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Columnista - 19 marzo, 2019

Una paz bien hecha

De manera recurrente escuchamos  a los contradictores de Juanma, ya lo podemos tratar así pues no tiene la investidura de presidente. No es el venerado eterno presidente. “Que le regaló  el país a la  Farc,  que esa tal paz es un saludo a la impunidad. “Todos queremos la paz, pero una paz bien hecha” Dicen […]

De manera recurrente escuchamos  a los contradictores de Juanma, ya lo podemos tratar así pues no tiene la investidura de presidente. No es el venerado eterno presidente. “Que le regaló  el país a la  Farc,  que esa tal paz es un saludo a la impunidad. “Todos queremos la paz, pero una paz bien hecha” Dicen los de mano dura y  corazón también. 

¿Cómo  es una paz bien hecha? En atención  a los contradictores de la paz que se está tratando de construir, me imagino, que  debe ser: condenar a todos los guerrilleros, meterlos en una cárcel o extraditarlos a los Estados Unidos; en función extrema aniquilarlos a todos. Es lo mínimo que sueñan.  Los procesos de diálogo y desde luego los acuerdos entre dos antagónicos  en este caso el estado Colombiano y la guerrilla más vieja del mundo, las Farc. Se dieron  bajo los parámetros de negociación que permitieron un punto de quiebre, de acuerdo después de mucho intentos  eso pasó en La Habana;  entendemos  que los acuerdos que nos lleven a una paz con todos los defectos, que los hay, siempre será  mejor que una “guerra humanizada”.

“No somos enemigos de la paz, queremos la paz,  pero bien hecha”  ¿Acaso será mejor   la  guerra permanente,  muertes y atentados terroristas que afectan la tranquilidad del país y  nos devuelven a los caminos oscuros transitandos por tantos años; falsos positivos y etc. a la paz  de Santos?  Usted en su condición de ciudadano colombiano tiene la respuesta. En “Colombia estamos acostumbrados a que hecha la norma hecha la trampa” nos pasamos el tiempo haciendo uso de la tan pictórica malicia indígena, es mejor visto el que pasa por encima de sus conciudadanos, el que consigue plata de forma rápida y engaña a los demás,  a aquél que actúa de forma correcta y desea hacer las cosas bien. Estoy hablando de los pillos que se hacen reelegir y se atornillan a los cargos, los que hacen las normas para favorecimiento  de unos pocos. 
¿Es esta la paz que queremos, o la que debe salir del corazón? No de los ánimos  guerreristas que nubla la razón e impide  actuar como hermanos.  La paz bien hecha no tiene que ver con la JEP ni con Uribe, ni Duque, tampoco tiene que ver con Santos, quizás sean ellos los responsables  que no exista la verdadera paz. La paz bien hecha tiene que ver con cada uno de nosotros, con la verdadera intención del perdón. Con las condiciones que debemos crear para que haya un país resiliente, en el que todos aportemos un poco de cada uno. Ser propositivos y generosos en el amor.  Actuar de forma íntegra, en  la que se conjuguen los principios y valores y además se trabaje para el beneficio común.
No podemos estar pendientes del vecino, si come o no come, cuando nuestros hijos mueren de hambre. Nadie sabe con la sed que bebe otro. Podemos ser protagonistas de la revolución  de las pequeñas cosas, actuando y no dejando la responsabilidad en otro, para que el mundo mejore. Si logramos mejorar nuestro pequeño mundo, estaremos contribuyendo de manera significativa, ahí sí, a una paz bien hecha. Sólo Eso.

Columnista
19 marzo, 2019

Una paz bien hecha

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Eduardo S. Ortega Vergara

De manera recurrente escuchamos  a los contradictores de Juanma, ya lo podemos tratar así pues no tiene la investidura de presidente. No es el venerado eterno presidente. “Que le regaló  el país a la  Farc,  que esa tal paz es un saludo a la impunidad. “Todos queremos la paz, pero una paz bien hecha” Dicen […]


De manera recurrente escuchamos  a los contradictores de Juanma, ya lo podemos tratar así pues no tiene la investidura de presidente. No es el venerado eterno presidente. “Que le regaló  el país a la  Farc,  que esa tal paz es un saludo a la impunidad. “Todos queremos la paz, pero una paz bien hecha” Dicen los de mano dura y  corazón también. 

¿Cómo  es una paz bien hecha? En atención  a los contradictores de la paz que se está tratando de construir, me imagino, que  debe ser: condenar a todos los guerrilleros, meterlos en una cárcel o extraditarlos a los Estados Unidos; en función extrema aniquilarlos a todos. Es lo mínimo que sueñan.  Los procesos de diálogo y desde luego los acuerdos entre dos antagónicos  en este caso el estado Colombiano y la guerrilla más vieja del mundo, las Farc. Se dieron  bajo los parámetros de negociación que permitieron un punto de quiebre, de acuerdo después de mucho intentos  eso pasó en La Habana;  entendemos  que los acuerdos que nos lleven a una paz con todos los defectos, que los hay, siempre será  mejor que una “guerra humanizada”.

“No somos enemigos de la paz, queremos la paz,  pero bien hecha”  ¿Acaso será mejor   la  guerra permanente,  muertes y atentados terroristas que afectan la tranquilidad del país y  nos devuelven a los caminos oscuros transitandos por tantos años; falsos positivos y etc. a la paz  de Santos?  Usted en su condición de ciudadano colombiano tiene la respuesta. En “Colombia estamos acostumbrados a que hecha la norma hecha la trampa” nos pasamos el tiempo haciendo uso de la tan pictórica malicia indígena, es mejor visto el que pasa por encima de sus conciudadanos, el que consigue plata de forma rápida y engaña a los demás,  a aquél que actúa de forma correcta y desea hacer las cosas bien. Estoy hablando de los pillos que se hacen reelegir y se atornillan a los cargos, los que hacen las normas para favorecimiento  de unos pocos. 
¿Es esta la paz que queremos, o la que debe salir del corazón? No de los ánimos  guerreristas que nubla la razón e impide  actuar como hermanos.  La paz bien hecha no tiene que ver con la JEP ni con Uribe, ni Duque, tampoco tiene que ver con Santos, quizás sean ellos los responsables  que no exista la verdadera paz. La paz bien hecha tiene que ver con cada uno de nosotros, con la verdadera intención del perdón. Con las condiciones que debemos crear para que haya un país resiliente, en el que todos aportemos un poco de cada uno. Ser propositivos y generosos en el amor.  Actuar de forma íntegra, en  la que se conjuguen los principios y valores y además se trabaje para el beneficio común.
No podemos estar pendientes del vecino, si come o no come, cuando nuestros hijos mueren de hambre. Nadie sabe con la sed que bebe otro. Podemos ser protagonistas de la revolución  de las pequeñas cosas, actuando y no dejando la responsabilidad en otro, para que el mundo mejore. Si logramos mejorar nuestro pequeño mundo, estaremos contribuyendo de manera significativa, ahí sí, a una paz bien hecha. Sólo Eso.