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Editorial - 31 marzo, 2019

Inseguridad, un reflejo del desempleo

A diferencia de la seguridad, cuando se habla de desempleo en Valledupar, no hay posibilidad de justificarlo como un tema de simple percepción; las cifras en este sentido son claras y contundentes

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A diferencia de la seguridad, cuando se habla de desempleo en Valledupar, no hay posibilidad de justificarlo como un tema de simple percepción; las cifras en este sentido son claras y contundentes. El Dane presentó la tasa de desempleo del mes pasado, que ubica a la capital cesarense en 16.4%, el índice más elevado en los últimos doce años.

Sin embargo, no hay que esperar las mediciones del Dane para saber que en materia de empleo Valledupar no está bien. Eso se palpa en las calles llenas de vendedores ambulantes, mendigos con niños en brazos, limpiavidrios en los semáforos, padres de familia que montan ventas de frito en las puertas de las casas, locales comerciales vacíos con los letreros de se vende o arrienda; de igual forma con los profesionales, técnicos y bachilleres que a diario recorren las oficinas con las hojas de vida debajo del brazo en búsqueda de un empleo digno.

Insistimos en que a la ciudad le urge una política pública de empleo, que efectivamente ayude a impulsar oportunidades laborales y así cerrar el camino a la pobreza. Hay que evitar que en su desesperado instinto de supervivencia las personas recurran a la informalidad, a la ilegalidad y en los peores de los casos a la criminalidad.

Si no hay recursos en los hogares es más difícil el camino hacia una formación educativa de calidad; el hecho de que las personas ni estudien, ni trabajen, ni se capaciten, se traduce en inseguridad, lo cual nos cuesta y mucho. La inseguridad pasa cuenta de cobro no solo a quienes son víctimas de los ladrones, también le roba la tranquilidad a quienes temen ser la próxima víctima.

La inseguridad nos cuesta la vida de gente inocente, como el caso de Steven Orlando Valencia Salas, de 24 años de edad, el instructor de natación a quien atracadores motorizados mataron con un impacto de bala, la noche del pasado viernes, en el momento que regresaba a su apartamento, luego de comprar pan en una tienda del barrio Nueva Esperanza de Valledupar. Los delincuentes lo interceptaron y le dispararon al joven porque gritó para pedir auxilio.

Con ese caso, según reporta la Policía, asciende a 14 el número de homicidios en la ciudad, en lo que va del año, lo que representa un aumento del 3% en la cifra de homicidios en comparación con el mismo periodo de 2018. Lo anterior demuestra que en la ciudad sube el desempleo y sube la criminalidad.

Para entender mejor el fenómeno este lunes publicaremos un informe especial del Centro de Estudios Socioeconómicos y Regionales, CESORE, con el apoyo del Proyecto de Mercado Laboral: Productividad y Competitividad para el Desarrollo del Programa de las Naciones Unidas, PNUD. El informe revela que más del 50% de los desempleados apenas son bachilleres y nos parece que no es coincidencia que los reportes de las autoridades confirmen que la mayoría de reincidentes en las actividades criminales, como el atraco, son jóvenes sin formación técnica ni profesional.

Esperamos reacción inmediata de las autoridades ante este preocupante panorama, aunque reconocemos que las soluciones no son de corto plazo, por lo que también esperamos que estén muy atentos a este tema los candidatos a los cargos de elección popular; los próximos gobernantes deben llegar con estrategias que opaquen ese reflejo perverso que está produciendo el desempleo en la seguridad.

Editorial
31 marzo, 2019

Inseguridad, un reflejo del desempleo

A diferencia de la seguridad, cuando se habla de desempleo en Valledupar, no hay posibilidad de justificarlo como un tema de simple percepción; las cifras en este sentido son claras y contundentes


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A diferencia de la seguridad, cuando se habla de desempleo en Valledupar, no hay posibilidad de justificarlo como un tema de simple percepción; las cifras en este sentido son claras y contundentes. El Dane presentó la tasa de desempleo del mes pasado, que ubica a la capital cesarense en 16.4%, el índice más elevado en los últimos doce años.

Sin embargo, no hay que esperar las mediciones del Dane para saber que en materia de empleo Valledupar no está bien. Eso se palpa en las calles llenas de vendedores ambulantes, mendigos con niños en brazos, limpiavidrios en los semáforos, padres de familia que montan ventas de frito en las puertas de las casas, locales comerciales vacíos con los letreros de se vende o arrienda; de igual forma con los profesionales, técnicos y bachilleres que a diario recorren las oficinas con las hojas de vida debajo del brazo en búsqueda de un empleo digno.

Insistimos en que a la ciudad le urge una política pública de empleo, que efectivamente ayude a impulsar oportunidades laborales y así cerrar el camino a la pobreza. Hay que evitar que en su desesperado instinto de supervivencia las personas recurran a la informalidad, a la ilegalidad y en los peores de los casos a la criminalidad.

Si no hay recursos en los hogares es más difícil el camino hacia una formación educativa de calidad; el hecho de que las personas ni estudien, ni trabajen, ni se capaciten, se traduce en inseguridad, lo cual nos cuesta y mucho. La inseguridad pasa cuenta de cobro no solo a quienes son víctimas de los ladrones, también le roba la tranquilidad a quienes temen ser la próxima víctima.

La inseguridad nos cuesta la vida de gente inocente, como el caso de Steven Orlando Valencia Salas, de 24 años de edad, el instructor de natación a quien atracadores motorizados mataron con un impacto de bala, la noche del pasado viernes, en el momento que regresaba a su apartamento, luego de comprar pan en una tienda del barrio Nueva Esperanza de Valledupar. Los delincuentes lo interceptaron y le dispararon al joven porque gritó para pedir auxilio.

Con ese caso, según reporta la Policía, asciende a 14 el número de homicidios en la ciudad, en lo que va del año, lo que representa un aumento del 3% en la cifra de homicidios en comparación con el mismo periodo de 2018. Lo anterior demuestra que en la ciudad sube el desempleo y sube la criminalidad.

Para entender mejor el fenómeno este lunes publicaremos un informe especial del Centro de Estudios Socioeconómicos y Regionales, CESORE, con el apoyo del Proyecto de Mercado Laboral: Productividad y Competitividad para el Desarrollo del Programa de las Naciones Unidas, PNUD. El informe revela que más del 50% de los desempleados apenas son bachilleres y nos parece que no es coincidencia que los reportes de las autoridades confirmen que la mayoría de reincidentes en las actividades criminales, como el atraco, son jóvenes sin formación técnica ni profesional.

Esperamos reacción inmediata de las autoridades ante este preocupante panorama, aunque reconocemos que las soluciones no son de corto plazo, por lo que también esperamos que estén muy atentos a este tema los candidatos a los cargos de elección popular; los próximos gobernantes deben llegar con estrategias que opaquen ese reflejo perverso que está produciendo el desempleo en la seguridad.