Dios nos dirige a dejar esos lugares donde ya hemos tenido bastante agitación, publicidad y emoción y nos ordena salir de allí y escondernos en el arroyo de Querit. Querit puede significar para algunos, la pérdida o la soledad, o algún lugar solitario de donde la multitud se ha retirado. Grande será nuestra dicha cuando podamos decirle a Dios: “Hacer tu voluntad me ha agradado. Escóndeme en lo secreto de tu tabernáculo y bajo el refugio de tus alas”
Cualquier persona que quiera ejercer una influencia positiva en la vida de sus semejantes, tiene que ganarlo escondido en un Querit.
De hecho, creo que la adquisición del poder espiritual es imposible a no ser que podamos escondernos de los hombres y de nosotros mismos en un lugar secreto donde podamos absorber el poder del Dios eterno.
Todos los personajes influyentes en las Escrituras y en la Iglesia universal a través de los tiempos, han sido personas de oración y devoción en la soledad de un Querit. Y no importa tanto el lugar físico, cuanto sí, el recogimiento espiritual; para algunos el Querit está en la soledad de su aposento u oficina. Para otros, en la naturaleza de los bosques o las colinas. Otros, en sus viajes o sus largas noches de vigilia.
Aquellos que formaron nuestro mundo espiritual, tuvieron su Querit: Para Abraham fue el desierto del Neguev. Moisés tuvo su Querit en la tierra de Madián. David su Ein-Guedi. Otros de fechas más tempranas, tuvieron su isla de Patmos, o su prisión romana, o el desierto de Arabia y las colinas y valles de Israel.
Nuestro amado Señor, encontró su Querit en Nazaret y en el desierto de Judea, entre las olivas de Betania y la soledad de Gadara.
Amado amigo lector: Ninguno de nosotros puede renunciar a su Querit, aquel lugar de soledad donde los sonidos de las voces humanas son cambiados por las aguas apacibles procedentes del trono del Altísimo y donde podemos probar la dulzura de su amor y absorber el poder de una vida escondida con Cristo en Dios.
Por el otro lado, aquel arroyo seco y consumido junto al cual Elías se sentó y meditó es un cuadro verdadero de nuestras vidas. Los arroyos secos son parte de la historia de nuestro ayer y una profecía de nuestro mañana. Nuestra fe es incompleta si no aprendemos que en ocasiones el perder puede contribuir a ganar espiritualmente. Existe un misterio en el fracaso y el desvanecimiento de las cosas, que nos permite emerger con ansias nuevas. Hay un hermoso secreto en el resurgir.
“Pasados algunos días, se secó el arroyo, porque no había llovido sobre la tierra”; La falta de lluvias y tener que abandonar su Querit fue una experiencia frustrante para Elías, hasta que llegó a Sarepta y comprendió el plan perfecto y cabal de parte de Dios. Cuando estamos en medio de una dificultad, no podemos ver claramente cuál podría ser el propósito de Dios con eso. Es necesario esperar a que amanezca y la misma luz del sol traiga claridad sobre las sombras. Las cosas duras por las que tenemos que pasar, las dificultades y problemas no son parte del discurso final de Dios, no son sus últimas palabras. La aflicción, la pérdida y las lágrimas de la vida pertenecen al intermedio y no al final de la representación de nuestra existencia.
Si Dios hubiera guiado a Elías directamente a Sarepta para ser sustentado por la mujer viuda, se habría perdido algo que luego le ayudó a ser una mejor persona y a convertirse en un profeta más sabio y más solidario con el dolor humano.
Él vivió en Querit por fe. Dependiendo solamente de la provisión y el sustento del Señor. Siendo enseñado en la soledad y el silencio. Esto le preparó para asumir con valor el más grande desafío de su vida, cual fue el enfrentamiento con los profetas de Baal y los sacerdotes de Asera sobre el monte Carmelo.
Caro amigo, Cuando quiera que en tu vida y en la mía, se haya secado alguna fuente terrenal de gozo y regocijo o de recursos necesarios, es cuando debemos confiar y depositar nuestra esperanza en el Dios de Elías quien hizo los cielos y la tierra.
Dile conmigo en oración: “Querido Dios, Escóndeme en el hueco de tu mano y llévame a lugares de restauración y bendición. En el nombre de Jesús. Amén”.
Recuerda: Escóndete y si el arroyo se seca, es porque Dios quiere llevarte a otro nivel de crecimiento espiritual.
Abrazos y bendiciones en Cristo.