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Columnista - 5 octubre, 2010

Del organigrama al ventilador

BITÁCORA Por: Oscar Ariza Daza No obstante todo lo que vivió la pasada clase política cesarense que nos puso en vergüenza nacional,  aún se destapan redes de corrupción en los que siguen participando muchos administradores públicos. Escándalos como el publicado el pasado 3 de Octubre por el diario El Espectador en el que involucran al […]

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BITÁCORA

Por: Oscar Ariza Daza

No obstante todo lo que vivió la pasada clase política cesarense que nos puso en vergüenza nacional,  aún se destapan redes de corrupción en los que siguen participando muchos administradores públicos. Escándalos como el publicado el pasado 3 de Octubre por el diario El Espectador en el que involucran al Procurador General de la Nación y la supuesta red de corrupción del Consejo de Estado muestran en su organigrama a personajes de muchas regiones incluyendo a políticos del  Cesar que sin escarmentar la histórica lección del pasado, se niegan a abandonar la cultura ilegítima del chantaje, el favorecimiento y el saqueo de los dineros públicos.

Siguen existiendo las mismas tendencias simplistas que tratan de legitimar una cultura del poder, basada en manipulaciones a la justicia y los entes de control que por su vulnerabilidad han ayudado a construir una cultura  en donde lo ilegítimo se volvió permisivo.

Un buen porcentaje de la población del Cesar aprobó y justificó en el pasado, la presencia paramilitar como una salida a la crisis social y económica que se vivía en el departamento a raíz del azote inmisericorde de los grupos subversivos. Lo que es sabido por todos, es que el remedio resultó siendo peor que la enfermedad. De esta manera, la misma clase influyente se encargó de entronizar como salvadores a figuras comunes y corrientes que sirvieron sin ningún problema a los proyectos maquiavélicos de conseguir poder y prestigio a costa de la represión y la intimidación.

De ser personajes reconocidos y considerados socialmente, terminaron convirtiéndose en monstruos cuyos tentáculos eran imposibles hacerles  el quite; por el contrario, era más fructífero y placentero entregarse con complacencia a sus brazos.

De ser un símbolo de status, en reuniones públicas y privadas, ser paramilitar hasta hace poco tiempo se convirtió en motivo de vergüenza, lo que muestra que esta sociedad pasa fácilmente de una posición a otra, según sean los intereses del momento, jugando en cualquier bando, sin que se reflexione sobre el daño que se hace al establecer polarizaciones en  el extremo más conveniente del problema.

Lo preocupante de esta situación, es que cada día se revelan mayores escándalos en la medida en que los paramilitares han comenzado a delatar sus crímenes y a los personajes con quienes se unieron para favorecerse o favorecerlos dándole a guardar sus dineros. Este tipo de conflicto aún no superado está desatando una ola de inseguridad en el Cesar y Valledupar en donde se han disparado los índices de  sicariatos, amenazas, secuestros, atracos robos y atentados contra la vida, como retaliación contra personas y personajes que tienen deudas con ellos y de quienes era imposible sospechar que estuvieran implicados en conciertos para delinquir con estos grupos armados e ilegales

Lo cierto es que muchos están involucrados en un ambiente que se proyecta cada día más crítico en la medida en que los organismos de vigilancia y control auscultan más verdades que nos duelan o no,  suelen ser ciertas y merecen ser reveladas.

A pesar de los esfuerzos por re institucionalizar y volverle la moral al departamento, hay fuerzas ilegítimas que intentan reagruparse para recuperar su accionar y con ello volver a imponer esa cultura que tanto nos afectó y que ahora es menester cerrarle las puertas para evitar que lo poco sólido que se ha construido se desvanezca en el aire, pues el  modelo corrupto, arribista, amañado, pero disfrazado de progreso fracasó en esta región dejando secuelas de atraso, corrupción, desplazamiento, dolor y abandono.

Ahora lo que sigue es  explorar la posibilidad de encontrar en la propuesta de políticos sanos, ejemplares y representativos, la mejor salida a la crisis, a través de la búsqueda de valores auténticos en esta sociedad política descompuesta. Se necesita entonces continuar con la nueva pedagogía  política, basada en la dignidad del coraje para enfrentar los retos de no caer en los mismos vicios del poder,  en donde se continúe manejando el concepto de participación social, equitativa, dialógica, que conduzca a decisiones de consenso, para que el gobernante o administrador público de turno no termine convertido en déspota absolutista al servicio del mal, como consecuencia de la falta de conciencia civil  y ética en el manejo de lo público.

[email protected]

Ojo con el invierno que falta…

Columnista
5 octubre, 2010

Del organigrama al ventilador

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Oscar Ariza Daza

BITÁCORA Por: Oscar Ariza Daza No obstante todo lo que vivió la pasada clase política cesarense que nos puso en vergüenza nacional,  aún se destapan redes de corrupción en los que siguen participando muchos administradores públicos. Escándalos como el publicado el pasado 3 de Octubre por el diario El Espectador en el que involucran al […]


BITÁCORA

Por: Oscar Ariza Daza

No obstante todo lo que vivió la pasada clase política cesarense que nos puso en vergüenza nacional,  aún se destapan redes de corrupción en los que siguen participando muchos administradores públicos. Escándalos como el publicado el pasado 3 de Octubre por el diario El Espectador en el que involucran al Procurador General de la Nación y la supuesta red de corrupción del Consejo de Estado muestran en su organigrama a personajes de muchas regiones incluyendo a políticos del  Cesar que sin escarmentar la histórica lección del pasado, se niegan a abandonar la cultura ilegítima del chantaje, el favorecimiento y el saqueo de los dineros públicos.

Siguen existiendo las mismas tendencias simplistas que tratan de legitimar una cultura del poder, basada en manipulaciones a la justicia y los entes de control que por su vulnerabilidad han ayudado a construir una cultura  en donde lo ilegítimo se volvió permisivo.

Un buen porcentaje de la población del Cesar aprobó y justificó en el pasado, la presencia paramilitar como una salida a la crisis social y económica que se vivía en el departamento a raíz del azote inmisericorde de los grupos subversivos. Lo que es sabido por todos, es que el remedio resultó siendo peor que la enfermedad. De esta manera, la misma clase influyente se encargó de entronizar como salvadores a figuras comunes y corrientes que sirvieron sin ningún problema a los proyectos maquiavélicos de conseguir poder y prestigio a costa de la represión y la intimidación.

De ser personajes reconocidos y considerados socialmente, terminaron convirtiéndose en monstruos cuyos tentáculos eran imposibles hacerles  el quite; por el contrario, era más fructífero y placentero entregarse con complacencia a sus brazos.

De ser un símbolo de status, en reuniones públicas y privadas, ser paramilitar hasta hace poco tiempo se convirtió en motivo de vergüenza, lo que muestra que esta sociedad pasa fácilmente de una posición a otra, según sean los intereses del momento, jugando en cualquier bando, sin que se reflexione sobre el daño que se hace al establecer polarizaciones en  el extremo más conveniente del problema.

Lo preocupante de esta situación, es que cada día se revelan mayores escándalos en la medida en que los paramilitares han comenzado a delatar sus crímenes y a los personajes con quienes se unieron para favorecerse o favorecerlos dándole a guardar sus dineros. Este tipo de conflicto aún no superado está desatando una ola de inseguridad en el Cesar y Valledupar en donde se han disparado los índices de  sicariatos, amenazas, secuestros, atracos robos y atentados contra la vida, como retaliación contra personas y personajes que tienen deudas con ellos y de quienes era imposible sospechar que estuvieran implicados en conciertos para delinquir con estos grupos armados e ilegales

Lo cierto es que muchos están involucrados en un ambiente que se proyecta cada día más crítico en la medida en que los organismos de vigilancia y control auscultan más verdades que nos duelan o no,  suelen ser ciertas y merecen ser reveladas.

A pesar de los esfuerzos por re institucionalizar y volverle la moral al departamento, hay fuerzas ilegítimas que intentan reagruparse para recuperar su accionar y con ello volver a imponer esa cultura que tanto nos afectó y que ahora es menester cerrarle las puertas para evitar que lo poco sólido que se ha construido se desvanezca en el aire, pues el  modelo corrupto, arribista, amañado, pero disfrazado de progreso fracasó en esta región dejando secuelas de atraso, corrupción, desplazamiento, dolor y abandono.

Ahora lo que sigue es  explorar la posibilidad de encontrar en la propuesta de políticos sanos, ejemplares y representativos, la mejor salida a la crisis, a través de la búsqueda de valores auténticos en esta sociedad política descompuesta. Se necesita entonces continuar con la nueva pedagogía  política, basada en la dignidad del coraje para enfrentar los retos de no caer en los mismos vicios del poder,  en donde se continúe manejando el concepto de participación social, equitativa, dialógica, que conduzca a decisiones de consenso, para que el gobernante o administrador público de turno no termine convertido en déspota absolutista al servicio del mal, como consecuencia de la falta de conciencia civil  y ética en el manejo de lo público.

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Ojo con el invierno que falta…